jueves, 7 de julio de 2022

UN DESATADO ROCA REY TRIUNFA EN EL CENTENARIO DE LA MONUMENTAL DE PAMPLONA por ZABALA DE LA SERNA / El Mundo, PAMPLONA

 

El Juli, Hermoso y Roca Rey, que se santigua, salen a hombros en Pamplona

 

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Roca Rey, desatado, El Juli y Pablo Hermoso abren la puerta del encierro con un esportón de siete orejas; Morante sale andando para marcar la diferencia; las figuras tapan y hacen buena la desigual corrida de Cuvillo

De pronto, o no tanto, la corrida del centenario de la Monumental de Pamplona se coló en el calendario de 2022 entre las corridas señeras de la temporada. Resurrección y Beneficencia, o sea. En las tres ha estado presente Morante de la Puebla, que regresaba a San Fermín 9 años después de su última vez. Aunque los locutores de TVE que retransmitieron el primer encierro post pandémico lo silenciaran, el genio de La Puebla, el imbatible Juli -de números sanfermineros inalcanzados en el escalafón-, el totémico Roca Rey y el idolatrado Hermoso de Mendoza rebosaron por las tejas el aforo de 20.000 espectadores. «Y otras 20.000 entradas se hubieran vendido», decían en la Casa de Misericordia desbordados por la demanda. Y allí estaban, qué cosas, los toros de Cuvillo que corrieron el encierro. La reventa cuajó su agosto en julio a 500 euros la entrada de sombra. En el sol bramaban las peñas otra vez, balanceando su alegría.

La fiesta sin embargo no venía en paz con la agresión sufrida por la Corporación municipal en la procesión de San Fermín por grupos abertzales. El alcalde Enrique Maya no presentó parte facultativo, y a las 18.30 ejercía ya de presidente. Su presencia provocó la bronca de las vetas contaminadas del sol, las que agitaron un gigantesca pancarta con el eslogan de presoak kalera y gritaban «¡UPN kampora!».

Maya saludó la intensa ovación de la sombra con su chistera, la estruendosa pitada del sol y el ensordecedor ambiente. El pañuelo blanco del inicio del glorioso centenariazo trajo la calma. Como la presencia de los ases, el clamor. El indescriptible vestido bicolor de Morante -ver foto mejor que ficha-, como homenaje a Pamplona, fue un golpe en los ojos.

A las 18.59 Hermoso de Mendoza ya le había cortado las orejas a un bondadoso toro de Carmen Lorenzo que salió con tan templado tranco como escaso poder. Quedó como una rítmica mecedora tras dos hierros de castigo y el centauro de Estella le hizo diabluras, 20 hermosinas en un palmo de terreno con Berlín. Como si ninguno avanzase. Una apología de la no violencia.

Los cuvillos ninguneados en TVE traían dispares hechuras, diferentes remates, amplias caras y distintas expresiones de seriedad, la edad cinqueña y, a la hora de la merienda -pasadas las 20.00 ya- ninguna clase. Una movilidad sin ritmo, mucho cabezazo y un pasar sin entrega. Esa corrió a cargo de Roca Rey con el jabonero tercero de lavada expresión y finas puntas. A las 20.05 lo había desorejado. «Los cojones también valen», dijo mi vecino de localidad, carnicero de profesión. Y tanto. RR de rodillas y en los medios había volteado la plaza con cuatro pases cambiados y un rugido de fiera desatada. Luego, quiso hacer todo por abajo, resistiéndose a humillar el bicho hasta el final. Lo rindió el peruano con la raza que le faltaba. Se arrimó como si no hubiera mañana, cerró por manoletinas y enterró un espadazo que necesitó del descabello. Un aviso había caído antes de perfilarse y del doble premio.

Su trofeo se había embolsado El Juli con un castaño que soltaba calambres desde la testa que tapaba el ligero cuerpo. Nunca viajó abajo en la muleta, pero admitió el trato de mucho y veterano oficio. Dueño Juli de la escena y los registros del toro, al que exigió a últimas arrastrándole el engaño. Cobró una estocada muy pasada, suficiente para la conquista de las 19.40. Las figuras venían salvando el centenario.

JAVIER ARROYO

El propio Morante había dibujado los muletazos más redondos, empacados en tres series, en su mano derecha a eso de las 19.15 con el toro melocotón que abrió el lote más cargado de la corrida, tan hondo y ancho de sienes. Su embestida, carente de celo y humillación aun por la mano más óptima -MdlP empacó tres hermosas series acompañando con todo-, se soltaba por la bruta izquierda. La petición no cuajó. Y, sin embargo, al negro cuarto, bien hecho en tamaño grande, cerrando más la cara, le dio por hacer las cosas mejor que ninguno y a Morante por torear mejor que nadie. Despacio y embrocado desde que sintió las posibilidades en un mecido quite a la verónica. Y brindó al respetable. El prólogo rodilla en tierra desprendió un sabor añejo, una torería maravillosa. Como toda la faena, hecha al compás de su cintura. Las 20.25 paradas en el tiempo. El fondo bueno y medido del cuvillo resarcía la ausencia de clase de sus hermanos. Un molinete zurdo, puro Belmonte, alcanzó una belleza tan barroca que provocó el olvido del vestido bicolor. Un espadazo al encuentro, rinconero, ni restó ni sumó a una faena que no transcendió con todo su calado. La oreja les pareció suficiente para volver a coger los bocadillos de ajoarriero.

El bajo y apretado quinto se emplazó marcando pronto su pertenencia a la tierra y su costosa voluntad para soltarse de ella. Sin maldad en sus descolgados viajes. El Juli se lo curró de nuevo, le dio ritmo con firmeza -en el toque y en la planta- y a las 21.00 paseaba la oreja que lo aupaba a la cabalgata de la puerta grande.

El sexto toro de Núñez del Cuvillo compensaba con más porte el lote pero venía con las fuerzas exiguas en su buen aire. RR le cogió perfectamente el pulso, muy templado y reunido. Hasta la apoteosis última de rodillas, toreando como había hecho en pie. A las 21.18 un pinchazo frenó su desatada ambición en una oreja más.

La photo finish del glorioso y maratoniano centenariazo fue para Hermoso, El Juli y Roca Rey a hombros por la puerta del encierro. Morante salió andando para marcar la diferencia.



Ficha

Monumental de Pamplona. Jueves, 7 de julio de 2022. Lleno de «no hay billetes» (20.000 espectadores). Un toro de Carmen Lorenzo para rejones y seis para lidia a pie de Núñez del Cuvillo, todos cinqueños menos el 4º; diferentes hechuras y remates tras sus abiertas caras.

Hermoso de Mendoza. Rejonazo contrario (dos orejas).

Morante de la Puebla, de grana y blanco con hilo blanco. Estocada honda caída (petición y saludos). En el cuarto, estocada rinconera al encuentro (oreja).

El Juli, de azul marino y oro . Estocada muy trasera (oreja). En el quinto, estocada pasada rinconera (oreja).

Roca Rey, de blanco y oro. Estocada y descabello. Aviso (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja).

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