LAS COTAS DE LA VOLUNTAD
Por Carlos Castañeda Gómez del Campo.
La diferencia entre todos los mamíferos y el ser humano es la voluntad. El instinto es natural en todos, los actos volitivos solo emanan del hombre.
El hacer animal es tan solo eso, naturaleza. Los seres vivientes tienen información genética y ambiental que los llevan a hacer lo que está en su origen. Reproducirse, convivir en manada, defender y pelear por territorios, migrar, hibernar, son parte de la memoria colectiva de cada especie.
El hombre va más allá. Desafía limites a veces en contra de si mismo. A veces en contra de su ser, de su estar, de su vida.
El torero es un caso de estos.
Un buen día, un niño, un joven, decide tomar una muleta y torear al viento. Tan solo con un sueño en su imaginación. Si lo intenta, si quiere realizarlo frente a un toro, esa decisión lo llevará a un camino donde la voluntad pesa, pero no manda, no decide, no define, sin embargo, es condición sin la cual no podría seguir avanzando. Primero hay que querer ser, ser torero y tomar un “largo y sinuoso camino”.
Para esto hay que tener valor. El valor de decidir y el valor para estar. Para ser. Tener la voluntad de absorber golpe a golpe el largo aprendizaje de la técnica, de la búsqueda de la expresión de ese sueño original. La voluntad de encontrar el valor que habrá que tener muchas tardes vestido de luces. Las escuelas de hoy dicen distinto, que se puede llegar ecualizando y desapareciendo la sorpresa del arrojo original, la de querer ser. Al final se es como se es. La mecánica no sobrepasará jamás la locución del juglar. De ese que es capaz de decir distinto.
Ahora. La voluntad no tiene límites, pero sí cotas. Capacidad, destreza, expresión, contacto con el público son cualidades reservadas a pocos y restringen el destino.
En esta temporada hemos visto triunfar a muchos jóvenes novilleros y matadores, cuya ilusión y voluntad es innegable. Después, las cosas no están siempre en sus manos.
Las orejas de tardes importantes, parecerían ser la llave. A veces el mecanismo no funciona. A veces el milagro del triunfo no genera devoción por parte de los mandos intrínsecos de la fiesta. La voluntad de ser es necesaria más no suficiente.
Para llegar hay que tener la capacidad de ser un torero sin límites, que no pueda ser acotado por la circunstancia del hacer político, económico y taurino de la organización histórica. Hay que pasar por encima del milagro del triunfo, ser capaz de vivir la ilusión de torear como se siente. Pocos lo logran. Solo aquello capaces de quitar las cotas, volverán su límite infinito.
Veamos con ilusión a los jóvenes sin perder de vista la realidad del mundo del toreo.
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