martes, 5 de julio de 2022

LA AMBICIÓN VORAZ DE ISAAC FONSECA : 4 OREJAS EN PAMPLONA PARA EL MEXICANO, CON SU RESPECTIVA SALIDA A HOMBROS por ZABALA DE LA SERNA - El Mundo, Madrid

 

¡Primer milagro de San Fermín!

Volvió a abrirse la Monumental de Pamplona, después de casi tres años y una pandemia, para celebrar San Fermín 2022, la vida y su centenario. Que va parejo al de la Casa de Misericordia como empresaria de la plaza. El 7 de julio de 1922 fue inaugurada por Saleri II, Juan Luis de la Rosa, Marcial Lalanda y los afamados toros de Martínez. La «hermana gemela» de la gallista Monumental de Sevilla -ampliada en 1967 hasta los 20.000 espectadores actuales- celebra un siglo, pero sobre todo el regreso de la fiesta con el abono renovado al 100 por 100. ¡Primer milagro de San Fermín! Eso subrayaba a las puertas del hotel Yoldi, que ya prepara su famoso champú, José María Marco, presidente de la Comisión Taurina de la Casa de Misericordia (la encomiable MECA). A Marco y a la MECA homenajeó este martes 5 de julio por la mañana la Federación Taurina de Navarra.

La sobresaliente acogida del abono ya se sintió en la notable entrada de la novillada de la tarde. Los tres aspirantes -Jorge Martínez, Isaac Fonseca y Álvaro Alarcón- hicieron el paseíllo desmonterados como debutantes sobre la blanda arena.

Reaparecía Fonseca con los puntos frescos de la cornada de Madrid y la mandíbula reconstruida, pero con las mismas ganas de comerse el mundo. El mexicano es voraz en su ambición, preclaro en su inteligencia. Lo dio todo a la vez que administró al buen novillo de Pincha, que derribó el caballo como accidente laboral. Fue humillador, con más estilo que fondo. Cuando amagó con rajarse, aligeró Isaac Fonseca la faena por manoletinas. La muerte lenta, ese gorigori que confunde, tras un espadazo desprendido, desembocó en una petición que acabó en desmadre presidencial: por el palco empezaron a asomar pañuelos a la velocidad del rayo, como si no hubiera mañana. Uno, otro, el azul. Todos seguidos. Dos orejas y vuelta al ruedo en el arrastre.

 Caray con el dispendio.

Para contrarrestar al premiado Soñador, salió un tercero muy manso y muy malo. Que volteó a un entregado Álvaro Alarcón una y otra vez. La novillada de la ganadería local de Pincha, que no venía precisamente bonita, ni rematada, ni igualada, salvo por la pobreza que desprendía, la abrió un utrero de largo recorrido por el pitón derecho, no así por el izquierdo. Noble en conjunto. La entonada faena de Jorge Martínez encalló con los aceros. Dio el murciano el paso adelante con un cuarto paliabierto, que embestía tan feo como era, con ese aire de gachera. Solventó las complicaciones desde la firmeza, con el arma del temple. Pero la espada otra vez -un metisaca clamoroso- se cruzó en su camino.

No mejoró la presencia de lo de Baigorri un quinto paletón que se movió como una cosa intonsa, insustancial. De parte de Isaac Fonseca no quedó nada en el tintero y lo mató de un solo viaje. Ahora, al menos, el presidente esperó a que pidieran la segunda oreja para dársela. Cuatro orejas, cuatro. Un abultado botín incluso para la voraz ambición de Fonseca. Que inauguró la feria a hombros.

Cerró la tarde-noche un sexto muy alto y zancudo que se movió con más informalidad que entrega. Al peón Félix Delgado le perdonó la vida cuando perdió pie y cayó debajo del estribo. Álvaro Alarcón puso y expuso lo que faltaba al animal. Conquistó la última oreja bajo este espíritu de dispendio y fiesta.

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