TOMÁS RUFO, CON ÁNGEL TÉLLEZ, DESCUBRIMIENTO DE SANGRE JOVEN EN LA VIEJA PLAZA
Las mulillas arrastran a Mindango, las cuadrillas abandonan el ruedo y la Feria de San Isidro de 2022 finaliza.
Han sido veintisiete tardes —sin contar las dos de rejones— que quedarán en el recuerdo; hemos visto de todo.
¿Una tarde redonda?, ¿cumbre?, en mi modesta opinión no la hubo, pero sí pudimos vivir momentos y circunstancias que nos dejaron cierto poso.
El reencuentro de la plaza con Julián López El Juli, el descubrimiento de jóvenes promesas como Ángel Téllez y Tomás Rufo, la faena al último toro de Morante que finalmente apareció…
Vimos algunas varas de mérito —pocas—, y unos buenos tercios de banderillas. Nos llevamos en el corazón los dos pares de Ángel Otero, un torerazo de plata que reaparecía y que levantó a todo el coso cuando se volcó sobre los pitones de Vinatero o el par de Fernando Sánchez al del Puerto de San Lorenzo.
Vivimos una tarde de gran emoción con auténticos héroes en el ruedo con un Gómez del Pilar que se la jugó, apostó muy fuerte, llevándose una oreja en su primer Escolar, una dura cornada en su segundo y, lo que es más importante, el respeto, admiración y agradecimiento de la plaza venteña.
Roca Rey no quedó desapercibido, pasándose los toros por delante, por detrás por un lado, por otro, por donde quería…
Nos asombramos con un Joselito Adame, que tras una voltereta que le podía haber partido en dos, se levantó y se la jugó ante un encastado Arauz de Robles.
Nos descubrimos ante un Ginés Marín que con la pierna destrozada, esperó a que su toro cayera para saludar desde el ruedo, saliendo por su propio pie sin mirarse la sangre que chorreaba, ni mostrar la más mínima cojera; mientras, un picador —su padre—, le esperaba en el callejón para darle un beso emocionado.
Vimos algunos novillos y toros encastados, con fuerza, clase, repetidores, prontos y también los vimos abantos, mansos y sin condición, vimos de todo.
Hubo estocadas extraordinarias ejecutando la suerte conforme a los cánones y bajonazos lamentables, en algunos casos aplaudidos desde los tendidos, al quedar el acero completamente enterrado en las carnes del burel.
Además de los lances propios de la torería, también nos sorprendieron algunas actitudes en los tendidos, más propias de campos de fútbol, con espectadores tirando almohadillas al tiempo que agitaban sus pañuelos o gritando cánticos futboleros. Alcohol, mucho alcohol corrió por las gargantas; en lugar de salir olés, entraban cervezas y gin-tonics con bebedores distribuidos tanto en los tendidos como en las discotecas que la empresa montó en los pasillos; ¡qué sacrilegio la música, pachanga y borracheras en suelo sagrado!
Pasaron sin pena ni gloria toreros con los que teníamos esperanzas como Pablo Aguado y Juan Ortega. A Talavante se le esperaba pero no apareció.
Hemos visto un público jaranero y ciertamente poco exigente que pidió orejas en exceso —en mi humilde opinión—, con presidentes que las concedieron con generosidad, o, en algún caso —muy extraña circunstancia—, se resistieron a ello; ¡muchas gracias don Víctor Oliver!
La climatología acompañó, salvo la tarde de Paco Ureña en que las previsiones daban un cero por ciento de probabilidad de lluvia, pero en el quinto de la tarde el cielo se desplomó sobre la plaza.
Nos tranquilizó ver buenas entradas, con varias tardes de “no hay billetes”, lo que nos hace concebir esperanzas sobre el futuro de la Fiesta.
Tardes para el disfrute que tuve la dicha de compartir con buenos amigos de Ventaurino; un lujo las horas vividas con Juan Guillermo Álamo, la ocasión de saludar en el tendido a Jorge Halabi, ver tarde tras tarde el señorío y conocimiento de David Arias, divisar en un burladero a Julio Stuyck con Fernanda de Haro, localizar en el 8 al gran Eloy (Anzola) que disfrutaba con emoción de su torero —el de la Puebla—, coincidir con François Zumbiehl, Vicente Carrillo Batalla, Guillermo Ganteaume, Vicente Royuela…
A lo largo de estos días compartimos nuestras opiniones en este foro, con opiniones y visiones muy diversas, pero siempre desde el respeto y aprecio personal. ¡Qué lujo aprender de todos los comentarios!
Finaliza esta feria pero nos seguiremos viendo, amigos.
Finaliza esta feria y me queda una gran duda: ¿qué voy a hacer mañana a las siete de la tarde?
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