A sus casi 70 años, Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea" vistió de luces en Guijuelo, Salamanca, para celebrar sus 50 años de alternativa que tomó un día como hoy en Bilbao, en el ya lejano 1972.
Pero al Capea los años no se le han echado encima, conserva su figura como entonces, lleva una vida metódica y eso le ha permitido poder celebrar hoy, al lado de su hijo Pedro y de su yerno Miguel Ángel Perera, esta celebración toreando de manera formal un festejo.
La corrida tiene tintes familiares ya que además de los ya anunciados, se lidiaron ejemplares de su propia ganadería.
Desde el 2004 cuando vistió ocasionalmente la seda y el oro en la Plaza México, únicamente para confirmar a su hijo "Perico", el salmantino no se había vuelto a enfundar en un traje de luces en público.
"¿Que por qué lo hago? Pues porque de alguna manera había que celebrarlo y porque Dios me ha dado una salud magnífica que, con esta edad, me va a permitir matar dos toros sin hacer el ridículo. Y, sobre todo, tengo el apoyo de mis hijos y de mi yerno, que son los que lo van a pasar peor esa tarde.
Realmente, el esfuerzo lo van a hacer ellos, que van a tener que superar un momento emocional por el que nunca han pasado, como es verme jugarme la vida a su lado. Y van a tener que hacer un esfuerzo para sobreponerse y arrimarse ellos también como yo voy a hacerlo", expresó El Capea, nacido el 17 de septiembre de 1952 en el barrio de Chamberí, en Salamanca.
Además del gusto personal, Pedro siente mucha nostalgia por aquellos compañeros de su generación que ya no han podido celebrar un acontecimiento importante en sus vidas haciendo lo que más les gusta, que es torear.
"En estos meses de preparación he mirado para atrás y me he dado cuenta de la cantidad de compañeros de mi época que no podrían hacer esto, o bien porque han muerto o porque su físico ya no se lo permite.
Yo, ahora mismo, me siento igual que en aquellos años 70, la ilusión por torear me ha rejuvenecido, algo que hace seis meses no me hubiera ni creído".
A sus casi 70 años, el salmantino asegura no haber hecho nada especial para prepararse, sólo lo mismo de siempre que ha sido torear en el campo y andar, andar mucho.
"Si no corría ni cuando tenía veinte años, no lo iba a hacer ahora", enfatizó.
Es natural que 50 años después las rutinas de preparación para los toreros de hoy ha cambiado, por lo que tanto Capea hijo como Perera lo han hecho salir de "su zona de confort" y lo han llevado a entrena mucho en el campo.
"Me han llevado a tentar y a enfrentarme a toros de ganaderías con mucha movilidad y temperamento, para que me acostumbre a la velocidad de un tipo de animal que no salía en mis tiempos. Por eso creo que hoy me voy a sentir fortalecido", dijo.
Para la ocasión, el salmantino se mandó hacer un traje de luces con bordados típicos de los años 70, para el cual no reparó en gastos.
"Porque cumplir los sueños no tiene precio", dijo.
A unas horas de su reaparición, los recuerdos se le agolparán en la memoria de lo que fue y ha sido en la fiesta de los toros a nivel mundial.
"Creo que todo esto tiene que ver con la gran fortaleza mental que tenemos todos los toreros de mi generación, que gracias al toro pudimos salir de la miseria, pero obligados a relevar a una grandiosa generación de figuras en una época muy convulsa social, política y taurinamente hablando. Aquellas pruebas fueron muy duras, y estamos acostumbrados a hacer esfuerzos.
"Me siento muy orgulloso de todo aquello, de cómo remonté las agrias críticas que se hacían a mi forma de torear en los primeros años, pero que me fue tan rentable. Si tengo que hacer balance, lo mejor que me queda es el respeto de los aficionados hacia lo que he sido en el toreo. Eso es lo más bonito que puede tener un torero, y no creo que el domingo me lo vayan a perder", finalizó.
Aniversarios como este bien vale la pena disfrutarlo, desde que sale el sol. ¡Suerte para El Capea y los suyos¡
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