El Juli y viva Madrid / EFE
Ayer, cuando los maestrantes autorizaron se abriera la Puerta del Príncipe en Maestranza de Sevilla, para que Julián López “El Juli” saliera en triunfo y a hombros por séptima vez, en ese instante, en el Estadio Bernabeu de Madrid se encendía la parrilla para remontar al Manchester City de Pep Guardiola.
Comenzó a escribirse el relato de otro capítulo heroico en la historia del Real Madrid, capítulo que será referencia cuando se hable de “La Remontada” ante el Manchester City y que le llevará dirimir la final de la Champions ante el todopoderoso Liverpool.
Mientras esto ocurría en El Paseo de La Castellana, en Sevilla, en El Arenal, un madrileño, torero de época y figura universal de la tauromaquia, ejemplo profesional en los días más susceptibles en la historia del toreo, con una faena cumbre, un triunfo ejemplar abrió la Puerta del Príncipe confirmando al ejecutar la faena soñada, perfecta el toro Ofiverde de Garcigrande, sin tropiezos, apuros o angustias sobre el pentagrama del concierto que rubricaría con una estocada impecable y por abrir séptima vez la Puerta Grande convirtiéndose en el único matador de toros, torero madrileño para más señas, con esa cifra de reconocimientos en el triunfo.
El madrileño alternó con el alicantino Manzanares, indiscutible figura del toreo, tándem junto a El Juli de una época importante que hemos vivido intensamente, no pudo realizar con los Garcigrande lo ya confirmado. Detalles que no calientan la exigencia de Sevilla por excederse en espacios entre los párrafos de su discurso.
La presencia del nombre de Pablo Aguado reforzó lo atractivo del cartel. Un torero que por su manera de torear, sus lances y sobretodo su toreo por naturales, provoca olés profundos, expresión que poco a poco desaparece entre los andaluces. No se trata del escuálido "bien" para confirmar la aprobación en la ejecución de la suerte.
Así es Sevilla, justa. Cuando dice "bien", va por buen camino; y el "olé" es aprobación y exaltación .
Los toros de Garcigrande poco o nada ayudaron a Aguado; en el primero, poco o nada; en el que cerró plaza sí crujió su muy alabado capote y Sevilla despertó con las verónicas de Pablo Aguado.
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