Habiendo cruzado el Rubicón en la transmisión de la corrida de ayer, día de La Cruz de Mayo, el periodista de Torosplaza le pide al ganadero Juan Pedro Domecq su opinión sobre los toros lidiados en la Maestranza de Sevilla: cuatro toros de Juan Pedro Domecq Morenés y dos de Parladé.
Dice el ganadero, copia el periodista: hay que justificar el comportamiento de los cuatro toros de la corrida lidiados en el hierro de Veragua, que no rindieron por el lamentable estado del piso de la plaza”.
“Lo que no ocurrió con los dos toros de Parladé…” Agrega el ganadero a la vez que manifiesta estar satisfecho porque “eso, lo de Parladé, es en lo que vengo trabajando…”
Hay que señalar que el bajo rendiciento de los cuatro toros del hierro de la “V” son producto de aquel proyecto de su padre, Juan Pedro Domecq que hablaba e insistía en crear al Toro Artista.
Juan Pedro Domecq y Díez fue el segundo hijo, primer varón, de los seis que tuvo el matrimonio formado por Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio y María Díez Gutiérrez.
Los hermanos de Juan Pedro son Álvaro, y Salvador Domecq Díez, de quienes descienden otras ramas de las ganaderías Domecq
El camino ganadero - genealógico de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, desde que compró el hierro de Veragua como parte del negocio en la adquisición de la ganadería de Veragua tiene un punto de inflexión en el momento queJuan Pedro desechó la parte vazqueña de la vacada, para agregar sangre del conde de la Corte: Tamarón. Lo hizo siguiendo consejos de su primo primo José Ramón Mora Figueroa, que había dirigido la vacada de su madre la Marquesa de Tamarón, que más tarde adquiriría don Agustín Mendoza el Conde de la Corte.
Juan Pedro Domecq y Díez se hizo cargo de la ganadería los diez primeros años. Fue responsable de la selección del ganado y, en 1940, adquirió la nueva vacada que había creado José Ramón Mora-Figueroa con parte de la ganadería de Antonio García Pedrajas, y un toro de Gamero Cívico comprado a Belmonte, así como quince vacas compradas al conde de la Corte junto al semental Chavetero. De este modo logró un tipo de bravura que pudo definir como “la capacidad de lucha hasta la muerte”. A esta nueva pauta de selección, denominada como “la bravura integral”, había que añadir la condición de un toro que fuera a más y que tuviera suficiente fuerza como para embestir con clase en faenas largas.
Juan Pedro Domecq y Díez tuvo así la virtud de observar una relación funcional entre las hechuras y el comportamiento del toro bravo, previamente fijado mediante selección. Inició el ganadero un camino de investigación muy importante.
Hoy, luego de una racha de juampedros de muy baja calidad, y con la noticia del ganadero que ha de cumplir el lema de lucha hasta la muerte parece estamos ante el testimonio de un paso de costado en el historial de una gran ganadería, ganadería que en su filosofía vistió de Domecq media España taurina.
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