viernes, 22 de abril de 2022

Centenario de la Alternativa de Eleazar Sananes “Rubito” (1) por Carlos Maldonado-Bourgoin (Docente, historiador, crítico de arte)




Rubito en Madrid, tarde de la alternativa Corrida de la Beneficencia, con toros de Gamero Cívico y compartiendo cartel con Saleri II, su padrino de alternativa, Nacional II y Marcial Lalanda.


 CARLOS MALDONADO BURGOIN


Hace algún tiempo me propuse restituir del olvido a una figura de la venezolanidad, a un ídolo de Caracas. A lo largo del camino, me encontré con la mano solidaria y generosa de tantos amigos compatriotas que por su interés y dedicación contribuyeron a restaurar esta semblanza de un hombre y una época, la de Eleazar Sananes Echeverría “Rubito”.

En el desarrollo de la investigación fui relacionando la historia particular del icono caraqueño con la historia colectiva, encontrando paralelos con la crónica citadina. Fuera de la esfera política y militar, pocos han sido los nacidos con el siglo que sobrevivieron en el recuerdo de los caraqueños y –como escribe el poeta Juan Liscano– “parecía que la ciudad en vez de adelantar hacia el futuro, retuviera intermitentemente su paso para seguir en el pasado. Por lo demás, Venezuela toda iba a la zaga de su tiempo”. O como decía Ramón J. Velásquez en el documental de Carlos Oteyza titulado “Rómulo Gallegos”, que Venezuela era un país secuestrado al cual pocas noticias llegaban a La Guayra.

Mi interés por “Rubito” es un tema genuino y necesario de resaltar, el que merece ser sustraído del anecdotario “ad libitum”. Ni siquiera mi padre Víctor Maldonado Michelena, quien me inició en la afición y los misterios de la fiesta del toro, vio torear a Sananes. En 1921 cuando él nace, el torero josefino ya estaba en el tope de la fama en el imaginario popular.

Fue la inolvidable tía Belén María Maldonado Michelena, mujer de mucha gracia y ocurrencia suma –a quien dedico mi opúsculo a “Rubito”–, quien al contarme y cantarme la leyenda de “Rubito” según el pasodoble del compositor popular valenciano Balbino Antonio García, sembró en mí la sugestión hacia el ídolo de comienzos de siglo. Ella sí lo vio torear en el Gran Circo Metropolitano y en el Nuevo Circo de Caracas, de su testimonio surgió nuestro interés por esclarecer algunas razones que explican los misterios del “arrojado”, junto a sus tantos y muchos innegables valores que los compatriotas tienen y deben de conocer. Un colectivo sin historia es como una campana sin badajo.

En mi aproximación psicoanalítica biográfica del decano de la torería criolla Eleazar Sananes escribo: “El hijo huérfano mayor de la familia Sananes Echeverría; Eleazar, emprende de diecisiete años “su viaje”, del tiempo ordinario al tiempo de la aventura. Inicia el “viaje del héroe” en dos etapas: La primera, por Sudamérica; y la segunda, por España y Francia”. Estamos hablando de más de quince años presidiendo el escalafón taurino nacional, el torero mejor pagado y con más número de festejos cumplidos que pasa más de las doscientas fechas. La inclusión de Eleazar Sananes en los carteles era garantía de un buen espectáculo para el público.

Conocí ya mayor y de saludo de mano, a Eleazar Sananes en el patio de caballos del Nuevo Circo de Caracas. En su simpatía y sencillez, el que fue idolatrado por Caracas, mantenía una afición poco común; él contaba la historia adornada de anécdotas y notas de humor a quienes nos le acercábamos a saludarlo poco antes de comenzar la corrida de toros. En esa última etapa biográfica -cuando le conocí- llevaba con rigor lo relacionado con el cumplimiento del reglamento taurino municipal en la plaza. Vestía bien, con ropa holgada e impecable, siempre coronado con un sombrero. Su gestualidad era todo un poema.

“Rubito” fue el ídolo de San José y Julio Mendoza –el contrapersonaje– de San Juan. Ellos llegaron a polarizar la ciudad. Años después, en la década de los cuarenta, aparece Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”, que colmó barreras, palcos y tendidos del Nuevo Circo de Caracas, a pesar de climas de inestabilidad política y de golpe de Estado. En homenaje a estos ídolos civiles populares van nuestras palabras y el recuerdo emocionado.

Para concluir, mi agradecimiento al periodista y crítico Víctor José López “El Vito”, quien prestigia con su pluma estas páginas; a mi amigo y colaborador David Chacón Rodríguez, quien estimuló la investigación de distintas maneras; y al doctor Leopoldo Córdova, quien con su desbordada pasión por el toro, me invitó a dictar una charla sobre el tema ante la Peña Taurina Aficionados de Caracas y el Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida en el restaurante La Castañuela, Las Mercedes (30 de abril del 2013), charla que termina en librillo a poco más de un año.

Quedan muchos amigos de verdad que hay que recordar como el médico y escritor Antonio García Ponce, el abogado y aficionado práctico doctor Tobías Uribe y el arquitecto, artista plástico y aficionado práctico Ricardo Pérez Quintero, Jesús Nieves mi compañero de echadas de capa en Sartenejas y el Nuevo Circo de Caracas. En la lista de agradecimientos en orden alfabético aparecen, espero no haberme olvidado de ninguno.

Un día dije a la profesora Diana Sananes, sobrina del torero, –algún día escribiré sobre “Rubito”–, hoy cumplo la promesa y hago el conjuro. Amiga del ciberespacio Diana Sananes, nieta del ídolo, me facilitó el álbum familiar y emocionada quedó con el video del arreglo (para orquesta típica) del pasodoble Balbino Antonio García (“jocundo compositor popular valenciano”). Fue estrenado por maestro Alfonso López Chollett en concierto en el Colegio Emil Friedman (16 de noviembre del 2014). Había en la sala de conciertos dos pantallas que proyectaban la estampa del torero josefino brindando un toro, decía: –“¡Va por ustedes!–”. El video del pasodoble tuvo un centenar y medio de visitas en el Facebook a la semana del estreno. Ahora son muchas más.

Todo comenzó en el aspecto musical cuando comenté al maestro Alejandro Ramírez violinista y presidente de la Orquesta Sinfónica de Venezuela por veinte años mi interés por rescatar esa música dedicada a “Rubito”. Poco tiempo después, se produjo el encuentro y confluencia de voluntades frente a la espectacular Ceiba de La Lagunita. Una joya botánica espectacular que ennoblece el paisaje de la tierra afortunada hatillana.

Entregué los pentagramas de la melodía básica para piano y el arreglo que generosamente me aportaron Ylich Orsini, líder del grupo Los Cañoneros, y el profesor Bartolomé Díaz Sahagún, impulsor del rescate de nuestra música a través del grupo Decimonónico, … Finalmente, el músico Renato De Zordo, en el piano de su casa me interpretó la modulación de la fanfarria torera, aporte nuestro que da majestuosidad al simpático pasodoble criollo. Todo surgió y encajó como por arte de magia. Doña Claudia Guerra de Madrid, heredera de los derechos de autor, nos dio la autorización para proyectar la obra de su antepasado Balbino Antonio García.

Eleazar Sananes “Rubito” está despertando del olvido con nuestra ilusión compartida de rescatarlo para la memoria de la ciudad de Caracas y para la memoria de la Fiesta Brava en Venezuela y el mundo. A los viejos taurófilos y a las generaciones más jóvenes. ¡Va por ustedes! Esperamos que estas páginas sean de su interés y agrado.

 

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias Carlos! Por mantener en la memoria de los venezolanos a mi abuelo , por siempre gracias amigo!

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