Todo ocurría en 1934, cuando se sucedieron los hechos que provocan el relato de esta reunión y asentar la evocación del paso de Juanita Cruz por Venezuela. Es decir, Historia del toreo escrita en las páginas de la prensa venezolana por nuestros cronistas taurinos como: Armando Clarín, de Palmas y Pitos de Valencia, que relató los triunfos en Arenas de Valencia de Juanita Cruz en Maracay, Turmero, La Victoria y por supuesto Valencia; Curro Puya, en La Esfera de Caracas; Carmelo de Ronda, en el diario Ahora de Guillermo Austria “Chavalo”; Caracas; Eliseo Delgado “ Conde Federico”, de Crítica con su columna Cuernos y Alamares; Enrique Chaumer, “El Marqués de los Morrillos”; Raúl Carrasquel y Valverde; Ramón David León; Francisco Betancout Navarrete, Pepe Hule; Carlos Salas; Oscar Villalba; Alonso Manchego … y tantos otros, buenos y entendidos aficionados, escritores calificados y venezolanos probos. La mayoría orgullo del periodismo nacional, muchos de fundadores en escribieron crónicas sin darle importancia al Manzanares ni al Guadalquivir, y dice en su libro Rafael García: “Estoy seguro de que ese día , se empezó a fraguar la prohibición a Juanita Cruz de volver a torear en su patria, España”. Lo dijo porque al finalizar 1940, ya terminada la guerra civil, Juanita iba a regresar a España y fue entonces cuando el presidente y la Junta Directiva del Nuevo Sindicato Vertical Nacional del Espectáculo acordó prohibir en España el toreo femenino a pie.
TESTIMONIO DE UN AGRAVIO
En la temporada de 1938, consta en el libro La Fiesta Brava en Venezuela de don Carlos Salas, aporte fundamental a la historiografía taurina nacional, se transcriben literalmente las crónicas publicadas en la prensa de Caracas sobre la actuación de Juanita Cruz en el Nuevo Circo y en el Circo Metropolitano de la ciudad capital de Venezuela. Reseña además, la corta temporada de presentación de Domingo Ortega en Caracas, que llegó acompañado de su apoderado y exclusivista Eduardo Pagés, famoso empresario taurino sevillano. Le acompañaba a Ortega y a Pagés Alfredo David, célebre banderillero sevillano.
La temporada de Ortega fue un gran fracaso en cinco actuaciones: cuatro tardes en el Nuevo Circo y una en el Metropolitano.
Con toros peruanos de La Viña las del Nuevo Circo, españoles de Pallarés y venezolanos de Guayabita en el Metropolitano y el Nuevo Circo.
Terminada la temporada de Domingo Ortega en Caracas, calificada de un penoso fracaso, y resonando los triunfos de Juanita Cruz en Maracay, Valencia, La Victoria y Turmero, la prensa se hizo eco de la afición y pedía contratar a la madrileña para el Nuevo Circo. Surgió entonces, animoso como empresario, el doctor Juan Penzini Hernández con la oferta de organizar un mano a mano con Domingo Ortega y Juanita Cruz en el cartel con toros de Guayabita para el domingo 13 de marzo.
Domingo Ortega, figura grande del toreo, personaje ligado a la intelectualidad madrileña, cercano al filósofo Ortega y Gasset, fue influyente líder taurino en España. Sabía Ortega de la existencia de Juanita Cruz, y estaba al tanto de quien era Juanita desde que 1933.
Rafael García recogía firmas entre los toreros españoles para que el Ministerio de la Gobernación expidiera un permiso a las mujeres para torear en las plazas españolas.
Hasta Marcial Lalanda firmó la solicitud; pero Domingo Ortega se negó firmar.
Juan Penzini el empresario del proyecto del mano a mano se reunió con Pagés en la terraza del hotel donde se hospedaba Domingo Ortega. El maestro de Borox estaba sentado en el lobby del hotel junto a Alfredo David Puchades, todo un personaje. Alfredo David ha sido un torero de historia. Comenzó en la cuadrilla del novillero Juan Belmonte, junto al pasmo de Triana actuó en dos novilladas, sin picadores. Más tarde en las cuadrillas de Luis Guzmán Zapaterito, Pacomio Peribáñez, y Manuel Varé Varelito. También actuó con Manuel Granero, Diego Mazquiarán Fortuna, José García El Algabeño, Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Domingo Ortega, Manuel Rodríguez Manolete, Luis Miguel Dominguín, Manuel Calero Calerito, Manuel Jiménez Díaz Chicuelo II, Luis Segura, y Diego Puerta y se retiró en 1965 a los 72 años de edad.
El doctor Penzini, luego de saludarles al maestro y a su banderillero, y de explicarle sus deseos de contratar a Domingo Ortega para un mano a mano con Juanita Cruz, en el Nuevo Circo, se levantó de su silla y dijo: - Pero es que esa señorita ha tomado el toreo en serio… y abandonó la reunión entrando al hotel.
El desaire de Domingo Ortega no amilanó a Juan Penzini, que no se rajó y optó por dar la corrida con toros de Guayabita. Solo quedaban en Turmero seis toros de la ganadería; para el momento se encontraban en Caracas los matadores Bernardo Muñoz, Carnicerito de Málaga que más adelante sería suegro de Rafael de Paula, y Juan Martín de Caro, Chiquito de la Audiencia, hermano de Curro Caro. Juntos con Juanita Cruz integraron el cartel para la corrida del Nuevo Circo el 13 de marzo de 1938. Pagés, David y Domingo Ortega se quedaron en Caracas, cuando se celebró la corrida. Lo que aconteció aquel día lo resume la crónica de el Heraldo, por Don Sincero:
- -Un toro extraordinario de Guayabita y una faena de gran torero de Juanita Cruz,
- -Nos lo hubieran contado y no lo hubiéramos creído de no haberlo visto. Juanita Cruz, la señorita torera, toda ella delicada femenidad, se enfrentó ayer con dos toros hechos, con arrobas y con pitones, como los que lidian todos los días los tofreros y se arrimó tanto como no se arriman muchos y realizó una faena cumbre haciendoel toreo con un arte, una majestad, un ritmo y una gracia torera como no está al alcance realizarla más que a las grandes figuras del toreo.
- -Ya había triunfado Juanita plenamente en su primero. Cuando salió del toril el pupilo de Guayabita, de un buen tamaño., gordo, con poder y desarrollados pitones, se hizo en todos los escaños de la Mezquita de San Martín un silencio que era muda expresión de la duda, que Juanita no pudiera con toro de tanto respeto. Bien pronto, apenas fijado el toro por los peones, la duda se disolvió en una ruidosa ovación unánime que arrancaron unos lances de la matadora, quietos, ceñidos, mandando, con temple y moviendo el percal con finura. Al rematar con media verónica apretada se repitió la ovación y de boca a boca dando la vuelta a la plaza corrían las frases de admiración para la bizarría de la señorita torera, hay que llamarla así porque lo es, pero no por sus hazañas en la plaza que son de “todo un hombre”.
FUENTES
- Carlos Salas, Los toros en Venezuela. Ediciones Edime 1958.
- Muriel Feiner, La mujer en el mundo del toro. Alianza Editorial 1995
- Rafael García Antón, Juanita Cruz, su odisea. Imprime Artes Graficas 1982, Madrid
- Raúl Aramburú Raygada, Terntadero de La Legua. Edítalo SAC, septiembre 2018. Lima, Perú
No hay comentarios:
Publicar un comentario