martes, 1 de febrero de 2022

LA FIESTA DE LOS TOROS SE DEFIENDE SEMBRÁNDOLA EN LOS PUEBLOS por Víctor José López EL VITO


 
JESÚS ENRIQUE COLOMBO considerado por sus méritos profesionales la primera figura  entre los matadores de toros


La fiesta de los toros no se defiende si no se siembra en los pueblos. Lo demuestra la historia, porque por los pueblos, mucho antes que las capitales fueron los surcos donde germinaron las semillas de la tauromaquia.

Hoy la alarma surge cuando constatamos el deprimente estado físico de los cosos que hasta hace poco fueron importantes escenarios para las corridas de toros en Venezuela. 

El Nuevo Circo, la Maestranza de Maracay, la Monumental de Valencia, la Chinita de Maracaibo entre otras que más que deterioradas han desaparecido, fueron sostén para el desarrollo de los toros en Venezuela.

Para que los amables lectores tengan idea de lo que nos embarga, les contaremos las plazas , los pueblos, donde se celebraban las corrida de toros en Venezuela el año de 1950 en una relación hecha por Nelson Arreaza, “Numerito”, base de los números taurinos en Venezuela. Aquel año de 1950 se celebraron 19 corridas de toros con toros de la única ganadería pura casta que existía en el país: Guayabita. Se importaron reses colombianas de Clara Sierra, Vistahermosa y de Mondoñedo. 

En el renglón de reses criollas se celebraron 28 espectáculos entre corridas de toros con espadas de alternativa y novilladas. Se lidiaron 66 toros y 16 novilladas. 

Las poblaciones donde se celebraron estos festejos con reses criollas fueron: Guatire,  Arenas de Valencia, Maestranza de Maracay, Santa Teresa del Tuy, Maiquetía, Cumaná, Los Teques, San Felipe, Palo Negro, Petare, Puerto Cabello y Barquisimeto. 

En el Nuevo Circo de Caracas se organizaron  13 espectáculos aquel año de 1950, 13 entre corridas y novilladas,  surgieron grandes rivalidades y confrontaciones entre los novilleros:César Girón, Joselito Torres y Moreno Sánchez .

Los pueblos de Aragua, Carabobo y Guárico sembraron plazas en San Juan de los Morros, Naguanagua, Guacara y Los Guayos. 

Los andinos del Táchira con la muy leal Táriba y la señorial y universitaria Mérida sembraron en las montañas de la sierra profunda,  abonando la afición que más tarde estimularía el desarrollo de las plazas monumentales en Valencia, Maracaibo, Mérida, Barquisimeto y la de Tovar en Mérida,  esparciendo por las sabanas  y potreros las más importantes ganaderías de nuestra historia: Guayabita, fundada por los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, , Los Aránguez por los Hermanos Riera Zubillaga y Alberto Ramírez Avendaño, Tarapío por Juan Marcos Branger y Maribel Llorens de Branger , Tierra Blanca fundada por Sebastián González Regalado, Manuel Martínez Flamerique y Oscar Aguerrevere Vegas,Rancho Grande, El Prado y La Consolación las ganaderías fundadas por Hugo Domingo Molina Colmenares. La del inolvidable Vistahermosa de  Cayetano Pastor. La Cruz de Hierro de Orlando Echenagucia Hernández y Pedro Echenagucia  y Los Marañones fundada por Andrés Miguel Velutini;  Luis Gandica, El Laurel, La Carbonera de Fabio Grisolía, La Espada y La Soledad de Cheo Ramírez, Laguna Blanca por Euclides Sánchez, Campolargo fundada por Juan Campolargo…  Material de sobra en la cabaña brava para abonar la pasión que por nosotros espera, con el camino hecho la reivindicación, siempre abierto de par en par.


LEONARDO BENÍTEZ, 5 presentaciones en Las Ventas de Madrid, dos salidas a hombros en la Plaza México donde cortó un rabo e indultó un toro... Regresa y pide pista 

 

Hay en el registro de Nelson Arreaza datos  de impacto, como aquellos carteles en Táriba que anunciaban a Antonio Bienvenida y  Miguelín. A César, Rafael, Curro y Efraín Girón toros procedentes de los elevados valles de los páramos ecuatorianos, ganado de los hermanos Plaza Lazo que se lidiarían en Maracay y en Carabobo.

En Barinas  se presentaron destacadas figuras del toreo, animando aspírales a novillero. Así ocurrió cuando se presentaron Curro Girón, Oscar Cruz y el mexicano Manolo Gómez con toros mexicanos de Santoyo, lo mismo en Valera, estado Trujillo, con el Diamante Negro, Joselito Huerta y Pepe Cáceres y toros de Dosgutiérrez. Fue en 1966, y más tarde toreros como Bernardo Valencia reforzarían los carteles con el Mexicano de Oro, Manolo Martínez,  siempre con Curro Girón como base, en carteles junto a Antonio Chenel “Antoñete”, El Niño de la Capea y Tomás Arellano “Juan Diego de México” constructor de plazas y de carteles insólitos pues aquellos referidos maestros vivían consentidos de la afición ibérica, en los momentos de la siembra. Ocurría en el Yaracuy, en San Felipe donde Otto Rodríguez Jáuregui y sus hijos sembraron el toreo con sus caballos toreros, donde Euclides Sánchez fundaba Laguna Blanca en abierta y caballerosa rivalidad con Juan Campolargo.

Coro los hermanos César, Rafael, Curro y Efraín Girón inauguraron una plaza de toros en un festival con toros de Los Aránguez.

No es abuso la extensión del relato, es confirmar la frase que “la fiesta de los toros no se defiende si no se siembra en los pueblos”. 

Lo ocurrido en San Cristóbal en la segunda corrida de la Feria de San Sebastián, en la que el mano a mano Emilio de Justo y Jesús Enrique Colombo metió más gente en la Plaza Monumental de Pueblo Nuevo que lo que pudiera albergar el Nuevo Circo de Caracas o la Maestranza de Maracay, dice mucho de lo que el pueblo venezolano espera para revivir el toreo herido por polémicas adversas al nacionalismo venezolano. El animalismo mal interpretado, ese que crece  arropado por la ignorancia y a espaldas de la cultura nacional, se alberga en la falacia y en el odio sembrado por politicastros que conducen la nación hacia infernales pailas del hambre y del abandono de los hombres y mujeres de la Venezuela azotada por la sin razón.

MANUEL MEDINA "EL RUBI" abre caminos, siembra la fiesta y organiza temporadas importantes en plazas del interior

 Hay soluciones como las confrontaciones con nuestros toreros y nuestras ganaderías en los pueblos de Venezuela. Ese sería el camino, el camino que viene señalando con acierto el matador de toros Manuel Medina “El Rubi” que siembra con sacrificio y afición en temporadas que organiza por plazas llaneras como El Sombrero, El Baúl, San Juan de los Morros, Calabozo, Achaguas y San Fernando, lo que muy bien podría hacerse en los pueblos alrededor de San Cristóbal y de Mérida el los valles de la Cordillera de Los Andes con sitios como Canaguá, Chiguará, Copa de Oro, Colón, Coloncito, La Fría, El Vigía …

 Tropel de pueblo. Todos y cada uno en cada metro, tienen escritos taurinos de épocas importantes y que esperan con los brazos abiertos a Leonardo Benítez, Erick Cortés, Luis Pietri, Jesús Enrique Colombo, César Valencia, Fabio Castañeda, Marcos Peña “El Pino”, Antonio Sanchez … la pléyade de toreros venezolanos regada por la sierra andina del Perú, o por los Campos de Castilla en España.

Todos ellos, junto a las ganaderías nacionales y el respaldo de la afición podríamos defender la fiesta de los toros, sembrándola en los pueblos de Venezuela sin necesidad de llorar lo perdido por los rincones de la patria.

  

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