lunes, 13 de diciembre de 2021

FERRERA CONMOCIONA LA MÉXICO crónica de Al Toro México/ JUAN ANTONIO de LABRA

Ferrera conmociona a La México

Antonio Ferrera volvía a la Plaza México casi dos años después del indulto del toro "Tocayo", con el hierro de La Joya, y no quería irse de vacío en la corrida dedicada a la Virgen de Guadalupe, en medio de un ambientazo en los tendidos y una magnífica entrada, de tal suerte que desde que se abrió de capa dejó entrever que venía dispuesto a entregarse sin reserva.

Y si al segundo toro de la tarde se afanó en pasarlo de muleta buscando ver si “rompía”, en el quinto parecía que la tarde se le iba a ir en el recuerdo de aquel triunfo, porque saltó al ruedo un ejemplar reparado de la vista que no prometía nada. Así que Antonio movió los hilos con astucia para que lo devolvieran, un hecho que dio un vuelco a la tarde, que ya venía dejando cosas buenas.

A partir de entonces, el torero extremeño fue un polvorín de emociones: toreó airosamente a la verónica y luego se subió a picar, en un hecho muy pocas veces visto que cautivó a la gente, gracias a esa capacidad de improvisación y su enorme sentido del espectáculo, que hoy fue una explosión de entusiasmo.

Después de colocar un puyazo un tanto trasero al toro de reserva, procedente también del hierro de Bernaldo de Quirós, cogió las banderillas para deleitar a la gente con un tercio de una enorme variedad, en distintos terrenos, que le granjeó gritos de "¡torero, torero!" y se arrancó a dar una aclamada vuelta al ruedo que le dejó el ambiente a su favor, luego de que había brindado su actuación con las banderillas a Vicente Ruiz "El Soro", que estaba en el tendido.

Consciente de que ya tenía al público en un puño, Ferrera se desbordó a cada palmo de una faena tan intensa como espontanea, en la que acabó deleitándose toreando al natural con suavidad y mimo, parte medular de una labor en la que cada detalle y cada adorno, subyugaron al público que siempre estuvo compenetrado con su quehacer.

A la hora de matar cito de larga distancia, como le gusta hacerlo, y ejecutó una estocada entera, un poco desprendida, que hizo rodar al toro sin puntilla, y aunque se pidió la concesión del rabo de "Ayate", el juez de plaza Enrique Braun no tuvo la sensibilidad suficiente para haberlo concedido, ya que después de una lidia tan completa y de tal intensidad, ahí no cabía más que entregar el máximo galardón a Ferrera, que volvió a demostrar que su toreo es un refrescante bálsamo que puede atraer público nuevo a la plaza.

La alternativa de Diego San Román también trajo un aire fresco a esta corrida, pues el queretano se mostró solvente, serio y torero, en un primer trasteo donde aprovechó las bondades de un toro noble y con clase al que toreó muy bien a la verónica y tarde hizo una faena estructurada que tuvo momentos muy buenos, sobre todo de toreo al natural y unos sentidos y bellos pases de pecho con los que abrochó las series.

Una estocada un tanto contraria que caló al de Bernaldo de Quirós, impidió que su mano llegara una merecida oreja, y se quedó con las ganas de haber triunfado.
Pero ahí estaba el octavo toro de la larga función, al que toreó con la misma plomada en las zapatillas, en otra faena hecha con seguridad y cabeza despejada, hasta que el toro se paró y Diego se metió entre los pitones para asustar de valiente con un toreo de cercanías que tanto le gusta.

Así fue como mostro esa otra faceta de su tauromaquia, pegándose un arrimón que terminó por convencer a todo el público que todavía estaba atendiendo lo que hacía el queretano con absoluta seriedad y un compromiso muy serio por triunfar. 

Y lo consiguió luego de colocar una estocada entera que le valió el corte de una oreja, un hecho que lo deja posicionado como un torero interesante que llegó pidiendo paso.

Diego Silveti, el otro espada mexicano, hizo una primera faena de muy buen acabado, y prácticamente desde el gran quite por gaoneras sembrado en los medios, consiguió estar a la altura de un toro bravo y noble al que quizá faltó un punto más de duración.

Pero ahí quedaron los muletazos recios y con mando de Silveti, hasta que probó al toro por el pitón izquierdo y al retomar el trasteo con la otra mano ya no embestía igual de bien que al comienzo de la faena. A pesar de ello, tuvo la inteligencia de intercalar diversos muletazos de recurso para devolver el ánimo a una faena interesante que culminó con unas riesgosas bernadinas sin muleta y una estocada al encuentro que le valió al corte de una oreja de peso.

Ya en el séptimo, un toro que estaba un tanto descoordinado, Silveti quiso redondear el triunfo pero el ejemplar no tenía fuelle y acabó parándose, conducta que obligó a Diego a tratar de robarle muletazos donde, ciertamente, no los había.

La enorme expectación que había por ver a Morante se diluyó en sus dos intervenciones debido al escaso juego que dieron los dos toros de su lote, así que sólo pudo bosquejar sino detalles sueltos de su consabido arte, plagado de naturalidad y empaque que hoy, lamentablemente, no alcanzaron a dar la gran dimensión de su inolvidable temporada 2021 en cosos de Europa.

Así concluyó la primera parte de la llamada Temporada de Reapertura de la Plaza México, a la espera de que muy pronto, apenas llegado el mes de enero, la empresa capitalina anuncie los planes que vienen para los siguientes festejos, pues la intención es seguir dando toros y aprovechar esta euforia colectiva a la que Antonio Ferrera sumó su apasionamiento mediante una actuación plagada de explosividad y emoción.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Sexto y último festejo de la Temporada de Reapertura. Tres  cuartos de entrada (unas 32 mil personas) en tarde agradable. Toros de Bernaldo de Quirós (1o., 5o., sobrero sustituto de uno devuelto por burriciego, 6o. y 7o.) y Fernando de la Mora (2o., 3o., 4o. y 8o.), bien presentados con caja y varios sobrados de kilos, de juego variado, de los que destacaron 1o. y 5o., éste premiado con vuelta al ruedo. Pesos: 582, 592, 592, 552, 585, 520, 551 552 kilos. Antonio Ferrera (verde esmeralda y oro): Ovación y dos orejas con fuerte petición. Morante de la Puebla (negro y oro): Pitos y silencio. Diego Silveti (azul pavo y oro): Oreja tras aviso y silencio. Diego San Román (blanco y oro), que tomó la alternativa: Ovación tras aviso y oreja. Incidencias: San Román se doctoró con el toro "Cumplido", número 233, negro bragado, con 582 kilos. Al finalizar el paseíllo se tributó un minuto de aplausos a la memoria del picador Beny González Carmona y del cantante Vicente Fernández, fallecidos recientemente. Juan Ramón Saldaña sufrió una fractura en la pierna izquierda durante el tercio de banderillas del 4o.

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