A propósito
de la intromisión
del Ministerio Publico
Definitivamente no hay quien le duela lo que está pasando con el toreo en nuestro país. Por más que haya empeño en reactivarle de a poco, que se sume voluntades de numerosos aficionados por devolverle ese halo de interés y expectación que debe de tener un espectáculo que reúne emoción y tragedia, así como color, arte y belleza, lejos quedan estos estereotipos cuando, en momentos como los que estamos atravesando, poco o nadie se manifiesta al respecto.
El pasado 5 del mes en curso salía un anuncio por redes sociales, donde el Fiscal General de Venezuela, el controvertido ciudadano Tareck Willian Saab, suspendía de manera precautelar la realización en primeras instancias del festejo taurino pautado para este próximo 11 de diciembre en la capital aragüeña, sin tener en conocimiento que este 13 de noviembre iba a tener lugar en la misma ciudad el primero de los eventos programados por aficionados que se niegan a dejar morir en la que fue la cantera taurina del país otrora, un espectáculo con todos los parámetros y disposiciones legales consagradas en la vilipendiada e interpretada a su antojo y conveniencia, Constitución Nacional. Pura letra muerta que se pasan por el forro de la entrepierna, quienes ostentan el poder político en este país que viene en picada desde hace largo rato en cuanto a valores y tradiciones culturales, entre ellas no menos cabe, la fiesta brava.
El hecho es que tomando en cuenta esta decisión avalada y aupada por un grupúsculo de personas con clara tendencia antitaurina, el cual reiteramos nuevamente les mueve el sentido mercantilista mascotista que hay detrás de estas asociaciones animalistas anglosajonas, que muchos de ustedes amable lector desconocen cómo se financian y a quienes rinden cuentas, ha llevado al traste que debido a ello, los responsables de dichos eventos como son los matadores José Cariel “El Amarillo” (para este 13/11) y Erick Cortés (para el 11/12) hayan tenido que anunciar su suspensión o más sutilmente, diferimiento, hasta los momentos, pues de antemano todo el aparataje judicial que implica una orden de una instancia superior como es el Ministerio Publico implica a su vez la puesta a disposición un tribunal ejecutor, el mismo que tuvo en las personas de los jueces Oscar Rodríguez Jiménez y Nitzaida Vivas Martínez, en las manos firmantes y veladores de tal medida, que implica un garrafal precedente que atañe directamente al futuro de la fiesta brava en el resto del país.
Así como lo lee mi estimado amig@, pues no es menos cierto que servirá de justificación también si así quisieran, para que en fechas puntuales del calendario nacional taurino (que por cierto nada se sabe de él en este caso con San Cristóbal y Mérida), hagan uso de este artilugio jurídico sin basamento alguno, a tenor de como justifican lo injustificable. Simplemente una cacicada que a día de hoy no ha tenido respuesta alguna de parte del gremio taurino, que abarca un amplio abanico de implicados, en este caso toreros, ganaderos, empresarios, prensa taurina e incluso aficionados, aun cuando en este último apartado hay que hacer una excepción pues la única que ha “salido al ruedo”, ha sido la Fundación Cultural Girón, las demás, esperando “detrás de la barrera”, no que sé qué momento para hacerse participe, ya sería cuando del toreo en Venezuela se hable como una anécdota.
Y no se justifica que al sector taurino lo agarren “con los calzones caídos” de esta manera tan burda, cuando uno lee los basamentos en los cuales estos ciudadanos jueces hacen gala de una “cantinflesca” perorata legal para hacer valer una decisión que viene del capricho de un grupúsculo (tal y como usted amigo lector ha sido testigo en las cercanías de algunas plazas de toros por época ferial) que hacen llamar defensores del toro de lidia, cuando en realidad es lo que menos les importa… lo que les importa es el dineral que reciben de trasnacionales internacionales, que están buscando desde hace cuatro décadas hasta la fecha diversificar su negocio mascotista, un negocio más rentable incluso que la industria farmacéutica humana, para ponerle un ejemplo de la catadura a lo que nos estamos ciegamente enfrentando.
Lo cierto del caso es que el toreo nacional ha demostrado en estos días, luego de este ataque frontal y directo por parte de un ente oficial del gobierno, una pasividad que lejos de augurar un presente halagüeño, más bien es todo lo contrario lo que se avizora. La apatía y abulia por parte de entes como la Asociación de Matadores de Toros y Novillos o la de los Subalternos y Picadores de Venezuela, en primera instancia, la de los ganaderos de reses bravas, la de aficionados como el Circulo Amigos de la Dinastía Bienvenida, o las numerosas peñas taurinas de Maracay y el resto del país… pero es que ni una de estas, a excepción repito de la Fundación Cultural Girón, que por lo menos en redes sociales en Whassapt, se manifestó por lo que supone esta gravísima intromisión, siendo no más que un presagio que sí no despertamos de una buena vez, de forma beligerante en todos los flancos posibles, a la vuelta de la esquina, el resto de ferias y plazas del país pasaran a ser solo meras estatuas de la inactividad como ocurrió en Caracas, como ocurrió en Quito, o como están se imponiendo a punta de decretos y subterfugios legales en Bogotá desde hace una década a la fecha…
Soluciones las hay, en primera instancia asesorarse de manera legal, pues no puede ser posible que a estas alturas ningunas de estas asociaciones taurinas mencionadas anteriormente no cuente con una especie de plataforma protaurina que haga contrapeso a la organizada, municiona y sigilosa labor animalista, donde gozan de recursos que se permiten comprar espacios en medios de comunicación que vetan todo lo que tenga que ver la fiesta brava. Empezando por allí. Luego hacerle replica a toda estrategia jurídica, así sea mínima que vaya en contra del toreo, espectáculo como ya se señaló, con hondas raíces culturales en nuestra sociedad y fuente generador de empleo y divisas, algo que poco o nada les interesa a este grupo de “tarifados” que como religión sectaria, repiten una y mil veces una mentira, hasta convertirla en verdad. Y así como ello, también, el fomentar el espectáculo en sí, sobre todo a la población más joven, esa que se ha venido perdiendo en el curso de las últimas dos décadas precisamente por lo oneroso que implica este, e igual manera el poco interés del empresariado de turno en el país por mantenerlo y estimularlo, y que sería la generación de relevo, donde precisamente busca coartar el sector mascotista, tras campañas donde inventándose estudios psicológicos falsos, han vetado la entrada de menores de edad en momentos puntuales de estos últimos años, a través de la supuesta Defensoría del Pueblo, sus asistencia. Como se podrá ver, todo planificado y minuciosamente estudiado, sin ni siquiera el mínimo atisbo de corrección de parte del entramado taurino, cegado a sus propios intereses, los del momento, y más nada.
Craso error.
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