Cuando recordamos la trágica noche del accidente vial en el que perdiera la vida César Girón hace 50 años, estando frente al ordenador nos preguntamos ¿cuál fue la herencia que dejó aquel gran torero?
En vida creó una dinastía taurina, ejemplar para el mundo de los toros.
Dinastía que integraron sus hermanos, los hijos de Carlos Girón y de Esperanza Díaz, Rafael y Curro, en un principio, más tarde se agregó Efraín, también apadrinado por César, y finalmente en la línea de los hermanos Freddy, matador de toros y Pepe Luis que fue siempre la ilusión de César, que por ser el bordón de la casa y por su talento que en él se centraron las esperanzad del maestro.
Rafael, segundo en alternativa, deja un hijo matador de toros; Juan José, y Curro a Marco Antonio.
La dinastía de los toreros se continúa en César Vargas Girón, nieto del maestro, hijo del rejoneador Antonio Ignacio Vargas.
En la casa materna han sido las hermanas de César Girón: Yolanda, Columba, Guadalupe y Rosario, las que sembraron la casa de títulos universitarios, Médicos Veterinarios y Doctores en Derecho, las que llenas de responsabilidad ordenaron y exaltaron los valores obtenidos en las enseñanzas que César Girón logró enla experiendia de su niñez y precaria juventud.
César Girón casó en Madrid con Daniele Ricard, la madre de los nietos del multimillonario Paul Ricard : César, Patricia y de Myrna.
Daniela es hija del todopoderoso empresario marsellés, Paul Ricard. Myrna, la madre del matador de toros César Vargas Girón.
La hija mayor, Myrna, casó con el rejoneador Antonio Ignacio Vargas y Patricia siempre muy alejada de su familia venezolana poco o nada supimos de ella, solo que fue tanto su rechazo hacia los toros, España y Venezuela, que se negó aprender el idioma castellano.
César Girón Ricard, hijo, varón único de los Girón – Ricard, vino a Venezuela en diversas oportunidades a Venezuela. Simpático, buen conversador y muy aficionado a la fotografía; por cuenta propia visitó Maracay y se hizo acompañar de César Perdomo, el capitán de la familia, y conoció amigos de la niñez de su padre, el maestro Girón.
Hizo Girón - Ricard contacto con el entorno de la familia en Maracay ; en Valencia conoció amigos de su padre, como John Díaz Carabaño y César Dao Colina, estre muchos buenos taurinos y amigos de César porque Valencia fue la cúspide de la carrera taurina del maestro, siendo a la hora de su partida el empresario de la Plaza de Toros Monumental de Valencia. Aquel instante César Girón convirtió a la plaza de toros de Valencia en la más importante de America.
La última tarde de César
El último cartel que César Girón organizó como empresario fue la corrida del 27 de junio de 1971, Corrida de los 150 años de la Batalla de Carabobo. Contrató a Luis Miguel Dominguín y a Antonio Bienvenida, fue a México y compró un encierro de Reyes Huerta.
Coincidió la fecha, 27 de junio en la historia taurina nacional con la tarde gloriosa de Eleazar Sananes "Rubito". Fue la tarde cumbre del torero de San José en su dilatada carrera profesional como la gran figura de Venezuela. Eleazar hizo el paseillo solo en Arenas de Valencia, lidió un emocionante encierro de don Salvador Barreto, y concluyó la corrida con un rriunfo de apoteosis a hombros, bajo la lluvia por la calles de Valencia.
Fue la gran tarde de Girón en El Palotal. Tarde ejemplar con el graderío a reventar y su amigo personal, el doctor Rafael Caldera, Presidente de la República en el Palco Presidencia.
Estos recuerdos los vemos por el retrovisor y descubriremos un libro abierto, lleno de lecciones y añoranzas.
Girón cortó cuatro orejas y abrió la Puerta Grande, único torero que ha salido a hombros del pueblo taurino por ese camino de los barrios del Sur de Valencia.
Todo comenzó en Caracas, muchos años antes. César era caraqueño de cuna y de actitud, porque fue donde nació a la vida y como torero, luego de un triunfo histórico – vale el adjetivo, porque aquella actuación de Girón ha sido desde ese día ejemplar para los toreros nacionales: Seis novillos que mató de seis estocadas y un pinchazo para salir a hombros del pueblo de Caracas, camino a las redacciones de los diarios más importantes de Venezuela, El Nacional, El Universal, Ultimas Noticias y La Religión, y emprender la carrera más importante jamás vivida por un torero americano que tendría dos inalcanzables puntos de relevancia entre los muchos importantes.
Fue en Caracas, con sus influencias que César Perdomo Girón le atendió y orientó. Perdomo fue guía de vida para César y también para Curro. Hombre importante para la familia, por su conducta y su formación como venezolano le sembró a sus sobrinos fuertes vínculos a la nacionalidad.
Herencia que dejan los Girón al pueblo que les respeta e idolatra por sus triunfos en las arenas de los toros.
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Recordaremos al primero de los dos increíbles acontecimientos que el tiempo ha convertido en joyas de la herencia de Girón. Ocurrieron los día 27 y 28 de abril de 1954 fecha que César le cortó los rabos a los toros Cobito de Juan Cobaleda y Foquero de Salvador Guardiola.
Dos rabos en menos de 48 y para más detalle en la Maestranza de Sevilla. Único matador de toros en hacerlo en la historia de la Maestranza de Sevilla. La tarde del 27 alternó con Manolo Vazquez y Pedrés, y la del 29 de abril, con Manolo Carmona y con Juan Posada.
El segundo hecho ocurrió el primero de octubre de 1954 cuando se premió su actuación con el toro Nacarillo de Huando con las dos orejas, el rabo y una pata de bravo astado, por su faena de excepción en la bicentenaria plaza de toros de Acho, en Lima. Única pataque reconocen los registros de la Feria del Señor de los Milagros, aunque hay panegiristas taurinos que mencionan una pata cortada por Luis Procuna, por el banderillero de Procuna, David Siqueiros, “Tabaquito”, sin que ese premio fuese otorgado por la autoridad taurina de Lima que en ese momento presidía el espectáculo en la tercera de la temporada del Señor de los Milagros que anunciaba en el cartel a Girón con Antonio Bienvenida y Rafael Ortega, dos reconocidos maestros del toreo.
En la herencia de César Girón, compuesta de retos importantes en el orden universal de la tauromaquia, existe el renglón correspondiente a Madrid. A la Plaza Monumental de Las Ventas. César Girón abrió la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas en cinco oportunidades: 1955, 1956, 1958, 1962 y 1963.
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La Plaza México, la Catedral del Toreo de América tambien tiene su espacio en la herencia que César Girón le dejó la torería americana. Aunque entre el público mexicano y el torero caraqueño nunca existió una relación de afecto, esta relación sirve de ejemplo para distinguir entre los seres humanos del corriente el ejemplo de raza y temperamento César Girón. Traeremos a este relato de acontecimientos de César Girón, el testimonio de dos grandes periodistas de México. El destacado periodista, columnista de Al Toro México y pluma valiosa para el toreo azteca, Horacio Reiba, y el maestro de la cónica taurina Carlos León Quezada.
Comenzamos con lo que escribe Horacio Reiba en uno de sus brillantes relatos históricos: - Entre César Girón y el público de México la comunicación nunca fue fácil. Desde que el venezolano partía plaza moviendo ostentosamente el brazo derecho en posición horizontal caían sobre él los primeros abucheos. En la Plaza México –donde confirmó el doctorado sin pena ni gloria (04-01-53), y cuajó luego una buena temporada en el invierno de 1955-56– no acababa de encajar, de ahí su esporádica presencia en nuestras temporadas.
Y la de 1961, su tercera temporada aquí, no le estaba resultando particularmente fecunda. Ese año, la empresa regentada por Alfonso Gaona, privada del concurso de diestros hispanos por encontrarse roto el convenio, apeló a espadas de otras nacionalidades con tal de dotar de cierta variedad sus carteles; desfilaron así Manolo dos Santos, Pepe Cáceres, Joselillo de Colombia –el de mayores logros, aunque al final decepcionara–… y César Girón, en plenitud de poderío y decidido a conquistar la Monumental de una vez por todas. Tanto así que, en su arrogancia, se declaró muy superior a la baraja mexicana vigente y no dudó en presentarse con un encierro descomunal de La Punta al que los ases locales le alzaron pelo. Excepto, claro, Joselito Huerta, con quien ya tenía un mano a mano en su haber (22-01-56) del que salió vencedor el poblano. Pero ni los punteños, a los que Girón, puestísimo, impuso su mando, ni posteriores corridas de La Laguna y Matancillas le permitieron triunfar, a pesar de que anduvo siempre por encima de sus adversarios. Con eso su contrato, por tres corridas, quedó concluido. Y por toda recompensa, una vuelta al ruedo con discrepancias. Gris panorama y escasas perspectivas de futuro en México. Pero aquel 1961, la prensa taurina, aliada con algunos conocidos periodistas de espectáculos, se animó a revivir la corrida de la prensa, que había estado de moda en las décadas del 20 y el 30 y llevaba muchos años sin celebrarse. Su mayor acierto fue contar con una señora corrida de Tequisquiapan a la que se apuntaron dos toreros de buen arte pero algo marginales a la sazón, Jesús Córdoba, bastante empolvado, y Humberto Moro, que había triunfado fuerte al reaparecer esa temporada (18-02-61) pero luego no asegundó. Girón no sólo se ofreció para completar la terna sino visitó redacciones pregonando que bañaría a sus alternantes porque no había en México una sola figura de su talla. Los periodistas manejaron muy bien la propaganda y no sólo consiguieron llenar la plaza sino la engalanaron con Rodolfo Gaona como invitado especial y desfile de bellas actrices como preámbulo de la fiesta, que iba a abrir el rejoneador potosino Gastón Santos. Lucía el centauro, vestido a la Federica, una suntuosa casaquilla granate, y entre aplausos desfilaron de negro y oro Córdoba, de rosa y oro Moro y de lila y oro Girón, con gesto tan decidido que esta vez nadie se atrevió a pitarlo.
En realidad, la arrolladora actuación de César Girón podía haberse saldado, como las legendarias de Lorenzo Garza (11-12-46) y Manolo dos Santos (30-01-50), con el corte de dos rabos, porque nadie se habría opuesto a que se le concediera también el tercer apéndice del cierraplaza "Juan Gallardo", luego de obligarlo a seguir la senda del toreo grande pese a la resistencia ofrecida por un bicho resabiado y probón, finalmente doblegado y obligado a embestir por la poderosa muleta del gran torero de Caracas en una de las tardes más inspiradas de su vida.
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Carlos León, que nunca fue complaciente con el de Venezuela, describe con meridiana claridad la que fue, a criterio suyo, la faena de la temporada:
"Un torero tan bueno no podía irse sin convencer plenamente a una afición tan buena como la metropolitana. En forma inexplicable, la gente la había tomado contra el venezolano, porque en ocasiones se ponía teatral, soberbio y farsante. Pero dentro de ese histrión había un lidiador potencial, un diestro con mucho sitio, un torero en plenitud artística. Y le llegó su tarde cumbre, en la que tumbó cuatro orejas y un rabo para que no quedara duda de que es una figura indiscutible de la torería contemporánea.
"Bravísimo fue el primero de sus enemigos, pero no menos bravura hubo en el corazón del sudamericano. Bien lo toreó con el percal y monumentalmente con la franela, cuajando una de esas faenas que consagran a cualquiera… La había iniciado estatuariamente con ayudados por alto, para inmediatamente ponerse el trapo rojo en la mano torera y ligar ocho naturales portentosos por el temple, la quietud, el aguante: ¡El toreo clásico en su más pulcra manifestación!
"Siguió con la zurda dando extraordinarios naturales, que cerró brillantemente con el forzado de pecho. Mas, por si ello fuera poco, con la mano de saludar trazó la perfecta circunferencia del toreo en redondo, en dos o tres series monstruosas por lo bien eslabonadas. Y luego, el digno remate del volapié definitivo, la suerte suprema en su más pura ejecución. La gente se le entregó, ahora sí, redimiendo la saña injusta con que lo trataron otras tardes. Nevados de pañuelos los tendidos, César cortó las dos orejas y el rabo del burel de don Fernando. Vinieron las vueltas al ruedo en medio de la locura colectiva, pues habíamos presenciado la mejor faena de la temporada. Y, como era justo, el cadáver del bravísimo “Rascarrabias” de Tequisquiapan fue paseado en torno a la barrera, pues tan noble fue el toro como extraordinario el torero. Para tal faena cumbre, no había ya ni discusión en quién era merecedor de la “Pluma de Oro”. ¿Pluma nada más? Yo le hubiera dado una máquina de escribir fundida en platino, con las teclas de brillantes, el tabulador de ubíes, el soltador de margen de esmeraldas.
"La cosa no quedó ahí, pues César cortó otros dos apéndices del último de la tarde. Desde los superiores doblones con que inició el trasteo para meter al bicho en la muleta se mascaba que íbamos a ver otra faena de escándalo. Y así fue. Otra vez los derechazos de dimensiones increíbles y los naturales de espanto, por lo bien hechos. Otra lección de toreo extraordinaria, nueva cátedra de bien hacer, epilogada con el ramalazo del volapié certero. Las dos orejas y la salida en hombros, lograron lo que algún día tenía que suceder: la conquista plena del público de México por un torero que había sufrido su desprecio y su repudio, pero que acabó por vencer y convencer". (Novedades, 27 de febrero de 1961).
En medio de tantos triunfos, tanto recuerdo y tantas enseñanzas, la herencia de César Girón no podría Resumirse a unaCuenta bancarIa y mucho menos a estaditicas de sus éxitos profesionales en las plazas de toros del mundo.
Girón, va mucho más allá en lo que de César Girón existe: su nombre, que es el de su hijo, César Girón Ricard, graduado en la École Supérieure de Commerce de Lyon, ha desarrollado su carrera profesional en el grupo Pernod Ricard en 1987, donde ha desarrollado toda su carrera. En 2000, fue nombrado director general de Pernod Ricard Swiss SA antes de convertirse en presidente y director ejecutivo de Wyborowa SA en Polonia en diciembre de 2003.
Desde julio de 2009, César Giron ocupó el cargo de presidente y consejero delegado de Pernod, hasta su nombramiento, el 1 de julio de 2015, como presidente y consejero delegado de Société Martell Mumm Perrier-Jouët.
El Sr. César Giron es miembro del Consejo de Administración de Société Paul Ricard. CEO chez Martell Mumm Perrier-Jouët
César Girón. 50 Aniversario
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