viernes, 8 de octubre de 2021

CAPÍTULO 37 (Final) del libro GARFIAS, EL TORO DE MÉXICO por Víctor José López EL VITO


Capítulo Treintisiete

LA HERENCIA

DE DON JAVIER



 






En avaro y conciso concepto puede resumirse la misión en la vida de Javier Garfias como ganadero de reses bravas. Vino a la vida con la misión de continuar, transmitir y mejorar el milagro genético logrado por don Antonio Llaguno.

La ganadería mexicana además de competir con los mejores hierros españoles que recientemente se han importado a México, cubre más de 70% de la población del toro bravo en suelo azteca. 

Javier Garfias de los Santos se convirtió en el arquitecto del proyecto basado en las  fórmulas del monje Gregorio Mendel: las Leyes de la herencia expresadas 30 años antes que don Antonio y su hermano Julián pisaran suelos europeos.  

Los hermanos Llaguno González fueron a Europa a buscar las riquezas ganaderas con propósitos de mejorar razas y condiciones del ganado bovino, caballar y caprino en su natal Zacatecas, y estimulados por las conclusiones en conversaciones con Ricardo Torres “Bombita” que les indujo a tomar un camino en la cría del toro de lidia. 

Las noticias eran sobre el trabajo y experimentos que desarrollaron las leyes de la herencia conocidas como las Leyes de Mendel 1865. 

Javier Garfias (1929 – 2005)dejó como herencia las lecciones de vida. Fue un ser privilegiado que por su inteligencia robusteció el desarrollo ganadero  en extensión de más del 70% del universo ganadero mexicano. 

Javier Garfias,  entre todos los ganaderos resolvió la farragosa algarabía que existió antes que don Antonio Llaguno impusiera la confluencia y el cruzamiento genético.  De la sensibilidad de Llagéno y de su inteligencia emanó el toro que selló la cultura taurina mexicana, exaltada por valores de la fiesta como lo fueron Manuel Jiménez “Chicuelo”, Lorenzo Garza, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Pedro Gutiérrez Mora “Niño de la Capea” conjunto de ases que universalizaron la fiesta de los toros mexicana.

Esa fue en parte la herencia que Javier Garfias dejó. Decimos en parte, porque en realidad el beneficio se desparramó para propagarse extendiendose por cientos de ganaderías que al día de hoy conforman la ganadería mexicana.

Son los hijos de Garfias, sus hermanos y otros descendientes quienes como ardiente tea sostienen en manos de la responsabilidad la continuidad del legado.


Así lo entendieron Marco y José Antonio, sus hermanos Garfias de los Santos escalando las alturas exigidas por el hermano mayor´

José Antonio pisó terrenos muy importantes representando la divisa de De Santiago, Pepe Garfias y Santa Isabel que son divisas que en expansión defienden Isabel, Santiago y Pepe Garfias Montero los sobrinos de Javier, los hijos de José Antonio.

Su hija Angela María, sus hijos Javier David, Pedro Mauricio, Pablo Antonio, Alonso Garfias Sitges y su nieto Javier David Garfias López con orgullo  y vocación familiar han de defender el blasón que llegó a confundirse en las plazas de toros de México y Sudamérica en representación gráfica de la nación mexicana y su fiesta de los toros como pasión de raza y de vida, pero en nuestro criterio su herencia ha ido mucho más allá de su familia y del encaste que le dejó al toro de lidia mexicano. 

Nos referimos a la sentencia pública del ganadero Javier Sordo, en interesante entrevista que le concedió al periodista Rafael Cue cuando se refiere a las tres generaciones que le anteceden en la dirección de tan importante ganadería como lo es Xajay. 

Esta vacada había sido fundada a principios del Siglo XX, es decir coincidía el esfuerzo de sus fundadores con el inicio del proyecto de los hermanos Llaguno, Antonio y Julian cuando preparaban viaje a la tierra de Mendel, primero y más tarde a Sevilla a visitar por recomendación del matador de toros Ricardo Torres “Bombita” la vacada del Marqués de Saltillo.

Xajay en sus inicios seguía el método que seguía la mayoría de los ganaderos cuneros de México y de Sudamérica, es decir , seleccionaban el ganado por su rabieta más que por su bravura y eso les bastaba para satisfacer el toreo divertido que era lo que entonces cundía.

Poco a poco fue afinándose la guitarra y de cuando en vez le echaban a las vacas rabiosas uno que otro toro de procedencia española cuando en 1794 don Raymundo Quintanar inició la cruza de ganado criollo, las vacas que tenía, con toros españoles que sobraban de las corridas de toros que entonces se importaban de España para las temporadas.

José Manuel Peña en 1880 que era el propietario de El Salitre, le compró el ganado a Quintanar y le agregó un toro de Miura y otro de Concha y Sierra, dos de Anastasio Martín y un toro de Arriba Hermanos que importó directamente de España. Con cierto cartel logrado por la divisa de Xajay  entonces con el verde y el rojo como colores de su divisa, en 1903  compra el ganado don Miguel Peón, un ganadero yucateco que poca atención le presta a la ganadería y se deshace de Xajay que pasa a manos del yerno del Presidente de la República don Porfirio Díaz quien, por cierto, le cambia los colores de la divisa original a la ganadería por el azul marino y oro.

La hacienda de San Nicolás Peralta, que era propiedad del yerno de don Porfirio, Ignacio de la Torre Mier, se convierte en la casa ganadera porque a San Nicolás se llevó todo el ganado ganado de Xajay, lidiándose a partir de entonces con el nombre de aquella Hacienda. Hizo nuevas cruzas con toros de Ibarra y Saltillo, obteniendo magníficos resultados,  ydespués, con toros de Concha y Sierra, Miura y del Duque de Veragua, con los que no fue tan afortunado. La Revolución visitó San Nicolás Peralta en 1911 y saqueó la hacienda por lo que el gobierno incautó la propiedad de la tierra.

 Don Miguel Dosamantes Rul compró la vacada a los herederos de don Ignacio de la Torre en 1920 incorporándola a su Hacienda de Peñuelas.

 En 1923 vendió a don Edmundo y don Jorge Guerrero Perrusquía una parte de San Nicolás Peralta, integrada con vacas de Peñuelas y dos sementales de Piedras Negras, y las crías que estas ligas proporcionaron. Llegó el agrarismo, se entusiasmaron los invasores y don Eduardo Guerrero fue asesinado por los invasores.

Sus herederos vendieron la ganadería y el rancho y el bisabuelo del arquitecto Javier Sordo Magdaleno compró la hacienda y el ganado por salvar la ganadería.

Hubo un momento que se pensó en vender el rancho y la ganadería, pero era tan poco lo que ofrecían y eran tantas las cosas hermosas que se podían hacer que prefirieron los Sordo mejorar el ganado con cruzas  de toros de Parladé.

Hasta que llegó don Javier Garfias en los años setenta y convenció a la familia Sordo, el hermano mayor del actual propietario, que se cruzara con toros y vacas mexicanas, es decir Garfias, San Martín. 

Javier Garfias aprovechó  que Javier Sordo superaba quebrantos de salud para juntos realizar un estudio profundo de lo que se trataba el ganado de lidia que ahora formaba Xajay. Conceptos que venían de generación en generación desde 1908 fueron desechados con ejemplos exitosos vividos en la experiencia de Javier Garfias.

Cuenta en la entrevista de Rafael Cue  el ganadero y empresario Javier Sordo que su trato con matadores de toros como Enrique Ponce, Julián López “El Juli”, Andrés Roca Rey  le ayudaron a entender y comprender lo que significa la selección en el tentadero. Con Garfias comprendió la historia vivida en la selección de las familias procedentes de Saltillo y las cruzas con el ganado criollo hasta llegar a lo que se conozca hoy día como la Sangre Llaguno. Aparte del ganado de Llaguno vía Garfias, Sordo le agregó a su hato reses, es decir vacas y toros, de Santa Coloma vía Paco Camino. Tenemos una buena relación con el maestro, y nos ha ido muy bien son su ganado.

Esta experiencia con Xajay la ha repetido Javier Garfias con muchos ganaderos de México, y esa, esa revolución genética en el concepto de don Antonio Llaguno que se expande con la acertada interpretación que hizo don Javier Garfias de los Santos.



 

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