sábado, 18 de septiembre de 2021

REUNIONES PRESENCIALES DE VENTAURINO por Juan Salazar

 Enviado desde Madrid por Juan Salazar, luego de la II Reunión virtual de Ventaurinos en Casa Salvador  Fecha: 17 de septiembre de 2021 • Lugar: Casa Salvador (calle Barbieri, Madrid)



REUNIÓN PRELIMINAR • Fecha: 15 de abril de 2021. • Lugar: Restaurante Martinete, plaza Marqués de Salamanca en Madrid. • Asistentes: Julio Stuyck, Juan Salazar, François Zumbiehl, Carlos Abella.   

Reunidos en la I Tertulia de Ventaurinos Domingo Plaz, José Pedro Barnola, Víctor José López, Maniel Torres, Vidente Carrillo Batalla y Karl Krispin. (Foto Emily de Carrillo Batalla)

I REUNIÓN DE VENTAURINO • Fecha: 3 de agosto de 2021. • Lugar: Domicilio de Vicente Carrillo-Batalla en Caracas • Asistentes: Domingo Plaz, José Pedro Barnola, Víctor José López, Manuel Torres, Vicente Carrillo y Karl Krispin. •

 Comentarios: Al amparo de Emily y Vicente, entrañables amigos y finos anfitriones, hemos tenido nuestra primera tertulia de Ventaurino. He disfrutado del privilegio de oír temas de historia contemporánea de Venezuela, con referencias a quien fuera excelente causseur José Giacopini Zarraga, de grata memoria, del talento creativo del arquitecto Tomas Sanabria, de escuchar de los contertulios anécdotas de distintos personajes de la política venezolana de épocas mejores que la actual. Y, claro está, no podía faltar el tema taurino con repaso del quehacer taurino de figuras y menos figuras del toreo de los últimos 50 años, con coincidencias. Sobre el tapete, la próxima corrida en solitario de Morante que nos tiene en expectación optimista. Los anfitriones nos obsequiaron un fino menú libanés, el cual tuvo por añadidura queso manchego y el inigualable jamón de jabugo. Todo regado con un excelente caldo de la Ribera del Duero. Este refrigerio lo tomamos en el jardín desde donde al anochecer y entre follajes se divisaba claro y sin nubes, perfectamente iluminado el Hotel Humboldt, máxima creación del recordado arquitecto Sanabria. Para un servidor ha sido privilegio conocer personalmente al Maestro Vito, a Karl Krispin y a Domingo Plaz, a quienes solo conocía por vía cibernética mediante Ventaurino, con la sorpresa de que Karl conocía a mi hijo Pepe y que Domingo es hijo de Rene Plaz Bruzual a quien conocí desde que yo era estudiante y con quien coincidí luego en la Sala de Casación Civil mientras fui conjuez y asistente del Magistrado Carlos Trejo Padilla. Inolvidable rato hemos pasado con mi agradecimiento a los anfitriones y demás compañeros de tertulia. Muchas gracias. José Pedro Barnola


II REUNIÓN DE VENTAURINO • Fecha: 17 de septiembre de 2021 • Lugar: Casa Salvador (calle Barbieri, Madrid) • Asistentes: François Zumbiehl y Elsa, Julio Stuyck, Vicente Carrillo-Batalla, Muriel Feiner, Michél Rivain, David Arias, Antonio Moreno, Jorge Halabi, Guillermo Ganteaume, Eduardo Gómez, José Ramón Márquez y Juan Salazar 




Y LLEGÓ EL DÍA… La cosa empezó así como de pasada, como suceden los eventos importantes. Porque vamos a ver, ¿acaso se levanta uno por la mañana, un buen día, y decide que va a encontrarse con su media naranja?; no, la vida te asombra y los hechos más fútiles devienen en gratísimas sorpresas. Así el 19 de agosto, en el prolífico chat de Ventaurino, el alma mater de la peña en Madrid, Julio Stuyck, publicó: “Vicente sería bueno aprovechando tu estancia en Madrid en los primeros días de Septiembre reunirnos en un almuerzo con otros miembros del chat que en esos días estén en Madrid como puede ser François, Juan Salazar etc…” ¡Bravo, don Julio!, esos son los comentarios que alumbran los grandes acontecimientos. El aludido en el mensaje, el eximio aficionado Vicente Carrillo-Batalla, contestaba a los pocos minutos: “Encantado y muy honrado de participar en un encuentro madrileño de Ventaurino. Puede ser entre el 14 y el 19 que sin falta estaré por allá. Os ruego fijar la fecha que más convenga al grupo”. A partir de ahí se inició una cadena en la que nos fuimos apuntando los que en esas fechas teníamos previsto estar por los Madriles. La cita quedó fijada para el viernes 17 de septiembre, desconozco si por casualidad, pero coincidente con el aniversario de la alternativa, en 1927, de Vicente Barrera, actuando de padrino Juan Belmonte. Sobre el lugar no hubo discusión posible, Casa Salvador, el templo gastronómico-taurino por excelencia sito en la calle Barbieri. Unas semanas antes del encuentro se planteó la posibilidad de realizar una actividad adicional, consistente en un paseo gallista. Lo mismo que en las diferentes poblaciones, con carácter previo al festejo, las reinas de las fiestas desfilan con sus carruajes y los jóvenes con sus charangas, nosotros, en ánimo y juventud de espíritu no íbamos a ser menos, y también queríamos hacer nuestro paseíllo preliminar. De esta forma, con puntualidad taurina, que en eso de la puntualidad lo mismo que en otras cuestiones de la vida los aficionados somos muy respetuosos, nos dimos cita en la plaza de Oriente, frente al Palacio Real, el lugar en el que una fría mañana del 2 de enero de 1871 un joven de 14 años, Luis Mazzantini Eguía, desfilaba en el cortejo de Amadeo de Saboya, cuando este último llegaba a Madrid para asumir la corona. Las fuentes históricas no indican si Mazzantini fue más aplaudido por el pueblo madrileño que el rey traído de Italia... Desde ese lugar iniciamos un itinerario embaucador, en el que nos fuimos deteniendo ante diferentes inmuebles, algunos de ellos muy conocidos por los aficionados. Las casas en las que vivió “el Rey de los Toreros” en la calle Carlos III y la plaza de Oriente no son tan notorias como la residencia que tuvo en la calle Arrieta, 14, de la que salió el 16 de mayo de 1920 por su propio pie para dirigirse a la plaza de Talavera y de la que volvió al día siguiente, a las siete de la tarde, ya de cuerpo presente. En el trayecto por la calle del Arenal, Puerta del Sol, carrera de San Jerónimo, calle Sevilla, la de los Madrazo y la calle Peligros recordamos a muchos de los protagonistas que residieron en la Villa del Oso y el Madroño y que hicieron grande el arte de Cúchares. Recorrimos los domicilios, restaurantes, cafés e incluso peluquerías donde pasaron sus horas Domingo Dominguín, Frascuelo, Juan Belmonte, Marcial Lalanda o Vicente Pastor.

 “Estoy convencido que para conocer a los personajes históricos, es preciso visitar los lugares que frecuentaron o habitaron” , Vicente Carrillo-Batalla dixit. Pero el recorrido era gallista y fue de obligado cumplimiento la visita a la tienda del Alfombrista, donde se reunían los partidarios de los gallos, al actual Museo del Jamón, donde antaño estuvo el restaurante Bilbaíno, lugar en el que Joselito cenó por última vez, o Lhardy, establecimiento en el que se le ofreció un homenaje, en 1913, al maestro de Gelves, tras cortar su primera oreja en Madrid a Jimenito, cuando el corte de orejas era cosa muy rara y muy seria. Pasamos también por la casa natal de su hermano, el inimitable Rafael el Gallo, frente a la cual estaba el restaurante “La Estrecha”, local en el que Joselito y el cronista Gregorio Corrochano firmaron las paces y acordaron la participación de José en el maldito festejo de Talavera. Recorrimos muchos rincones y recordamos a los queridos amigos mejicanos ausentes en el paseo, pero presentes en nuestro corazón, ¡cómo hubieras disfrutado Fernanda!, por lo que también nos detuvimos en la casa en la que se alojaba Miguel Freg cuando fue corneado y muerto en la plaza madrileña. “Todos los Freg fueron valientes” escribió Fernando Vinyes en su delicioso libro “México diez veces llanto”. Por cierto, el itinerario transcurrió sin incidentes, no obstante, por poco tenemos que lamentar una cornada que podría haber sido mortal; el caso es que al inicio del trayecto, desde la terraza del Teatro Real, a uno de los obreros que estaba trabajando se le cayó una llave Allen, que pasó a escasos centímetros de Eduardo; la herramienta, al impactar en el suelo, sonó estrepitosamente. ¡Vaya susto!, aunque bien pensado, si nos llega el día en el que El de Arriba decide llamarnos, pues que te pille haciendo un recorrido gallista, no es mala opción…

François Zumbiehl y Elsa, Julio Stuyck, Vicente Carrillo-Batalla, Muriel Feiner, Michél Rivain, David Arias, Antonio Moreno, Jorge Halabi, Guillermo Ganteaume, Eduardo Gómez, José Ramón Márquez y Juan Salazar 

 Tras este paseo, que nos ayudó a abrir el apetito, llegamos puntuales, siempre puntuales, a las 14.15h a Casa Salvador. Allí, en la entrada nos encontramos todos, ¿todos? En honor a la verdad no estábamos la totalidad de los convocados, nos faltaba el alma mater, Julio Stuyck…, que siendo el más torero y puntual, ¡ya estaba arriba, esperándonos! Casa Salvador, fundada en 1941, es un verdadero museo que todo aficionado que pisa Madrid debe visitar. El ambiente es encantador. Ángeles, gran aficionada y continuadora de la saga familiar que regenta el restaurante, nos esperaba a la entrada. El lugar no solo es destacable por su decoración taurina en la que todas las paredes están adornadas de fotos, cuadros y carteles, sino, además, por su extraordinaria cocina. En la parte alta, en un reservado, pudimos departir a nuestras anchas. ¡Qué alegría!, ¡qué maravilla! Muchos de los que allí estábamos era la primera vez que nos veíamos “físicamente”, pero Ventaurino nos había unido más que a algunos de los vecinos de bloque con los que compartimos vivienda y ascensor, y a los que no nos liga más relación que el “buenos días” o “buenas tardes” de rigor que intercambiamos cuando nos cruzamos con ellos. Aquí no, era la primera vez que coincidíamos sin embargo nos conocíamos de mucho antes, nos conocíamos y apreciábamos. Además, en estos tiempos “de persecución”, la afición une mucho. Este vínculo entre los aficionados, que solo nosotros entendemos, sucede, por ejemplo, cuando en una boda de una persona poco conocida a la que nos invitan, alguien nos presenta a otro invitado: “mira Luis, te quiero presentar a Andrés al que también le gustan los toros”. A partir de ese momento, el tal Andrés, aunque sea un gañán, tuerto, tartamudo, feo a rabiar y padezca de halitosis, se convierte en un amigo fraternal para el resto de la celebración. En esta ocasión, el disfrute en la comida estaba garantizado, con independencia de nuestro vecino de mesa, todos selectos y queridos aficionados. Aquí daba igual la ubicación donde le tocara a cada uno, el deleite quedaba asegurado. En estos tiempos de pandemia, las formalidades exigen que las mesas no sean muy numerosas, por lo que en lugar de sentarnos en una única, nos distribuimos en dos, separadas por escasos centímetros, pero eso sí, ¡en dos mesas, cumpliendo la legalidad, faltaría más! Nada más acomodarnos, nuestro admirado contertulio François Zumbiehl elevó su copa brindando por los presentes y los ausentes, entendiendo como tales al resto de los participantes de Ventaurino, a los que el Señor les depare una larga, próspera y venturosa vida. El menú estaba acordado, de forma que primero disfrutamos de unos entrantes variados con sus croquetas, morcilla, verduras salteadas y demás. De segundo, a elegir entre merluza rebozada, rabo de toro y entrecôte, los dos primeros especialidad de la casa. Como estábamos entre buenos aficionados muchos optamos por seguir la recomendación del recientemente desaparecido escritor Antonio Caballero, nacido en Bogotá, que en uno de sus capítulos de “A la sombra de la muerte”, tras explicar la importancia de la Fiesta y los beneficios económicos de la misma, finalizaba diciendo: “Moraleja: aficionado, si de verdad lo eres, pide rabo de toro en todos los restaurantes”. Las conversaciones resultaron sumamente interesantes, por un extremo de una mesa se escuchaba hablar del Papa Negro y por el lado opuesto, de la próxima Feria de Otoño. ¿Cómo dividirnos para participar en todas las conversaciones?, ¿es posible mantener intercambio de impresiones a la vez con dos grupos diferentes? ¡Disfrutamos mucho, mucho! y por supuesto recordamos y extrañamos a Eloy, Víctor, Fernanda, Karl, José Pedro, Domingo, Juan Pablo, Fortunato, Tite, Ignacio, Isabel, Carlos, Ruben, Manuel, Sergio, Gustavo, Alfredo, Ricardo, José Antonio, Nilson, Federico, César, Pablo… El organizador del acto, Vicente Carrillo-Batalla, pronunció unas palabras en las que agradeció la participación, finalizando con el deseo de: “¡Que se repita!” Tras los postres, cafés y las copitas de licor, que hubo tiempo para todo, dimos por terminada esta magnífica reunión, encuentro de aficionados de diferentes países a los que nos une el arte más excelso que pervive como testimonio de un tiempo glorioso. Retomando las palabras de Fernando Sánchez-Dragó: «Los toros son lo único que queda del mundo antiguo, de la era de los titanes, de los dioses. El torero es la figura del héroe y el héroe ha desaparecido de nuestra sociedad... Es el rito más antiguo de la tierra». Juan Salazar

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