sábado, 18 de septiembre de 2021

PRIMERA CORRIDA DE LA FERIA DE SEVILLA por Zabala de la Serna

 

Sólo Morante resiste el paso del tiempo

PREMIUM
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Roca Rey se hace con la única oreja de un gran toro en el regreso a la Maestranza, pero la huella de la esencia la deja el torero cigarrero con la suerte de espaldas

Sólo Morante resiste el paso del tiempo

Atravesó la plaza el sonido de los clarines como un pájaro de alegres notas. Levantó el vuelo el pasodoble Maestranza 707 días después de la última vez, crujieron los goznes en desuso de los portones y los caballos de los alguaciles trenzaron una senda de huellas sobre la playa virgen del albero.

De pronto, cuando asomó Morante de la Puebla con la determinación exultante de 2021 en el gesto, en la pisada y en la mirada, a la par que Roca Rey y Pablo Aguado, el tiempo se retrajo hasta aquel 10 de mayo de 2019. Como si fuera posible volver atrás. Es inexorable su voracidad. Sólo los dioses la resisten. Y dios sólo hay uno...

Arrancó el paseíllo cargado de nostalgias, y a mitad lo frenó el Himno de España. Un temblor de soles nuevos agitó los tendidos. El latido emocional vibraba en la plaza, dentro y fuera de ella, envolviéndola entera. El alborozo de los bares por la calle Adriano olía a Domingo de Resurrección. El cartel de «no hay billetes» reflotaba su sitio desubicado, los años robados, un aborto masivo de glorias. Un minuto de silencio recordó su hueco y el vacío de quienes no alcanzaron la orilla. Aquilino Duque ha sido el último en partir: «Reloj de arena, tu cuerpo /. Te estrecharé la cintura / para que no se pare el tiempo». Algunos inoportunos gritos patrioteros cortaron el silencio con su estridencia. Una ovación para los toreros recuperó el señorío.

Y salió Enojado a inaugurar la corrida de Victoriano del Río y la nueva normalidad con el gafe de la vieja, haciendo honor a su nombre. Un trapío altivo, agresivo, distraído. Ni descolgaba ni intención tenía. Morante le robó tres verónicas entre el molinillo de los cuernos. No hizo nada en orden el funo. Siempre poniéndose por delante, metiéndose por detrás. El caballo no corrigió nada y empeoró en banderillas: la brega tan profusa y enganchada de Lili pareció agriarle más el carácter. No había un resquicio de luz en su oscuridad. El maestro salió con la espada de verdad, pero lo quiso mostrar. Al zote no le entra ni el bueno ni el malo. Así que los ciegos pitaron cuando abrevió.

ARJONA

Otro aire y otro estilo traía Distante, tan definido. Una cara más recogida, una fineza cierta -el toro más sevillano-, una fijeza preclara para perseguir la bamba del amplio capote de Roca Rey, que lo voló a la verónica con asiento y notable dibujo. Cuidó el poder exacto del toro que apuntaba a superior. Y lo fue. Lo entendió RR notablemente en la primera parte de la faena, concediéndole la media distancia, sin apretarlo en su mano derecha. Que armó dos series de largo trazo, sereno temple y escaso ajuste. El público coreaba aquello con el entusiasmo contenido de los años de confinamiento. También provocó el agrado la tercera ronda, que fue al natural y la última que sostuvo el tono creciente de la faena. Desde entonces inició una paulatina cuesta abajo, no ostensible por el corifeo. La embestida sí siguió con su bonancible ritmo sostenido, el ritmo suave de Distante. Un circular por allí; otro por Triana. Ahormó un final más clásico del usual, con ayudados por alto y doblones por bajo. Un pinchazo enfrió algo a quienes ya venían enfriándose. No lo suficiente para que, tras la estocada contraria, le dieran una oreja así como de bienvenida. A Distante le quedó otra.

El capítulo de Pablo Aguado transcurrió por la senda inocua de un bello y largo toro sardo, exento de remate y carente de todo poder. La cosa sucedió entre algodonales: la nada.

En la diversidad de hechuras y remates de la corrida, siempre vino seria por delante, no toda armónica, el cuarto se reunía más en sí mismo sin alcanzar el equilibrado tipo del segundo. Morante esculpió un manojo de verónicas sensacionales por la mano derecha, que fue desde un principio la buena. Media verónica como una hoja caída y una larga cordobesa de pura alegría. El fondo del toro anunció pronto que no duraría. Pero sería su existencia suficiente para que el torero de La Puebla cuajase en los mismos medios el más bello toreo. Hundido el mentón, atalonada la figura, acinturados el empaque y el embroque, fundió en bronce macizo una cadena de esculturales redondos. Que exigieron hasta el aliento de la embestida. Y los enfrontiló después con el sabor macerado de los años. Ahí entregó su alma el toro, que pidió árnica entre las rayas. MdlP pintó muletazos y detalles de una torería descomunal, entre algún apuro, de tanto querer, que provocó que la banda dejase de tocar. Este sábado había mucho chufla. Morante sacaba un partido imposible. Varios molinetes abelmontados fueron una delicia. Los pinchazos acabaron de difuminar el éxito. No la esencia. Porque es lo único que resiste al paso del tiempo.

Fue el quinto el único cuatreño del cinqueño conjunto. Pablo Aguado esbozó un sutil quite por chicuelinas. Y una media carísima. La intervención puso a cavilar a RR, que pidió que le colocasen el toro para responder con unas vozalonas gaoneras, ruidosas y movidas. El toro había marcado querencias madrugadoramente. Y alcanzó el inicio de faena con aspiraciones de tablas. El peruano atacó desde el prólogo de rodillas con todo. Un arrimón a saco. Hasta el fin. Bastó media estocada y un descabello. Pero no para el presidente, que obvió la fuerte petición. Una vuelta al ruedo no consoló a quien tanto ambiciona.

Pablo Aguado cerró con un sexto de mucha movilidad y un tornillazo de despedida evitable. Pero había que enganchar por delante y vaciar por abajo, gobernar, o sea. Acusó una lesión que arrastraba desde los albores de la tarde en la parte posterior rodilla. Y casi no pudo seguir tras enterrar el acero. Amagó Morante con ayudar y terminar de descabellar. Aguado impuso el honor al dolor y dio el último golpe de verduguillo.

Ficha

Sábado, 18 de septiembre de 2021. Primera de feria. No hay billetes (60%). Toros Victoriano del Río y uno de Toros de Cortés (6º), todos cinqueños menos el 5º; distintas hechuras y remates, serios por delante; excelente el 2º dentro del juego desigual del resto.

Morante, de pizarra y oro. Dos pinchazos y media estocada habilidosa (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, estocada y descabello. Aviso (saludos).

Roca Rey, de gris perla y oro. Pinchazo y estocada contraria (oreja). En el quinto, media estocada y descabello (petición y vuelta al ruedo).

Pablo Aguado, de negro y plata. Pinchazo, estocada y descabello (silencio). En el sexto, pinchazo, media y varios descabellos. Aviso (silencio)

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