domingo, 5 de septiembre de 2021

CAPÍTULO VEINTISÉIS del Libro GARFIAS, EL TORO DE MÉXICO: RAÚL GARCÍA, del mero mero Monterrey por Víctor José López EL VITO

 Capítulo Ventiseis

RAÚL GARCÍA

Del mero mero Monterrey


Mi compadre Raúl García es un torero del Monterrey industrial. Nació en el corazón de la urbe que transformó México, como la ciudad guía en el desarrollo, convirtiendo México en una nación competitiva a pesar de la permanente presión de la frontera del coloso norteamericano, cerquita un poco más al norte. 


Raúl García viajó a España con mucha categoría. Lo recibieron Paco Camino y El Cordobés en la Monumental de Las Ventas, Madrid, para la confirmación de su alternativa  que recibiera en México de manos de Luis Procuna. 


Raúl García vivió  familiarizado en su niñez por la  fiesta de los toros. Su padre, don Sebastián García, hermano del matador de toros Gregorio  García, aquel torero y que fue  conocido por su elegancia y bohemia, como El  Esteta Potosino.

 Monterrey ha sido cuna personajes, considerados héroes de la fiesta de los toros y de la política económica del país.

    

Raúl en 1956 vistió su primer traje de luces en su natal Monterrey, lo hizo en la plaza portátil de la Exposición Ganadera y Agrícola, destacándose entre los alternantes. Los halagos le animaron para ir a México, ciudad a la que llegó siendo casi de niño con la idea de hacerse matador de toros.

Estimulado porque en su familia se comentaban y exaltaban los logros y méritos de su tío Gregorio, a quien los panegiristas de la fiesta destacaban en alabanzas por la variedad de sus quites y su expresión estética en banderillas.

 Gracias a los palitroques Gregorio destacó en Lisboa, donde vivía a sus anchas y era considerado una figura del toreo entre los aficionados lusitanos. En San Sebastián, Guipuzcua, donde competía con ases del toreo como Manolo Escudero, en tiempos de Manolete, quien por hacerle un quite a un toro que le hirió al Esteta Potosino sufrió, el madrileño,  una terrible cornada que lo mantuvo entre la vida y la muerte; pero, fíjese amable lector, Gregorio García no fue de ayuda en el desarrollo profesional de Raúl García. Su héroe de Raúl más bien fue indiferente y no le prestó la atención que el aprendiz requería.

Afortunadamente Raúl ha sido un hombre de carácter que desde niño distinguiría en la vida lo genuino y lo falso. Como ser humano ha sido un hombre cabal y de torero un matador de toros muy especial. 





A México llegó Raúl sin avisar le entró ala gigantesca urbe por la terminal de autobuses de la ciudad y sin que el viejo Gregorio García le tomara en cuenta. Todo lo contrario, Raúl se vio obligado a  resolver de inmediato y,  con inteligencia y, apoyándose en su natural simpatía,  ganó amigos entre los maletillas  que conoció en las mañanas de preparación en la plaza de Insurgentes. La plaza Monumental que le esperaba para convertirle en uno de sus consentidos, el coso cuya afición su afición le exaltaron en sus triunfos históricos los triunfoss en competencia con su gran rival, Gabriel España. 

Eran los tiempos de Fernando de los Reyes “El Callao”, un torero que por su sello, presencia y escuela crecía prometiendo e ilusionando como la gran figura que no pudo ser. 

 

La carrera de novillero de Raúl García fue brillante,  puso de lado sin complejos la referencia aquella “este es el sobrino de…” para ser él, Raúl García Rivera, quien por su valor, calidad y expresión escribiría muy importantes capítulos como novillero en competencia con Gabriel España convirtiéndose en una pareja similar pero con mucho más profundidad de aquella que en España hicieron Julio Aparicio y Miguel Báez “Litri”.


Su primer compromiso lo sorteó el 13 de junio de 1958, con  Francisco Calderón ("Parrita") y Fernando Velasco con  novillos de Campo Alegre. Impresionó el regiomontano, al extremo que sumó en la temporada de 1958 unas cincuenta novilladas. Suficiente crédito para la alternativa en Morelia, Michoacán, de manos de Luis Procuna, que fue su padrino y también el padrino de su rival Gabriel España. Los toros fueron de Torrecilla y además del título de matador de toros Raúl recibió una cornada en el muslo derecho. Aquello fue su  bautismo de sangre, porque Raúl se arrimó como un jabato, lo que siempre haría en su dilatada y ejemplar carrera.  


En 1964 viajó a España y actuó en plazas importantes como Zaragoza, donde en su presentación cortó tres orejas y abrió la Puerta Grande. Sorprendió al triunfar en San Sebastián de los Reyes al lado de Manuel Benítez "El Cordobés", su tarde cumbre la viviría en Zaragoza, donde regresó impulsado por su buen cartel y anterior éxito.

 En Zaragoza la armó grande, fue  paseado en hombros tras cortarle tres orejas a los toros de Concha y Sierra (12-10-64).


Su éxito en Valencia despertó el interés de las empresas como la de Madrid, donde confirmó su alternativa en mayo de 1966 integrando el cartel más importante de la Feria de San Isidro con Paco Camino como padrino, y El Cordobés de testigo con toros de Galache, todo un lujo. Completó su grandeza como torero y como persona con un brindis a Carlos Arruza “en nombre de us paisanos mexicanos, por lo que fue en el toro y lo que hizo por los toreros mexicanos”. 


Raúl Garcia ha sido un torero emblema de México, tanto en su expresión como en el sentido de entender la tauromaquia. Lo confirman sus actuaciones trascendentales en el historial de la ganaderías de Javier Garfias, Santo Domingo y Las Huertas en la arena de la Plaza México como pergamino sobre el firmó documentos importantes en la Historia de la Plaza de Insurgentes por sus faenas a «Comanche» de Santo Domingo, la ganadería de Manue Labastida que fue guía en la formación de Javier Garfias como ganadero. Raúl,  familiarmente, siempre estuvo ligado a los Labastida. Un toro que lidió el 31 de enero de 1965 en la Plaza México y al cual se le concedió el indulto. 


Vacas del antiguo hierro regional de Espíritu Santo y sementales de Miura figuran en el pie de simiente de la ganadería potosina adquirida a fines de la década del 40 por los señores Labastida, que pronto relegaron dicho encaste en favor de un hato de San Mateo lo que fue  motivo de inspiración para Javier Garfias.

En Santo Domingo el pelo rojizo prendió, y quedó replicado en una docena de machos de las camadas de 1960 y 1961. Teniendo como telón de fondo la célebre corrida de los  berrendos que consagró en México a Paco Camino (Toreo, 31-03-63),.

 Manuel Labastida decidió apartar varios toros colorados para lidiarlos en la México en cuanto alcanzaran la edad reglamentaria. Tal decisión, iba a ser determinante para el encuentro de Raúl García con "Comanche", sexto de una tarde anodina hasta ahí, que ambos transformarían en histórica.  Cuenta el periodista Horacio Reiba, el gran cronista mexicano presente en la arena de la México:  - Raúl empezó a  cuajar al alegre y noble "Comanche" desde los lances iniciales, abrochados con la revolera más rítmica y armoniosa que recuerdo.

- Acudió el de Santo Domingo al caballo y al deshacerse la reunión, García se irguió en los medios y se echó el capote a la espalda a la manera de Lorenzo Garza para bordar la auténtica gaonera, cargando la suerte y jugando los brazos con cadencia musical. 

  • Y aún agregó otro quite, por chicuelinas estatuarias, antes de invitar a César Girón a cubrir, con gran lucimiento, el tercio de banderillas. 
  • La plaza rugía. Ya no dejaría de hacerlo, cautivada por un toreo que nada tuvo de tremendista –la etiqueta que le habían colgado a Raúl. 
  • Su faena provocó un intenso cataclismo emocional, pues a la quietud y clase derrochadas aunó una irreprochable arquitectura, fundamentada en el toreo clásico con oportunos guiños ultramodernos. 
  • La inició el de Monterrey con tres muletazos de hinojos, llevando muy toreada la embestida. Y, situados en los medios toro y torero, todo fue a más. Las tandas por ambos pitones, a base de muletazos de prolongado temple, cintura rota e impecable pulseo, se iban eslabonando con perfecta armonía. Brillaron sobre todo los naturales, tan ligados como si se tratara de uno solo.
  • Y en los remates, lo mismo se pudo admirar la arrogancia del de pecho izquierdista que, dentro de la moda de la época, el cambiar el viaje del toro para pasárselo por la espalda, ya en la capetillina, ya desahogando por alto la embestida según lo había implantado El Cordobés pero tersamente, sin la brusquedad de éste.
  • “Comanche” repetía y repetía sin tirar una cornada, como hipnotizado por la inspirada muleta del norteño. Y del clamor emanado de la monumental obra derivó, en pleno éxtasis, la petición de indulto, finalmente atendida por el juez Pérez Verdía.
  • Era el tercer perdón que se concedía en la México, tras los de "Muñeco" de Carlos Cuevas (Procuna, 16-04-51) y "Cantarito" de Valparaíso (José Huerta, 10-05-59). Y habíamos visto una de las mejores faenas en la historia del coso, premiada entonces con las orejas y el rabo y un clamor interminable. 


Para Raúl García, aquel triunfo representaba la consagración, pero al mismo tiempo resultó una carga durísima para su futuro. Aunque indultaría otro toro en la México –"Guadalupano" de Las Huertas, 19-03-67–, y por más que su nombre y su torería continuaron vigentes durante el resto de los años sesenta, alturas semejantes no volvió a alcanzarlas, al menos en la capital, donde el recuerdo de "Comanche" y de aquel 31 de enero de 1965 pesaron demasiado en el ánimo de un público dotado en esa época de tanta sensibilidad como memoria.


"Comanche". Una vez curadas sus heridas, el hermoso colorado de los señores Labastida volvió a los potreros de Santo Domingo y, como es natural, se le destinó a semental. Alcanzó a procrear algunas crías de excelente nota, pero una fría mañana de 1966 amaneció muerto en el campo. Corta vida para tan larga memoria.


El torero regiomontano también indultó en la México a «Guadalupano» de la ganadería Las Huertas, el 17 de mayo de 1967.  Dos faenas históricas, hazañas que lo colocaron en el grupo de toreros que más indultos han concedido en esta plaza. Otros momentos de grandeza en el toreo de Raúl se vivieron en Guadalajara y  en La Luz de León, Guanajuato el  14 de julio de 1964  un tarde que se cortaron ocho orejas y un rabo, dándosele la vuelta al ruedo al bravísimo toro ‘Curioso’, que correspondió a Raúl García y en cuya corrida compartió los apéndices con Juan Silveti y el palmeño Manuel Benítez ‘El Cordobés’. . 

Triunfos de gran calado. En Guadalajara inmortalizó con una faena magistral a un gran toro de Javier Garfias cuando actuó en compañía de Antonio Ordóñez, superando al de Ronda al cortar el de Monterrey un rabo, y en León Guanajuato, otro toro de Garfias al que le cortó el rabo en competencia con Manolo Martínez a quien aquella tarde superó Raúl cortándole un rabo a otro magnífico toros de Javier Garfias y que,  su paisano regiomontano Manolo Martínez de acuerdo al testimonio de Francisco Madrazo, realizó a otro toro de Garfias “la faena más torera de su larga y fructífera vida”. 

 

Insisto que Raúl García ha sido la expresión genuina del torero mexicano que supo defender el cuartel azteca cuando Antonio Ordóñez, El Viti, Paco Camino, Diego Puerta, El Cordobés eran contratados para aquellas  extensas temporadas mexicanas. Las  que con el señuelo del dinero muy provocativo invitaba a las plazas de la frontera con los Estados Unidos. Un señuelo que también atrajo a Manuel Benítez “El Cordobés” que desde 1961 enamoraba a los públicos mexicanos, y americanos. 

Ese aldabonazo repercutió en la confección de los carteles de la inminente feria de otoño en El Toreo, donde superaría a Benítez y a Alfredo Leal al desorejar a "Cupido", de Reyes Huerta (21-11-64). 


El acceso a la temporada de la México se lo ganó por esa tarde, y al fin partió plaza en Insurgentes, al lado de César Girón y Victoriano Valencia, para despachar un encierro de pinta castaña procedente de Santo Domingo. Era el domingo 31 de enero de 1965.

Pocos toreros en la historia pueden  exponer ante los pergaminos de la historia triunfos de tanta envergadura y tan bien acompañados como los logrados por Raúl García, el torero de Monterrey.


Como no era el de Monterrey hombre que se achicara fácilmente, en 1964 decidió probar fortuna en España de la mano de Manolo Chopera, cuya atención había captado como alternante de El Cordobés durante las prolongadas giras que hizo aquel año por México el torero de Palma del Río. Y  Raúl, entre los meses de julio y octubre, desarrolló en la península una breve pero importante campaña. 


Conocí a mi compadre en los corrales de la Monumental de Las Ventas en agosto de 1972 la mañana de una corrida de toros del Conde de Ruiseñada en la que se anunciaba en los carteles al venezolano Adolfo Rojas. Llegó Raúl con una escayola en un brazo, una fractura sufrida en Lisboa en festejo que toreó con Antonio Bienvenida. En Madrid nos reunimos con el ganadero venezolano Alberto Ramírez Avendaño en una tasca del famoso monarca de los pesos completos ibéricos Paulino Uzcudum. Esa noche un taxista, muy taurino y admirador de Raúl, se ofreció acompañarnos mientras estuviéramos en Madrid. Era Vicente del Pino “El Fari”. Más tarde millonario por sus éxitos musicales y compañero de Antonio Chenel “Antoñete” en los viajes del gran torero madrileño durante sus campañas de reaparición en los años ochenta.

Luego de Madrid nos fuimos a Bilbao, a la feria en la que debutaba Curro Rivera y en la que actuaba Curro Girón, en el mismo cartel con Paco Camino en la corrida de Miura. Los miuras para Bilbao. Fuimos con Sebastián González y con el actor venezolano Oscar Martínez, gran promotor de los toros en Venezuela. Fue Oscar aficionado pràctico y actuó en varios festivales anunciándose como “Renzo El Gitano”.  Fue aquel mi primer viaje a España.  En Bilbao nos reunimos, gracias al cartel del que gozaba Raúl García entre toreros y taurinos  con tres personajes que se convertirían en amigos para toda la vida. Me refiero a Manuel Martínez Flamerique “Manolo Chopera”, Domingo González Lucas, Dominguín y Raúl Acha Rovira.

 Aquella feria, como les decía debutó Curro Rivera en Bilbao con una corrida de Carlos Urquijo, encierro de descomunal presencia y de gran calidad. El sobrino de Martín Agüero no dejó mal a su tío y abrió de par en par las puertas de la Vista Alegre de Bilbao.

Amistad con Raúl que creció con el tiempo. Vino a Venezuela en cuatro oportunidades. Toreó en Maracay y en Barquisimeto toros de Los Aránguez y un festival en Caracas a la que también vino su compatriota y buen torero Alfredo Gómez "Brillante" aprovechando una reunión entre pares de las Asociaciones de Matadores de Toros de México, Colombia y Venezuela, cuando las agrupaciones americanas eran respetadas por sus pares ibéricos-



Más tarde, años más tarde, con motivo de la inauguración de la plaza de toros de Illumbe en San Sebastián, fuimos invitados junto a Sebastián González Regalado para la despedida de Manolo Chopera como empresario y organizador de espectáculos taurinos. Delegaba en sus hijos, Pablo y Oscar, su organización, una empresa convertida en institución ejemplar . La despedida fue con una reunión en su casa de La Concha, y los únicos extranjeros que asistimos fuimos Sebastián González y nosotros. 

Eran días muy difíciles en la política donostiarra.

Raúl García recibió su alternativa junto a Gabriel España el 1 de febrero de 1959 en la plaza de toros Monumental de Morelia. Luis Procuna fue el padrino de ambas alternativas, las que fueron las primeras otorgadas en la plaza de Morelia. Raúl confirmó en México el 16 de abril de 1961 apadrinado por Fernando de los Reyes «El Callao» con su rival Gabriel España como testigo. En España su confirmación fue el 26 de mayo de 1966 en la Plaza de Las Ventas, su padrino Paco Camino y el testigo Manuel Benítez ”El Cordobés” lidiando a «Camillero» de la ganadería de Francisco Galache.

 No hay duda que su toro más recordado ha de ser  «Comanche», de la ganadería Santo Domingo, toro que lidió el 31 de enero de 1965 en la  México y al cual le concedió el indulto. También indultó en la México a «Guadalupano», de la ganadería Las Huertas, el 17 de mayo de 1967, lo que lo colocó en el grupo de toreros que más indultos han concedido en esta plaza. 

Mi amistad con Raúl García ha sido prolongada por más de 50 años. Lo reconozco como más que un amigo, en su importancia. Han sido sus experiencias y consejos verdaderas guías de orientación en mi profesión como periodista taurino. En lo personal, dada su relación don mi familia, esposa y hermanos Raúl ha sido parte de ella lo que he agradecido siempre. 






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