martes, 24 de agosto de 2021

CAPÍTULO QUINCE DEL LIBRO GARFIAS, EL TORO DE MEXICO : Y LA SANGRE SE RIEGA por Víctor José López EL VITO





Capítulo Quince

Y LA SANGRE SE RIEGA



Jorge Luis Borges señaló que un autor, un libro, un ideal generan sus propios precursores: Kafka generó a Hawthorne y Llaguno a Javier Garfias.


 Al morir don Antonio Llaguno González la ganadería de San Mateo llega a las manos de su hijo José Antonio Llaguno García,  en el cambio de timonel surge la oportunidad para que la nave se se abra y la ganadería de San Mateo riegue al mundo de los toros con el producto que la genialidad de don Antonio Llaguno González creó.




  Llegó “la hora de los galeones”, con la muerte de don Antonio. Ahora se podían comprar las vacas de San Mateo, la creación genética al sembrarle Saltillo a las reses criollas, seleccionadas entre 30 mil y se creó la Sangre Llaguno. 

 Antonio Llaguno González le advirtió a su hijo José Antonio, único varón de sus seis hijos que si quería tener una ganadería de lo hiciera con su propio nombre: 

 -Si yo me muero… conmigo se muere San Mateo

… lo había dicho con sentencia definitiva, de un juicio egoista, lapidario y devastador. Sin embargo – apunta Niño de Rivera – el tiempo había pasado desde esa advertencia y la condición física y anímica del viejo ganadero acusaba un franco deterioro hacia los inicios de la década de los ciencuenta. Postrado en la cama por completo de 1951 en adelante, no tuvo ánimo ni capacidad para involucrarse en la crianza de sus toritos, mucho menos tomar decisiones en  ganadería. Llevaba siete años y cuatro meses paralizado de la cintura para abajo, consecuencia de una lesión en la espina dorsal clínicamente mal manejada en una operación que le practicaron en el Hospital Militar de la Ciudad de México en 1945. 

El accidente ocurrió cuando don Antonio auxiliaba en las labores de encajonamiento una corrida de toros en Pozo Hondo. Un toro destrozó el cajón de madera y escapó  hacia la manga que el ganadero creyó le resguardaría. No fue así, pues al pegarse de la manga un tornillo saliente le produjo la contusión de la columna vertebral. No pasó mucho tiempo cuando don Antonio  comenzó a sufrir dolores intensos que le obligaron someterse a una operación en el Hospital Militar de las Lomas de Chapultepec 7 de febrero de 1945. El ganadero estuvo hospitalizado por varias semanas, pero nunca se restableció de los fuertes dolores impidiéndole presenciar sus corridas desde el callejón.

 Durante los últimos días de abril de 1952 comenzó el declive final de su precario estado de salud. Recibía muy pocas personas que no fueran de su familia, por la debilidad que lo aquejaba, dejó de hacer la hidroterapia con la enfermera que no se despegaba de su lado,. Siempre luchando contra el sufrimiento que día a día incrementaba.

Frente a la circunstancias refiere Luis Niño de Rivera en la página 466 del libro Sangre de Llaguno, “su hijo José Antonio se tuvo que hacer cargo de todos los menesteres de San Mateo. Tomó el control de los libros de la ganadería, decidió sobre los empadres, condujo los herraderos y los tentaderos, hizo selección de toros para las corridas y llevó a cabo el embarque de los animales para las plazas, durante la fase final de la vida de su padre. El deterioro físico de don Antonio le fue impidiendo hacer efectiva la ejecución de su devastadora sentencia. Quizás en el fondo, en los rincones más apartados de su conciencia, el artífice de la obra genética más  extraordinaria en materia de toros bravos que había en México supo que el mandar el ganado de San Mateo al matadero no sería una acción contra de su hijo, o a favor de su ego, sino un pecado de lesa patria”.  

El 15 de enero de 1953 falleció don Antonio Llaguno González, genio de la cria del toro de lidia… Habían pasado 20 días del cumpleaños 26 de su hijo José Antonio.



José Antonio Llaguno, hijo de don Antonio Llaguno González con Dolores García se hizo cargo de la ganadería desde el momento que don Antonio entró en penosa agonía  heredando la titularidad de San Mateo.

  -Mi padre me instruyó en todo lo relacionado con la ganadería, Estoy seguro que no le faltó detalle.

Dijo el heredero después de las exequias en el Panteón Español, que había puesto a un lado la sentencia de su padre que dijo y predicó que  “Si yo me muero… conmigo se muere San Mateo”.

Nos relata Javier Garfias:

Comenzamos a comprar ganado de San Mateo con los ganaderos Manolo Bergongoitia y LuisBarroso de Mimiahuapam, don Reyes Huerta Velasco, y con Mario Moreno “Cantinflas” de la ganadería que llevaba junto a su hermano a nombre de Moreno Reyes Hermanos, y José Chafik Hamdam de San Martín. Se integró lo que llamaron “un grupo élite” con las hembras puras compradas a San Mateo,  de donde se generarían los sementales para estos cuatro hierros que cubrirían las vacas impuras adquiridas en forma paralela.


En el caso de Mimiahuapam se comprò la totalidad de las vacas pertenecientes a Torreón de Cañas de origen Torrecilla.

Reyes Huerta, por su parte compró vacas impuras a San Mateo, mientras de Javier Garfias adquirió vientres de Torrecilla y del propio San Mateo. San Martín, finalmente, completó con vacas de Torrecilla, José Julián Llaguno y Valparaiso.


El Tío Carlos, el gran cronista Carlos Septién resumió con gran tino que don Antonio Llaguno González “podía disponer con certeza el envío de seis virtudes para disfrute y regocijo los toreros de la casa, o el regalito de seis vicios para sudor y lágrimas de los ases no gratos a la divisa”.





Javier Garfias estuvo cuatro años de administrador de la ganadería de San Mateo, desde 1963 al año 67. Cuatro años que José Antonio Llaguno García se fue a vivir a España. 

Esta situación le  presentó a Garfias la oportunidad de meterse en los libros de la ganadería y beber de la fuente de la sabiduría de don Antonio, conocer yerros y aciertos en sus experiencias y poder saber ver cuáles fueron los caminos que anduvieron para lograr el éxito.

Javier Garfias creció  mucho internándose en aquella joya. Descubrió lo que era cada uno de los sementales y entendió las ecuaciones de los empadres despejando interrogantes genéticos entre la vacas originales y las de Saltillo.

 -Toño no era fácil, cuenta Javier Garfias, y agrega que - Me cobraba como al que más pero me permitía escoger.

-Sí, me permitió escoger lo que yo en ese momento creí era lo mejor.

 -La fórmula es: primero,  tienes que ver el libro; luego el tipo del toro, es decir que sea afín a su origen,  porque dentro de esta ganadería encontrarás muy diferentes tipos y siendo la misma ganadería diferentes. Los tipos tienen que ser afines a sus orígenes, pertenecer a la rama de donde vienen. Por último la tienta.  -  Conjugar las tres cosas, tanto mejor pero en ese orden.


Y pensar que fue en un tentadero, en La Blanquita, donde  surgió el disgusto más increíble entre Javier Garfias y Alberto Bailleres, un personaje tan importante que con Javier tenía  muchas aristas que lo unían. Ocurrió que estaban  tentado unas vacas y salió a la arena una de descomunal tamaño. Una vaca de Javier Garfias, que resultó nava y muy noble siendo aprobada con expresiones de aprobación por los exigentes  aficionados reunidos en el tentadero. Alberto Bailleres, en son de broma le pregunta a Javier Garfias: - Oye Javier,¿como haces para que no ese te caigan los toros?¿Me podrías pasar la fórmula? A lo que don Javier para ser bien escuchado se saca el tabaco de la boca. Sontíe y le responde: Es fácil Alberto, cuando me des el dato de cuándo suben o bajan las acciones en la Bolsa de Valores.

Jamás volvieron a hablarse, reunirse o expresar el afecto que hasta por razones familiares tuvieron toda la vida.


Fue en 1967, cuando Javier Garfias visita por primera vez Venezuela. Coincide el año del fin de su relación laboral con Antonio Llaguno. Su primera visita fue a San Cristóbal, plaza de toros Monumental que un par de días antes se había inaugurado convirtiéndose el escenario en la plaza de toros con mayor capacidad, 18 mil espectadores, en Sudamérica. Esto antes que se construyera la Monumental de Valencia que superó los 20 mil asientos en sus graderíos.

 La presentación de Garfias en Venezuela fue el 20 de enero de 1967 con una corrida de toros para Antonio Ordóñez, Efraín Girón y José Manuel Inchausti “Tinín”. La empresa era Manolo Chopera y Sebastián González Regalado y como representante de un grupo de inversores tachirenses Hugo Domingo Molina. Este andino se convirtió con los años en el ganadero y empresario taurino más importante e influyente en Venezuela y en el continente. Chopera y sus socios eran los empresarios en Caracas, donde lidió su segunda corrida en plazas venezolanas en el Nuevo Circo con el cartel de Antonio Chenel “Antoñete”, Curro Girón y Paco Camino.  

Ya Garfias se había presentado como ganadero de cartel en México, en una corrida de toros  en Torreón, con Carlos Vera “Cañitas”, Rafael Llorente y Fermín Rivera en Torreón en 1959, es decir ocho años ante.  Su primera novillada en la México fue en 1965 corrida de toros formal. 

 Cuando se refiere a estas presentaciónes don Javier cuenta que:

No lidié en la plaza México desde  1948 a 1965  porque aunque tenía ganas no me sentía apto.

Lo importante de la ganadería, repetía el ganadero cuando descubría urgencias entre los nuevos ganaderos,  es la permanencia.

-Es cuando la ganadería tiene realmente importancia. Una ganadería puede que durante tres años sea la mejor del momento, pero que despues nadie la puede torear eso no vale.

-Lo que vale es aguantarse los cinco primeros y luego funcionar 30 o 40 años y para aguantar 30 o 40 años debe tener una sangre extraordinaria y eso es lo que debemos convervar.




Cuando Manuel Labastida y Peña, primo hermano de don Antonio Gafias Peña, el padre de Javier,  se enteró que su sobrino Javier estaba interesado en adquirir un lote de vacas y toros de sangre Llaguno de procedencia San Mateo Torrecilla,  e iniciar su propia ganadería fue en 1948; y, por casualidad, don Manuel tenía en su finca un pequeño lote de diez vacas de Torrecilla.

 La finca de don Manuel era una fracción de la ex hacienda de Santo Domingo, en Santa María del Río en el mismo estado de San Luis Potosí. Don Manuel habló de inmediato con su amigo Julián Llaguno para ver si no tendría inconveniente en que Javier se quedara con esas diez vacas de su propiedad. Don Julián estuvo de acuerdo y fijó el precio en mil pesos por vaca. Labastida acordó entonces con su sobrino venderle 25 vacas de Santo Domingo, a 500 pesos cada una, más las diez de Torrecilla.  

Así nació la ganadería de Garfias; pero, para Javier eso no era suficiente como punto de partida. Javier Garfias no tenía conocimiento de procedimientos para la formación de empadres, selección de hembras y de machos, y otros secretos propios del oficio. 

Su tío Manuel Labastida le ofreció llevarlo a todos los tentaderos de Torrecilla, dada la amistad tan cercana con don Julián. 

Javier gustoso aceptó. 

Sabedor de que no habría mejor escuela que la enseñanza directa de don Julián. La relación directa con este sabio ganadero y el joven potosino fue creciendo con el tiempo y el desarrollo de conocimiento por parte de este último. Poco a poco fue compartiendo con don Julián sus inquietudes y necesidades en materia de sangre brava.  Don Julián le correspondía ofreciéndole diversos sementales de Torrecilla. El 12 de octubre de 1948, Javier Garfas empezó a formar sucasa ganadera, al comprar su tío, don Manuel Labastida y Peña, 25 vacas con hierro de Santo Domingo, a las que les echó un toro de Torrecilla marcado con el número 10.


Al poco tiempo Garfias inició la compra de un toro de vacas de don Julián Llaguno González. También compró dos becerros, que después padrea con las vacas. Al amparo de esta amistad, Javier se fue haciendo ganadero de bravo, porque de ganado manso y de agricultura sabe un rato largo ya que su finca de Santiago – a medio andar de la carretera Ojuelos – San Luis Potosí – era una buena escuela para aprender esas dos cosas, sobre todo si se considera que el maestro de este aprendizaje fue su mismo padre. Desde la primavera de 1946 en los potreros de Santo Domingo padrearon un considerable número de reses procedentes de Torrecilla, lo que le indicaría al joven Javier que por ahí era el camino que debía seguir para lograr el ideal de su ganadería.



Su boda con Angela Sietges fue trascendentalmente importante en la vida de Javier Garfias.


Todo se logró gracias a la participación de la esposa de don Javier: Ángela Sietges de Garfias, quien era propietaria de unas joyas que por años pertenecieron a su familia y que valían un potosí . Sí señor, sin pensarlo mucho y viendo el camino que llevaba su esposo lo animó invertir seriamente en la ganadería respaldándolo con esta suma importante de dinero.  Fue testigo Garfias  de cómo funcionaron los reproductores Manojo 35, Rayito 41, Saucero 9. Lo mismo que los  Violeteros y Cominitos. Tan bien procedentes de nobilísimo linaje de Saltillo estos  dos toros  berrendos en negro, pinta clásica de la antigua casta vazqueña.



 Fracisco Madrazo atestigua, “sin temor a equivocarme” que las ganaderías de Manuel Labastida y Santo Domingo tienen en sus piaras el noventa por ciento  de sangre de Torrecillas debido a la serie de cruzamientos. No podemos olvidar las famosas corridas de “los berrendos” de Santo Domingo en El Toreo de Cuatro Caminos, en el Nuevo Circo de Caracas, la Monumental de Valencia en Venezuela y en la Maestranza de Maracay que pasaron a la historia por los éxitos logrados por Manuel Capetillo, Paco Camino, Curro Vazquez, Manolo Martínez, Raúl Contreras “Finito” y Efraín Girón. Este último la tarde de “los berrendos” en Caracas se alzó con un triunfo de apoteosis de 5 orejas y un rabo. Lidió dos toros por percance de Manolo Martínez que sufrió fractura del escafoide.



El doctor Labastida Igueravide, hijo del "amo" Manuel Labastida, fue un  personaje de vital importancia en la vida de Javier Garfias.



Un relato vivido por don Manuel Labastida confirma con hechos su testimonio.  Durante una partida de póker, señala Madrazo, jugaban don Julián, don Manuel, Luis Castro El Soldado y Alfonso Ramírez El Calesero en la finca de el Sauz cuando surgió una discusión entre los ganaderos,  acerca de cuáles serían las mejores campechanas – mezcla de mariscos que se sirve como entrada -, si la de los ganaderos de Sain Alto o las que se vendían en Santa María del Río.

 Como no se ponían de acuerdo convinieron en apostar una vaca brava y nombraron jurado a los matadores que se encontraban con ellos. Don Manuel envió de inmediato a su chofer hasta Santa María del Río -empresa nada fácil aquellos días – y pacientemente esperaron su regreso. 

“El Soldado” y “El Calesero”, después de hartarse de campechanas, levantaron la mano de don Manuel en señal de su triunfo. Las campechanas potosinas eran las mejores, y  don Julián pagó a su amigo con la vaca Consentida 48, de pelo negro.

Pero don Julián no olvidó esta derrota y esperó la oportunidad para volver a retar a don Manuel… y, llegó la oportunidad. Una mañana de noviembre en casa del ganadero potosino, donde  después de muchos dimes y diretes se concertó una carreraJulián Llaguno  y Manuel Labastida, teniendo como escenario el frontón de don Manuel.

El juez de la salida fue Fermín Rivera, el de la llegada el gran picador don Pascual Meléndes. 

El amo de Santo Domingo, Manuel Labastida,  volvio a resultar triunfador, esta vez por “barriga y media”, recibiendo como premio la vaca Zacatecana 56, negra zaina que don Julián tuvo que enviar como pago de su segunda apuesta perdida. 

Al poco tiempo el mismo don Julián le obsequió a Emma Labastida de Meade la Copetona 49, entrepelada bragada, que fue la que mejor ligó.

Copetona sería la abuela del toro Sol 65, berrendo en negro, aparejado con cara y cornialto al que Jorge El Ranchero Aguilar, después de una estupenda faena y de matarlo en la suerte de recibir, le cortó el rabo el 21 de marzo de 1961. La ganadería de Santo Domingo obtuvo su cartel al lidiar su primera corrida formal en la Plaza Monumental México.



Como señalamos, fue el 12 de octubre de 1948, Javier Garfas empezó a formar su casa ganadera  al comprarle a su tío, don Manuel Labastida y Peña, 25 vacas con hierro de Santo Domingo a las que les echó un toro de Torrecilla marcado con el número 10. Fueron sus primeros pasos como ganadero de bravo en el camino que le llevaría al éxito y reconocimiento  de los más exigentes aficionados al toro  de lidia.

Al poco tiempo Garfias inició la compra de un toro de vacas de don Julián Llaguno González. También compró dos becerros, que después padrearon con las vacas. 

Don Francisco Madrazo continua su relato y cuenta que amparo de esta amistad, Javier se fue haciendo ganadero de bravo, porque “…de ganado manso y de agricultura sabe un rato largo ya que su finca de Santiago – a medio andar de la carretera Ojuelos – San Luis Potosí – era una buena escuela para aprender esas dos cosas, sobre todo si se considera que el maestro de este aprendizaje fue su mismo padre”.


 Javier, nos cuenta Paco Madrazo, antes que todo ha sido un hombre muy de campo y esto, a mi entender le valió enormemente para llegar a ser un magnífico criador de toros bravos.


 Poco después Javier bebe las liturgias de la ganadería en otro abrevadero de altos vuelos: el de Antonio Llaguno García, hijo del mítico Antonio Llaguno González,  de quien es gran amigo y con el que manejó San Mateo durante los años que Toño se radicó en Sevilla.

Garfias se fortaleció y aumentó un considerable pie de vacas de una de las ganaderías madres de México, su piara por entonces ya casi todo procedente del ganado de los señores Llaguno.

Con verdadero esmero, con verdadero cuidado, estudiando los libros de la ganadería fue haciendo una torada de gran calado, pues basta ver la forma en que mantiene sus vacas y sus toros para saber perfectamente el cariño y la afición que este hombre siente por la fiesta.

 De esto fuimos testigos en diversas oportunidades con Javier Garfias como anfitrión en Los Cues, en diferentes momentos de años distintos años recorrimos todos los potreros de sus dos fincas y hay muy pocos “peros” que se pueden poner en cuanto a las formas en que cuida sus reses bravas. En muy pocas casas ganaderas de México he visto una vacada tan bien seleccionada. Sobre todo, sus vacas de vientre. 

¡Qué bonitas hembras he visto en Garfias!

¡Qué atajos tan bien seleccionados! En ellos abundan hembras con mucha caja, muy bien cortadas, muy bien puestas de cabeza y rigurosamente seleccionadas en su tipo zootécnico, además, como ya se comprenderá, con magníficas notas de tienta. Porque también me ha tocado estar en esta casa durante los tentaderos de vacas, y puedo decir que Javier es un hombre que sabe calibrar perfectamente la bravura y el buen estilo de sus reses; manteniendo la primera en alto tono, y el segundo con largueza. 

Don Francisco Madrazo, insisto en su sensibilidad como aficionado y honestidad como persona escribe en su informe de veedor de las corridas de toros contratadas para la Temporada Grande en la Plaza México que la de Garfias es la ganadería predilecta de todas las figuras del toreo contemporáneo, se pelean por verse anunciados en un cartel con sus toros. Esta casa comenzó a funcionar fuertemente en la época que el discutido diestro de Córdoba, Manuel Benítez vino a México. Aún recuerdo una tarde en la plaza de León, Guanajuato -cuando aún era de los primeros dueños, los hermanos Obregón Untaza, verdaderos taurinos y aficionados leoneses, que por desgracia un día tuvieron que venderla- una bravísima corrida de Garfias que toreó El Cordobés y en la que, si no me falla la memoria, un toro cárdeno de Javier le pegó una cornada a Juan Silveti.

A Manuel Benítez, torero de suma importancia en los últimos tiempos, lo conocí una mañana en el Hotel Morales de Guadalajara, cuando desayunando me lo presentó mi primo Jesús Solórzano. Agradable de verse y de trato, El Cordobés fue un diestro discutido, pero que sin duda dejó una huella muy honda en nuestra fiesta.


Rodolfo Gaona y Pepe Alameda le dan la bienvenida a Manuel Benitez "El Cordobés" en México donde el polémico torero se convertiría en apasionante ídolo de mutitudes.

Continúa su relato don Francisco Madrazo, con sus recuerdos de ganadería de Garfias, que tomó impulso cuando El Cordobés vino a México, y dice que:

 - "... sin embargo, considero que esta casa dio su paso más firme durante la década de los setenta cuando Javier Garfias afinó el tipo, la bravura y el estilo de sus toros. Por suerte me tocó vivir esta época bastante cerca del ganadero, ya que como muchas veces he dicho, fueron los años que colaboré con DEMSA. 

-En ese tiempo embarqué varias corridas para diferentes plazas de la República, abriendo y cerrando funciones con dos corridas para México.

- La primera 23 de enero de 1972, y la última, el 15 de diciembre de 1974. Aclara Francisco Madrazo que las fechas aquí mencionadas fueron las de los días de embarque.


Luego del debut en  corrida de toros en la Plaza México, enero de 1965,  la divisa de Javier Garfias se presentó en varias plazas venezolanas: 11 de febrero de 1968.  Valencia (Carabobo)  Antonio Ordóñez (2 orejas), Alfredo leal (1 oreja), Curro Girón (2 orejas) y Francisco Rivera “Paquirri” en una corrida de ocho toros completada con dos toros de Reyes Huerta, que era la ganadería mexicana de más cartel aquellos días. 

El 15 de diciembre de 1968 en Caracas para el debut de Eloy Cavazos en Venezuela con Dámaso Gómez (1 oreja), Curro Girón (2 orejas) A Maracaibo fue en octubre de 1969. 

Maracaibo (Zulia)  dos corridas de la Feria de La Chinita para la reaparición de César Girón (1 oreja) y Palomo Linares (2 orejas). Mano a mano y  César Girón, Manuel Benítez “El Cordobés” y Palomo Linares (1 oreja).  1o de noviembre de 1969 dos corridas de toros organizadas por la empresa de los hermanos Lozano, José Luis, Eduardo y Pablo Lozano que sabían de la calidad del ganado de don Javier. 

  



Cavazos debutó en Caracas con toros de Javier Garfias, Manolo Martínez lo hizo en Valencia el 9 de noviembre de 1969 con una gran faena merecedora de las dos orejas con Curro Vazquez y Efaín Girón.  Hasta que se registrara su antigüedad en la Plaza México, Garfias hizo de Venezuela el escenario para sus triunfos .


Regresando a México leemos en el libro de  anotaciones de don Fracisco Madrazo, que dice

: - De la corrida de 1972 guardo el recuerdo de un cárdeno llamado Guerrillero, a un toro de los que mejor vi torear a Manolo Martínez en su triunfal carrera – dije: torear, no solo darle pases-. No olvido que el toro estaba marcado con el número 68, y que abrió plaza. Además, era de una preciosa estampa y fue en su lidia claro, serio, encastado y muy fijo, dejando estar a Manolo a su aire y a su gusto. El Guerrillero no hizo una sola cosa fea en su lidia y Manolo Martínez le compuso una clásica faena, formada de una treintena de pases, perfectamente dados sobresaliendo un hermoso muletazo de trinchera con la zurda, que fue todo jun poema por la belleza, la lentitud y el sabor que le imprimió. Con mi viejo amigo, Javier Garfias, platico un día de pasados recuerdos y vuelve al tapete de la conversación el día de su presentación en la plaza México con la corrida que le dio “el cartel”:- Tres de enero de 1965, Joselito Huerta, Jaime Rangel y Victoriano Valencia. 


Al trabajo y a la inteligencia de Javier hay que agregar el buen tino de haber sabido conservar junto a él y durante muchos años a uno de los mejores caporales que he conocido en las ganaderías mexicanas: Amado Losoya “La Zorra”, quien como caporal ha estado con su patrón desde que empezó la formación de la ganadería. 

Con “La Zorra”, con Gustavo Castro “El Santanero” de San Mateo y Filemón Guevara de La Laguna y con Pedro Chávez de nosotros (La Punta) se formó el póker de ases de la baraja vaqueril de nuestro campo bravo.


 En 1953 Javier Garfias se acercó a su tocayo Javier Rojo Lugo, propietario de la ganadería Huichapan, con la idea de comprarle un buen número de vacas de procedencia de San Mateo. El licenciado Rojo Luna fue prominente político hidalguense, con una gran afición por la fiesta brava. Esa afición lo llevó a fundar su propia ganadería.

Tuvo Rojo Lugo una amistad cercana con don Antonio Llaguno que le pidió ayuda para conseguir permisos para uso de suelo residencial en el predio que tenía en Soteldo. 

Rojo Lugo complació a Antonio Llaguno con dicho trámite, por lo que en agradecimiento, el 5 de octubre de 1944, don Antonio le regaló 15 vacas de origen sanmateino. Hembras hijas de vacas de muy elevada calidad. Garfias conocía la procedencia de los vientres que tenía Lugo, así que llegó a un acuerdo para quedarse con 25 hembras, las madres, objeto del regalo de Llaguno y algunas de sus descendientes.

La formación por una parte, inteligencia y vocación ganadera así como un gran sentido taurino, desarrollaron un sistema de ordenamiento genético que impuso Javer Garfias en la construcción de su encaste y en el proyecto de ampliación genética de la ganadería brava de México.

 De lo original en San Mateo, de acuerdo a los libros, quedaron siete de las familias originarias de Saltillo.Javier sólo tomo cinco. No le gustaban las Zorrillas y de las Platilleras no escogió.

 Se consideran familias fundadoras el lote integrado por diez vacas, todas ellas nacidas en 1908 y que cruzaron el Atlántico a bordo de vapor alemán Bavaria hasta México para luego ser trasladadas al puerto de Tampico, Tamaulipas, y por ferrocarril a Zacatecas: Cominita, 65; Guantera 93; Campanera, 141; Andaluza,148; Pardita, 150; Remolona, 154; Zorrilla, 159; Cumplida, 161; Vencedora, 168; Coquinera, 172.

Fueron 10 vacas escogidas entre 30, y una, Zorrilla, la única con nota de muy mala que el señor marqués impuso en sustitución de Gazpachera, vaca superior. 

A pesar de la larga travesía las vacas llegaron en buenas condiciones, ocho de ellas parieron entre diciembre de 1912 y mayo de 1913 en suelo mexicana. En 1914 durante la plenitud de la Revolución, la hacienda de San Mateo con 48 mil hectáreas de extensión en tierras de labor y agostadero convertida en un manjar apetecido por los revolucionarios fue intervenida hasta noviembre de 1915. 

Don Antonio Llaguno padre  se vio en la necesidad de trasladar su ganado a Ciudad de México. Llevó al frente de la manada de bovinos por caminos y veredas a los hermanos Adolfo Aguirre Conejo Grande y Juan Aguirre Conejo Chico, dos hombres de a caballo y excelentes picadores de toros,  hasta un improvisado corral en la colonia Santa Marta. El hato que incluía 13 vacas españolas que quedaban vivas. Solo 13 de 15, pues la Campanera había muerto en los potreros de Zacatecas.


Gandinguera y Remolona fueron vendidas al carnicero; Lebrijana, Platillera Vidriera y Cominita murieron por diversas causas. Cumplida y Coquinera murieron de cornadas y el semental Vidriero fue víctima del pillaje, robado en el rancho a finales de 1915 después de la entrada triunfal a México de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur con Francisco Villa y Emiliano Zapata a la cabeza. (Sic. José Antonio Villanueva Lagar)  


San Mateo se abre a otros ganaderos como ganadería portadora de la Sangre Llaguno a través de Javier Garfias, Luis Barroso Barona de Mimiahuapam, Pepe Chafik de San Martín  y don Reyes Huerta Velasco. 

Consideraba don Javier, refiriéndose a las cruzas de ganado entre diversos encastes españoles y el ganado mexicano que existe hoy como resultado el ganado de la cruza por muchos años de saltillo con reses criollas,  durante casi un siglo, el proyecto de lo que propuso Chafik, opina Garfias:


No sé lo que realmente tenga del cuento comercial porque siendo el ADN de Chafik es fenicio porque santacoloma no es Saltillo, santa Coloma es Saltillo con Ibarra y nuestro toro mexicano es Saltillo con criollo, no con otro encaste. 

Eso puede no acabar bien. No le voy a entrar, pero me da pena que se vayan a contaminar muchas ganaderías mexicanas, que son buenas ganaderías. Al final de cuentas fíjate que eso fue lo que sucedió. Quitando a los Encinos, las demás ganaderías no han tenido lo que esperaban.

El que traiga el encaste de sangre Parladé vía Conde de la Corte, por ejemplo Atanasio Fernández si no lo mezclan, si lo llevan bien, seguro va a funcionar. Ese tipo de toro le va a permitir a la afición descubrir otros encastes que no conocían. No hemos tenido en México otros encestes  desde La Punta. 

Lo de Domecq esta bien, pero al mezclarlo con lo mexicano como está por ejemplo Jaral de Peñas y José Julián Llaguno encontrarán inconsistencia, pero sin consistencia e irregularidad y el que les funciona es el toro que no tiene cruza. Caminará mejor como receptor Jaral de Peñas con su base Mimihuápam, mejor que a José Julián con su base Torrecilla. 

Está bien la importación, los cambios, para la gente que paga el espectáculo y, a nosotros,  nos van a meter en cierto aprieto porque la percha y la prestancia de un encaste como Atanasio o Domecq provocará que tengamos que poner las corridas con mucha cara y peso, atacadas.  Es lo que está sucediendo, fue profético Javier Garfias.


Según Antonio Macías, Javier Garfias y un grupo de diez ganaderos mexicanos acordaron importar ganado español. Para algunos había llegado la hora de grandes cambios, otros buscaban refrescar. Unidos se sintieron fortalecidos y se invirtió una gruesa suma de dinero, tiempo, esfuerzo, contactos  en España.  

Un día, una mañana en el Hotel Palace de Madrid, reunidos algunos mexicanos con un grupo de ganaderos españoles que representaba Alvaro Domecq y Díez, reunión que fue cubierta por Televisión Española y en la que participaron algunos representantes de  ganaderías y también de compradores los periodistas hicieron su agosto. 

Cuando llegaron a Javier Garfias, con ese estilo provocativo que viste al periodismo español, le pregunta: Señor Garfias, ¿es cierto que el toro mexicano es manito y chiquitico?

Javier Garfias, alejando de su cara el tizón de tabaco que le quedaba a esa hora de la mañana, sacudiendo la ceniza acumula se dirige a don Álvaro Domecq y Díez y cándidamente le pregunta:

- Oye Álvaro, qué opinas de lo que piensan nuestros amigos periodistas ¿Qué toro es más bravo, el toro que comienza comiendo los capotes y los caballos y termina cayéndose y parado, o el toro que termina la faena embistiendo con clase y  muchas veces?

-Pues hombre Javier, el que termina la faena embistiendo y repitiendo.

Dijo Álvaro Domecq y Diez, como consta en el video de aquella célebre entrevista, dando por terminada la rueda de periodistas.


Nos informó Macías que se compraron muchas vacas a ganaderos españoles,  siendo la ganadería que más vacas vendió la de Paco Camino  base Santa Coloma.



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