jueves, 13 de mayo de 2021

EL TOREO ES DE HOMBRES, QUE A SU ARTE LE PONEN NOMBRE. Por Arturo López Negrete BARDO DE LA TAURINA

 Lectura Bardiana para la semana


La invitación la hizo llegar puntualmente Doña Lucero Domínguez Cobián, pa’ asistir a un

evento en Cinco Villas que en el encabezado decía; Festival de Leyendas. Le metí el vidrio del

monóculo de arriba pa’ abajo, concluyendo que cómo Chile Verde no me embonaban las letras

del enunciado, la razón; que este cartel se debió de haber denominado como El Festival de los

Audaces, porque para que cualquier torero se atreva a ser anunciado al lado del matador

Guillermo Capetillo, en una plaza que es una pañoleta de seda con bureles que eran unos

auténticos zapatitos como los de La Cenicienta, coquetos, apretaditos, ligeros como el

aluminio de la línea española de Extrusiones Metálicas.

En verdad que hay que ser muy audaz, porque Guillermo con su sola percha asolerada, acaba

con el menú sin necesidad de sonrisitas de dentífrico, ni IPhone en el regazo, porque es un

esteta, corto a la hora de hablar, kilométrico a la hora de decir en el ruedo y es que Capetillo

no es un gallero, no es un torero viejo, ¡vamos! no es ni una leyenda, es un evangelio que

predica que el toreo es sentimiento, que es muy diferente a piezas de troquel y es que el

toreo no es de apellidos, es de hombres que a su arte le ponen nombre.

Se me comentó que entre animal y animal se escucharían obras de Agustín Lara, el oriundo

de la fracturada CDMX, las interpretaciones de lo letrístico resultaron muy de la escuela

mexicana del toreo de hoy, que es parejita en su ejecución y sin comprometerse a dar el Do de

pecho.

La conjunción de la tarde daba pa’ destapar el pomo de los agaves por todos lados y hablando

de lados recordé, que allá por la calle de Bolívar, donde en los tiempos de esplendor, a una

cuadra del Banco de Londres y México (¿lo recuerda Doña Lucero?) se encontraba un

restaurante de nombre Salambo, que fue el primer lugar, digamos decente, donde trabajo

Agustín Lara y esto no quiere decir que los prostíbulos donde se empleó con anterioridad el

joven Tino no hayan sido decentes, lo que pasa que en realidad son una variante de las Casas

de Citas, pienso que ha de ser como la ópera y la opereta.

Pizarras Pregoneras

El primer cartelillo, tabletilla o pizarrón donde se le daba nombre al de Montecristo que se

iba a lidiar decía ‘Farolito’, que corresponde a una de las letras más corta que escribió Lara,

pues apenas alcanza nueve líneas y fue titulada así porque en los tiempos que el joven nacido

de la calle del Puente del Cuervo, hoy Colombia contra esquina del mercado de Mixcalco,

trabajaba en un antro por la calle del Órgano, que era el paraíso de las de guaraches de charol

y una que otra de tacón dorado, el genio vivía rumbo a la Lagunilla que así se llama por

razones acuíferas, en una vecindad en donde la encargada del portón de la vivienda una vez

que lo cerraba solo permitía su acceso mediante alguna moneda extra y mientras Agustín


esperaba que algún noctámbulo rezagado entrara pa’ colarse, mientras pasaba el tiempo

recargado en el farol de la esquina, de la inspiración de la canción, pues ya ni hace falta

decirlo.

El segundo letrerillo nos permitía leer el nombre de ‘Compadre’ de Fernando de la Mora, este

título me gusta recordarlo, por el hecho de que fue puesto al torero de Pentecostés, por un

periodista que lo fue ni más ni menos que el maestro José Pagés Llergo, todo con motivo que

en una travesía el maestro de las letras y el del Trincherazo, conocieron a un par de cubanas a

las que como objetivo se pusieron meterlas en la canasta, pa’ luego correrles la mano y que

mejor que hacerlo valiéndose una muñeca de trapo que compraron pa’ regalárselas y que ellos

mismos en pleno Océano Atlántico bautizaron dándose con ello el compadrazgo, y que

coincidencia fue Pagés Llergo quien en la Plaza México le regaló al Compadre el toro de su

despedida.

El tercero de salida que fue de Montecristo traía adjudicado el nombre de; ‘Flaco de Oro’

apodo o seudónimo que nunca le cayó en gracia al delgado personaje debido a que lo de flaco

era algo que solo sus allegados lo tenían reservado, pero bueno, en esto de la farándula y el

vodevil todo se vale, aunque en el caso de quien siempre fue, un fuera de serie, porque nació

siendo niño prodigio al grado que a la edad de 10 - 11 años cuando tocaba el armón en el

Hospicio de Coyoacán fue escuchado por el inmenso maestro duranguense Ricardo Castro,

quién a los pocos minutos de escucharlo solo atinó a decir -A este niño no hay nada que

enseñarle, lo sabe todo- ya por esa edad es cuando le da por la toreada que se le facilitaba por

su figurilla erguida a lo que tuvo que renunciar cuando él mismo dijo -Esto de la toreada me va

muy bien salvo por las cornadas-.

La Sevilla Lariana

Ya pa’ el sexto turno después de un brindis trasatlántico de Javier Conde a su querida abuela,

apareció un burel con el nombre de ‘Compositor’, que inmediatamente nos traslada a la que

se le reconoce como su primera composición y que lo fue “Imposible” como también por esa

época decir que sus primeras obras las estrenó en el taurinísimo bar restaurante El Retiro,

donde estrenó “Clavelito”, enfrente del cabaret ‘Rio Rosa’, y ya que estamos por ese rumbo

que a tiro de piedra del night club, había una manzana con cinco calles sobre la cual se

asentaba el ‘Toreo de la Condesa’ en donde por el lado de Durango se encontraba la

legendaria ‘Casa de la Bandida’ que ni era bandida y ni se llamaba Graciela Olmos y muy cerca

de ahí la glorieta que se conoce como la de ‘La Flor de Liz’ (tamales) en uno de cuyos

departamentitos muy cercano el maestro Lara compuso “Sevilla” la primera pieza de la Suite

Española que le fue provocada por la lectura de la novela ‘El Embrujo de Sevilla’, la que

también dio inspiración y analogía pa’ la novela de Luis Spota, que narra el viacrucis de Luis

Ortega por la legua, obra la que hay que decir se vendió masivamente, porque así se venden

todos los libros del maestro que comenzó como mesero, en la cafetería del Hotel Regis.


En fin Doña Lucero, la Fiesta Brava que por baches se torna Kermes Mansa, no se podría

entender completa sin la inclusión de ese personaje que escribió su pasodoble más popular

“Silverio” sobre una bolsita de papel estraza, de esas que venían retacadas de pepitas como se

vendían en la plaza de toros, Lara, un hombre que siempre fue acompañado de la polémica y

el escándalo, como cuando le anuncia a su amigo y arreglista ‘El Chamaco Sandoval’ que se iría

a España y éste que era arreglista musical e iluminador de teatros como ‘El Folies’ por la

emoción le escribió un poemita a Agustín que a la letra decía -Cuando vayas a Madrid te van a

hacer emperador de Lavapiés… y a bañarte con vinillo de Jerez- (nada de porros ni de polvos)

y de ahí ya Lara le fue completando con lo que todos conocemos, empezando por cambiarle el

sexo a la letra de la pieza pa’ dedicárselo a su musa en turno.

Por cierto Doña Lucero, amiga nuestra, ahora que nos hemos referido al chotis “Madrid”

(1948), ¿Conoce usted un pasodoble que escribió en (1934) que también lo tituló “Madrid”?, y

que decir de la sentidísima pieza que le dedicó a Manolete sin olvidar el “Corrido de Agustín

Lara” que se auto compuso, de esto estaría bien preguntarle a Alfonso de la Garza y Garza,

que pa’ todo esto se pinta solo.

¿Por qué no le compuso a la CDMX?

Y refiriéndonos a lo tremendo que era Agustín Lara, no muchos saben que la legendaria

canción de “María Bonita” terminó en tribunales por cuestión de plagio de otra pieza llamada

“El Remero” de la autoría de Chucho Monje que en ese caso fue el plagiado, lo mismo le

sucedió durante la Segunda Guerra Mundial en U. S. A. con “Te vi pasar”.

Y ya que andamos con cosas de morlacos casi en secreto se guardó el hecho de que el Regente

Uruchurtu que era un enamorado de la letra de “Granada”, le ofreció al compositor un millón

de pesos, porque le compusiera una canción/himno a la Ciudad de México, a lo que Lara se

negó porque Uruchurtu se negaba a ampliarle los horarios de sus cabarets.

Y ya dentro de esto de la farándula, no hay que olvidar que las letras y música de Lara son

inminentemente boleros y el bolero es pa’ ser interpretado por un bolerista al revés de la Suite

Española y los Pasodobles, que cuando se lleva al escenario del Bel Canto se le saca de su zona

de confort, no sé qué opine Don Fernando Marco Sirvent, que es un melómano reconocido

pero sería un buen Mano a Mano pa’ la discusión preguntarnos ¿en qué voz sonaría mejor una

pieza como “Murcia” si en la de Pedro Vargas o incluso la de Alejandro Algara, por un lado o

por el otro en la de Javier Solís o la de Gualberto Castro que con menos almidón son ideales

pa’ las letras Larianas, y ya muy en los tiempos de hoy mis gallos pa’ interpretar esa música lo

son; Alejandro Fernández y Carlos Rivera.

Y es que esto de los gustos es subjetivo, como en la Fiesta de toros donde por decir en Cinco

Villas, gustan de agrupar toreros en sus carteles, más que válido, porque ellos como dicen en

la costa; dueños se pagan sus danzones, sus festejos se dan en estuche porque son como las


joyas de Tiffany, únicas por eso no hay que compararlos con nadie, ¡vamos! es un escaparate

de la Quinta Av. En New York , que no es negocio familiar porque ahí si es por darle gusto al

gusto, y amor a la fiesta, desde acá mi menda lo veo más como un beneficio pa’ el público que

pa’ los toreros, porque le dan a la gente de la capital y de los estados conurbados, la

oportunidad de pasar un día taurino con la ventaja de que ahí a los toreros hasta los pueden

tocar, además de que el toro crece en favor del espectáculo, y si decir que en Cinco Villas en

mucho son autosuficientes, aunque eso no los ha exentado de haber tenido desde siempre

que luchar a brazo partido con el propio medio, con la Asociación de Matadores, con el gremio

de los de las puyas y banderillas y es que los señores de los palos son más duros que los

maderos de la cruz, que les da por hacer sangrar a la Fiesta, con los chillones anti taurinos, con

los prepotentes a los que se les olvida que el toreo no es de cinturitas, con parte de los

Medios que ladran más que los Amores Perros.

Han sido espléndidos dando de jamar y de chupar a miles y a otros de inflarles la panza

porque hay quienes en su vida se habían sentado a una mesa con manteles blancos, copas de

vino y cubiertos finos, muchos peros se les ha puesto a las trasmisiones streaming pero son

por causas ajenas a los Marco & Cobián, taurinamente ya andan rondando los diez años con

un entusiasmo inaudito que es mas de subrayarse por ser originales en absolutamente todo y

¿cómo no lo va a ser?, si su paraíso taurino es el más hermoso de aquí hasta la Patagonia.

¿Qué no han sacado un torero? pues si no son gambusinos pa’ escarbar la tierra y a ver que

sale y si en cambio ahora hasta tienen un negocio que creo que se llama Marco Grill donde

usted puede comprar o comer la carne más pura que es la del toro de lidia ¡Provechito!

En fin Doña Lucero, se hizo lo que se pudo, que pa’ ser de obsequio no hay que buscarle

muchos peros y bueno, ya nos percatamos que atrás del nombre de cada toro, hay una

historia.

Y solo espero que el barítono haya incluido en su repertorio como símbolo de gratitud a la

Anfitriona de México esa pieza hermosa que el maestro Lara título “Milagro” y que muy de

principio dice; lucero en mi camino, lucero hecho mujer…

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