domingo, 14 de marzo de 2021

VEINTE AÑOS DE CARTELES Y FERIAS DE SEVILLA Por Álvaro R. del Moral.


Las trayectorias de Curro Romero y Diodoro Canorea finalizaron juntas en la plaza de la Maestranza. Uno, por fallecimiento; el camero, por su retirada.

José Tomás llegó a abrir la Puerta del Príncipe en dos ocasiones en la Feria de Abril de 2001. Foto: Carlos Núñez-6 Toros 6.












En 2020 no hubo Feria de Abril. En 2021 tampoco la habrá pero la plaza de la Maestranza sí podría recuperar su actividad después de un indeseado año en barbecho. La empresa Pagés, que podría dar a conocer muy pronto las combinaciones que ha preparado, aguarda el definitivo resquicio legal y sanitario que le permita volver a abrir esas puertas claveteadas que permanecen cerradas a cal y canto desde el 12 de octubre de 2019, fecha en la que el novillero Jaime González-Écija estoqueó la última res brava lidiada hasta ahora en su ruedo, un ejemplar de López Gibaja.

Llegados a este punto, merece la pena rebuscar en las notas, las crónicas y la hemeroteca para darle un cumplido repaso a la cartelería maestrante en lo que llevamos de siglo. ¿Quién fue torero base? ¿Quién cumplió las expectativas levantadas? ¿En qué se parecen los carteles de hace veinte años a los últimos presentados? Iniciaremos este viaje en la temporada 2000. Para unos puede ser la primera del siglo XXI y para otros, la última del siglo XX pero en cualquier caso no deja un número redondo que implicó un radical cambio de época. Fue la última organizada por Diodoro Canorea, que le dio tiempo a montar los carteles antes de fallecer el 28 de enero de aquel mismo año.

La última Feria de Curro Romero

Los carteles de la Feria de Abril de 2000 se presentaron el 8 de marzo. Curro Romero y Morante, con cinco tardes cada uno, resplandecían como base de un abono en el que aún tenían cabida nombres ilustres como el de Espartaco o Manzanares padre, que en aquel momento tenía previsto retirarse en San Miguel. No lo cumplió. Joselito y José Tomás, enfrascados en aquella cruzada anti televisión orquestada por Enrique Martín Arranz, quedaron excluidos de las combinaciones. Los triunfadores de aquel año fueron Finito de Córdoba –sensacional con un toro de Juan Pedro y otro de Capea en abril- y Víctor Puerto, pletórico con un toro de Gavira en la feria de San Miguel. Pero el ciclo otoñal iba a abrir la caja de los truenos, precipitando a la postre la retirada de Romero, protagonista junto a Morante de una espantada que iba a traer mucha cola. Ésa, en cualquier caso, es otra historia que ya hemos contado….

Los carteles de 2001 fueron los primeros en más de 40 años en los que no aparecía el nombre de Curro Romero. Pero aquel año quedaría instalado en la historia gracias a las apabullantes actuaciones de José Tomás, que incluyeron dos Puertas del Príncipe consecutivas y la cornada de su tercera tarde que le impidió redondear aquella feria histórica. Los carteles de 2002, desvelados un 21 de febrero, tampoco tuvieron desperdicio. Volvía a la plaza de la Maestranza, nada más y nada menos que Paco Ojeda, que finalmente sólo cumplió el compromiso del Domingo de Resurrección después de quedar por debajo de sus propias expectativas. También eran noticia las tres tardes contratadas por José Tomás y El Juli y la ausencia, no exenta de polémica, de Morante de la Puebla que seguía sin encontrar la necesaria sintonía con Eduardo Canorea y Ramón Valencia después de los desencuentros del año 2000. Pero 2002, finalmente, no fue un buen año de toros. Lo mejor de aquella feria lo firmó Dávila Miura, cuajando de cabo a rabo un gran toro de Torrestrella llamado ‘Ojito’ con el que se llevó todos los premios del ciclo.

La Feria de Abril de 2003 se presentó en un 3 de marzo. Faltaba Jesulín de Ubrique, que había decidido reaparecer después de recuperarse del gravísimo accidente que había estado a punto de dejarle paralítico. Tampoco estaba Ortega Cano y, sí, volvía a anunciarse Morante de la Puebla. José Tomás, que había decidido retirarse el año anterior tampoco estuvo puesto en los carteles. No ha vuelto a estarlo nunca más… La feria transcurría por un camino absolutamente gris que sólo se resolvió, a punto de sonar la campana, gracias a la heroica actuación del diestro aragonés Jesús Millán con la corrida de Miura. Cortó dos orejas y resultó triunfador absoluto del ciclo.

2004 fue el año del gran triunfo de César Rincón con el toro ‘Violinista’, un Jandilla al que cortó las dos orejas. La espada privó de un premio mayor a Javier Conde en su actuación más inspirada en la plaza de la Maestranza. Pero la memoria también rescata el toreo al natural de Matías Teleja, la mejor versión del catalán Serafín Marín, algunos muletazos de Finito, una seria faena de Jesulín… En 2005 conocimos los carteles un madrugador 28 de enero. Era el comienzo del reinado de El Cid, que sumaba tres tardes en abril, idéntica cifra a El Juli. Fue también el año del regreso de Morante al redil y hasta de la coincidencia de dos Manzanares –padre e hijo- en un mismo cartel. Pero aquel año, definitivamente, se iba a hablar del diestro de Salteras que sumó dos salidas por la Puerta del Príncipe: una en Resurrección y la otra en ‘su’ corrida de Victorino Martín, la mejor de aquel año. Comenzaba su lustro prodigioso.

De Manzanares padre a Manzanares hijo

Al año siguiente, en 2006, faltó El Juli. Fue un año lleno de matices en el que Enrique Ponce, heroico con una dura corrida de Zalduendo, firmó su actuación más trascendente en la plaza de la Maestranza. Era tarde de Puerta del Príncipe clamorosa pero la espada le privó de cortar ni una sola oreja. Tampoco hay que olvidar los cuatro orejones que se llevó Salvador Cortés en la mejor tarde de su vida. Pero hay otro hecho trascendente que ya figura en los anales de la propia plaza de toros: fue la definitiva retirada del toreo de José María Manzanares, que hizo que su hijo Josemari le cortara la coleta después de despachar el segundo de sus pésimos toros de Alcurrucén –tuvo una agria discusión con los ganaderos, los Lozano, que también eran sus apoderados- en la mixta preparada para la presentación de Cayetano Rivera Ordóñez como novillero en Sevilla.

Los carteles de 2007 ofrecieron pocas sorpresas pero sí se tradujeron en una gran feria. El Cid, en la cresta de su propia ola, cuajó una de la mejores faenas de su vida a ‘Borgoñés’, un inolvidables ejemplar de Victorino Martín que puso en bandeja la cuarta salida por la Puerta del Príncipe del diestro de Salteras. Pero aquel ciclo también fue el escenario de la revelación de Alejandro Talavante, que había tomado la alternativa el año anterior. En la memoria se ubica nítidamente aquel natural interminable en las tablas de Sol a un toro de Torrealta llamado ‘Soleá’. Aquel momento preparó el ambiente para la posterior salida por la Puerta del Príncipe con la corrida de Núñez del Cuvillo, el mismo día que Morante cortó dos orejas después de ser abroncado en su primero. Pero hubo más acontecimientos, como la triunfal despedida sevillana de César Rincón, que desorejó a un gran ejemplar de Torrestrella; la primacía ecuestre de Ventura o los primeros cortejos de Manzanares con la que iba a ser su plaza. Para el recuerdo, la gran faena a un toro de Zalduendo que le valió un doble trofeo. Comenzaba el idilio…

2008, el año de las lluvias torrenciales

El Cid, que contrató cinco tardes aquella temporada, se convirtió en la base indiscutible de los carteles presentados el 31 de enero de 2008 que incluían la presencia de Manzanares y Talavante a cuatro bolos. Aquellas combinaciones volvieron a tener el morbillo de escuchar, por boca de los empresarios, los pormenores de la ausencia de José Tomás en base a “la insalvable petición económica” del diestro de Galapagar que también incluyó las habituales exigencias de un torero por delante y la ausencia taxativa de las cámaras de televisión. Ramón Valencia, que aún actuaba en comanda con su cuñado Eduardo Canorea, reveló la escasa sintonía que entonces reinaba con el torero proclamando que “si alguien le ha faltado interés por estar en Sevilla es el propio José Tomás”.

En los carteles de aquel año también llamaban la atención la ausencia de Morante en Resurrección –se anunció en Madrid- o de los toros de Núñez del Cuvillo por desavenencias económicas. Alguien dijo que aquellas combinaciones habían quedado gafadas por el polémico cartel que había pintado Miquel Barceló para anunciarlas. Hasta siete festejos se llegaron a suspender durante una temporada especialmente lluviosa en la que brilló por su ausencia la ansiada lona que la empresa Pagés se resistía a emplear. Pero… ¿Qué pasó en abril? Manzanares afianzó su romance con la afición sevillana y se mostró pletórico con un toro de Juan Pedro. También hay que recordar un gran trasteo de Perera –seguramente el mejor del ciclo- con un sexto de El Ventorillo. Tampoco fue mala feria para El Cid, El Juli o aquella faena arrebatada de Morante….

Los carteles de 2009 vieron la luz el 23 de febrero aunque la empresa, contraviniendo sus propios usos y costumbres, ya había anunciado a bombo y platillo antes de Navidad que Morante y El Cid dirimirían un atípico mano a mano con los toros de Victorino Martín. En el ambiente pesaba la ausencia de Miguel Ángel Perera, indiscutible triunfador de la temporada 2008 y autor de la mejor faena de la Feria de aquel año. El extremeño había pedido la corrida de Resurrección, convertida en condición insalvable para contratarse en Sevilla. Se habló de los habituales tiras y aflojas con Tomás, de la demorada presentación de Cayetano como matador, las negociaciones con la televisión, las nuevas localidades de Sol y la lona de estreno… El caso es que la feria de aquel año se acabaría resolviendo por y para Manzanares y Morante aunque El Juli, sin contar en los premios oficiales, realizó el trasteo más importante del ciclo pero la espada le privó de abrir la Puerta del Príncipe. Eso sí, el ‘Manzana’ fue el triunfador numérico aunque no logró alcanzar las mismas cotas que el año anterior.

El fin de una década

Las combinaciones del abono de 2010 se pusieron de largo un 10 de febrero aunque desde finales de diciembre ya se conocía la composición pictórica que había ideado Luis Gordillo para anunciar esa temporada basada en carteles macizos para aquel momento. Morante, El Cid, Luque, Manzanares y Perera ajustaron cuatro tardes por montera. El extremeño, además, regresaba a la plaza de la Maestranza después los desacuerdos del año anterior accediendo, por fin, a la demandada tarde del Domingo de Resurrección. Morante, que se había apuntado a la de Victorino, brilló con el capote pero sus mejores cotas llegaron con un toro de Juan Pedro Domecq. También cortó una valiosa oreja con un espeso ejemplar de JandillaTalavante pasó aquel año entre claroscuros y El Cid comenzó su declive después de haber escalado su propia cumbre en años anteriores.

Hubo que hablar, un año más de la ausencia de José Tomás y Canorea lo hizo remitiéndose al comunicado emitido por la propia la empresa Pagés: se daban por rotas las negociaciones con el diestro de Galapagar por la insalvable diferencia entre la oferta de la empresa y las pretensiones económicas del torero. Pero hubo más novedades, como la drástica reducción de 2.000 localidades al concluir la remodelación del graderío de Sol y las gradas pares de Sombra.

¿Qué pasó en el ruedo? El Juli y Manzanares dieron sentido a aquel ciclo. El madrileño, que fue declarado triunfador absoluto, lo hizo abriendo la Puerta del Príncipe con la corrida de El Ventorrillo y brillando a enorme altura con un codicioso y boyante ejemplar de Torrealta. El alicantino, por su parte, logró una envidiable regularidad en los tres compromisos contraídos con una cosecha de cuatro apéndices a la que hubo que sumar los perdidos por la culpa de la espada. Era su tercer año triunfal en Sevilla… Tampoco se puede olvidar la raza de Morante y su emocionante pelea con un sobrero de Javier Molina, los chispazos de Oliva Soto, la contundencia de Diego Ventura…(Continuará)

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