domingo, 28 de febrero de 2021

SOBRE LA CREACIÓN DE LA CÁTEDRA LIBRE DE TAUROMAQUIA EN LA ULA Por Fortunato González Cruz

 Mérida, 10 de mayo de 2007

 Señor: Profesor Andrey Gromiko Urdaneta Decano Presidente y demás miembros del Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. 

Su despacho.- 


Me dirijo a ustedes como proponente de la creación de la Cátedra Libre de Tauromaquia “Germán Briceño Ferrigni”, con el objeto de agradecerles el respaldo a dicha propuesta y haber acordado su creación. Es propicia esta oportunidad para hacer algunas observaciones a los argumentos del voto negativo de la profesora Mayda Hocevar González, cuyo criterio y voto respeto, sólo que me permite hacer algunas precisiones sobre la fiesta brava. Con gran respeto a la opinión emitida por la profesora Mayda Hocevar González, quien ejerce con absoluta legitimidad su derecho a disentir de la proposición que hice sobre la creación de la Cátedra Libre de Tauromaquia “Germán Briceño Ferrigni”, expongo mis observaciones y comentarios al voto negativo, en los siguientes términos: 

1.- La primera afirmación que hace la profesora Hocevar para fundamentar su voto negativo es la siguiente:

 “Con mal pie intenta iniciarse una cátedra universitaria que saca de la nada e impone como verdadera o cierta la afirmación según la cual la tauromaquia es una de las bellas artes. Al respecto vale destacar que según el Diccionario de Estética de Etienne Souriau la expresión 'bellas artes' entra en circulación durante los siglos XVII y XVIII para designar lo que anteriormente se denominaba 'artes liberales' que comprenden la elocuencia, la poesía, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura y el grabado'. Parece pues que asistimos a una propuesta revolucionaria en la clasificación de las artes. Sin duda que la opinión del escritor francés es muy respetable sobre todo si se toma en su conjunto.

 Para Souriau las artes son nueve: la arquitectura, la escultura, el dibujo, la pintura, la danza, la poesía, la música, y, además, el grupo complejo de las llamadas artes menores (artes decorativas, artes industriales) Agrega que debe sumarse el “recién llegado” arte cinematográfico.

 Souriau califica de “recién llegado” al arte cinematográfico porque fue en el año 1947 cuando fue publicado por primera vez su Diccionario. 

Hoy se puede recurrir a criterios más modernos e incluyentes que incorporan la fotografía, el diseño, el grabado y la cocina como artes. Hace unos dos años el museo Guggenheim de Bilbao acogió en sus espléndidos espacios una exposición del diseñador de modas Giorgo Armani.

 La profesora en su voto negativo aunque parte de un concepto superado, reconoce la amplitud actual del concepto artístico para concluir que le parece más apropiada esta discusión en una Facultad de Arte o en un Departamento de Estética que en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Aunque comparto parcialmente este criterio, nuestro planteamiento sobre la creación de una Cátedra Libre de Tauromaquia no se reduce a una discusión estética o artística, sino al estudio de un fenómeno social que tiene, como lo reconoce la profesora Hocevar, distintos matices que no escapan a los estudios que se realizan en una Facultad como la nuestra.

 Cuando señalé en mi escrito que la tauromaquia es considerada un arte, informé al honorable Consejo de Facultad de manera explícita los premios de Bellas Artes que ha otorgado España a grandes toreros como Curro Romero, Antonio Chenel “Antoñete”, José María Manzanares, José Antonio Ruiz “Espartaco” y Ángel Luís Bienvenida. No partí “gratuitamente” de la tesis 

 2 de que se trata de una bella arte, sino del hecho cierto del reconocimiento de instituciones artísticas oficiales de España y de otros países de la tauromaquia como un arte. José María de Cossío fue miembro de la Real Academia Española de la Lengua por los valores literarios que encarnó, justamente con la monumental obra “Los Toros. Tratado técnico e histórico” que ya tiene 12 volúmenes. Gabriel Doménech Pascual en un trabajo jurídico sobre la fiesta brava, copia un trozo de una sentencia del Tribunal Constitucional Federal de Alemania donde se pretende definir el arte en los siguientes términos: “Lo esencial de la acción artística es la libre configuración creativa, en la cual se plasman intuitivamente por medio de un determinado lenguaje formal las impresiones, experiencias y vivencias del artista. Toda actividad artística es una confluencia de procesos conscientes e inconscientes que no pueden ser descifrados racionalmente. En la creación artística actúan conjuntamente la intuición, la fantasía y la pericia artística; no se trata primariamente de información, sino de expresión, y ciertamente de la más inmediata expresión de la personalidad individual del artista”

i Es una definición bastante individualista pero útil para definir el toreo como un lenguaje formal que plasma las impresiones, experiencia y vivencias del torero, quien actúa por intuición, por fantasía y por pericia. A diferencia de las artes plásticas, como lo afirma Luís Francisco Esplá, citado por Fernando Claramunt López, “El drama de los toreros como yo es que morimos sin haber entendido del todo el material con el cual trabajamos”. 

ii El toreo es además un arte efímero, el más fugaz de todos más que su pariente el ballet o la gastronomía, porque se realiza en un instante del que quedan los fulgores, las imágenes y los sabores. “Puede haber dos pases geométricamente idénticos y estéticamente distintos. En esa distinción consiste precisamente el arte,” ha escrito alguna vez el periodista español José Carlos Arévalo. 

2.- En cuanto a “la relación entre estética y ética, entre lo que se considera bello y moralmente bueno o justo” comparto el rechazo de la profesora Hocevar a la tesis de que todo es válido desde el punto de vista moral, y juzgo como una exageración traer como argumentos en su voto negativo la ablación, los experimentos científicos nazis o las tesis del Marqués de Sade. Quienes somos aficionados taurinos y vamos a las corridas de toros no somos ni sádicos, ni masoquistas, ni enfermos sexuales. Entre los más distinguidos profesores de la Universidad de Los Andes señalo como aficionados taurinos a los ex rectores Pedro Rincón Gutiérrez, José Mendoza Angulo, Néstor López Rodríguez y Michel Rodríguez Villenave, y al actual rector Léster Rodríguez Herrera, quienes acudían o acuden a la plaza de toros de Mérida con sus esposas y sus hijos. La familia Rodríguez Jáuregui, actual organizadora de los festejos taurinos de Mérida tiene entre sus miembros toreros, rejoneadores, criadores de reses bravas y organizadores de festejos y constituyen uno de los núcleos familiares más honorables de Mérida. No quiero pensar que ninguno de ellos se solasen con los crímenes a que se refiere la profesora Hocevar. En las pasadas corridas de toros acudieron a la plaza de toros un promedio de quince mil personas diariamente y se realizaron 6 corridas, con lo cual da una cifra de noventa mil personas. Esta multitud se repite en San Cristóbal, Maracaibo, Valencia y cientos de pequeñas ciudades y pueblos en todo el país. ¿Sádicos? ¿Enfermos sexuales? Creo que el fenómeno social de las corridas de toros, para ponerlo en términos sociológicos, requiere, como señala Max Weber, al menos comprensión. Soy aficionado taurino y voy a las corridas con mis cuatro hijos; dos hijas y dos hijos, y espero poder acudir con mi nieta y mis nietos, entre los cuales ya juegan con el “¡Ole!” que proviene de Alá, por la influencia árabe 

 3 sobre las corridas de toros. Lo menos que puedo demandar de un académico es el interés por conocer o al menos comprender cómo en el siglo XXI se dan las corridas de toros. ¿Qué parte del público que va a las corridas bebe licor? Tampoco es bueno condenar esta práctica que el mismo Cristo hizo cuando el milagro de la multiplicación del vino en una fiesta de bodas, y quiso quedarse entre nosotros en el vino. Los excesos en el consumo de bebidas alcohólicas si es condenable no sólo en los espectáculos taurinos sino en cualquier otra circunstancia. Lo que no es válido es usarlo como argumento para condenar cualquier actividad humana donde se produzca este vicio. Estoy de acuerdo con la profesora Hocevar en su afirmación de que “La consideración de lo que es arte debe pasar por el respeto de algunos mínimos principios éticos universales”. Y aseguro que la fiesta brava no solo los respeta sino que los enaltece. El toro bravo existe en las sociedades donde se ha hecho parte del paisaje e integrante de una fauna propia. Y existe, como otros animales cuya vida se justifica porque forman parte de la naturaleza, sirven de adorno, de compañía o para comernos sus carnes. El toro bravo existe, o subsiste, no se ha extinguido como raza porque existe la lidia, la corrida de toros. En aquellos lugares donde han desaparecido las corridas de toros también ha desaparecido esta raza tan particular. La eliminación de las corridas de toros traería sin duda la extinción de esta raza cuya representación se reduce en el mundo a Francia, España, Portugal, México, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, países donde existen las corridas de toros. No es conforme a la ética dejar que se muera el toro de lidia. En cuanto a la lidia, el stress, el dolor y la muerte, y que existan personas que se divierten en ello, también es discutible. Seguramente mucha gente va a un concierto sinfónico a divertirse, como mucha gente va a una corrida a divertirse y por supuesto ni entiende ni comprende. Pues a una corrida se va como a un concierto, no a divertirse, sino al cultivo de un arte que debieran entender los que concurren a estos espectáculos. Es posible que alguien que acuda a un concierto se aburra porque no sabe que una cajita de madera con unos pelos encima que alguien cepilla es un violín. La ignorancia también es libre. En cuanto a la afirmación sobre que “el criterio de lo bello y las prácticas del arte no pueden fundamentarse sobre la muerte, el sufrimiento o tortura de seres humanos o animales” tampoco puedo estar de acuerdo porque la muerte, el sufrimiento y la tortura son, lamentablemente, realidades cotidianas, normales según la clasificación que hace de los hechos sociales el maestro Emilio Durkheim. La muerte es, por ejemplo, el centro de las culturas mexicana y española, inspiración básica de la inmensa obra artística de esos dos pueblos. Me basta con indicar las obras de los mexicanos Fridda Kahlo y Carlos Fuentes, y en España Francisco de Goya y Federico García Lorca. El “Gernika” de Picasso es una obra sobre la muerte. Pero existe en nuestra cotidianidad un rito que se reproduce todos los días cientos de miles de veces que es la misa católica, que es un rito en torno a la muerte de Jesús, cuyo cuerpo y cuya sangre nos comemos por su propia Voluntad, expresada en la Última Cena. Federico García Lorca dijo en una de sus espléndidas conferencias en la Residencia de Estudiantes, ante un auditórium conformado por jóvenes de una generación que le ha dado grandes luces a nuestra literatura y a nuestro arte, que la corrida de toros es un rito donde el torero es el sacerdote y el toro es el dios. A las tertulias de la Residencia acudían, además de García Lorca, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pepe Bergamín, Luís Cernuda, Pablo Neruda, Salvador Dalí, Dámaso Alonso, Ignacio Sánchez Mejía, Luís Buñuel, Manuel de Falla, entre otros. La liturgia de los toros, auténtico drama

 4 religioso donde, de la misma manera que en la misa, se adora y se sacrifica a un dios, dijo el granadino. Ritual y culto que se realiza en el albero, sobre la arena, en el redondel enjaezado con los ropajes y adornos que demanda el rito de la muerte, del sacrifico del dios que ha de cumplir el destino que le señala su casta. No es la muerte intrascendente de aquel que nace, engorda y muere para la venta de su carne ¡No! Es la muerte que triunfa en el ritual que venera su casta, su bravura y su trapío, heredero milenario del legendario uro y del fabuloso minotauro. El toro de lidia es el alfa y el omega del ritual. De su casta proviene el trapío que es la exposición estética de su energía y vivacidad plasmada en su estampa singular, modelada en bronce con excepcional maestría por Manuel de La Fuente. La bravura es el instinto defensivo extraño en un animal herbívoro que no requiere atacar para comer: defiende su terreno. Es un estímulo innato instantáneo que produce excitación y movimiento para acometer, que anula el stress y el dolor. La nobleza está precisamente en la acometida limpia, geométrica, dibujada por quien danza poniendo el corazón en las afiladas puntas de los pitones. La lidia es posible por las características exclusivas del toro encastado, es decir, con trapío, bravura y nobleza. Es el valor, la intuición, la fantasía y la pericia del torero plantado frente a la arremetida del toro el segundo componente del ritual. Entre el toro y el torero está la muerte. Si hay musa, ángel y duende como señala Federico García Lorca, entonces el espectáculo adquiere la categoría de lo sublime, de un arte terrible y hermoso: la esencia de una cultura milenaria que sólo puede explicar su permanencia por la fulgurante carga emotiva que como en la danza y en la música, desaparece de la escena pero queda resonando en los sentidos de quienes comprenden. La mortífera danza ritual la realiza el torero, revestido con el atuendo que le entrega la tradición: tocado de montera y coleta, camisa blanca, faja y corbatín, chaquetilla de seda hasta la cintura, taleguilla a media pierna, medias y zapatillas semejantes a las del ballet, adornos de plata, oro y azabache, y un capote de paseo. Para la lidia se vale del capote, descendiente de la noble capa de la clase alta, y de la muleta, que conserva la gracia y el poder del pueblo. Ningún otro arte impone semejante vestuario que es sólo comparable con la que usan los sacerdotes. Tras el callejón, uno al lado del otro, esperan la sala de arrastre y el quirófano.

 3.- En cuanto al argumento sobre que la fiesta brava es un patrimonio cultural debe ser producto de la declaración oficial de un organismo nacional o internacional, no puedo estar de acuerdo porque lo que es o no patrimonio cultural no es producto de una declaración de nadie, mucho menos de un organismo oficial.

 Es más, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reconoce que “La creación cultural es libre” (artículo 98). Agrega en el artículo 99 que “Los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el Estado fomentará y garantizará…”

 El reconocimiento de un hecho o fenómeno como patrimonio cultural de un pueblo no requiere de una declaración oficial. Eso sería fascismo, fundamentalismo o cualquiera de las manifestaciones despóticas provenientes de quienes consideran que existe una “cultura oficial”.

 Se que la profesora Hocevar no comparte estas ideas. 

 5 4.- En cuanto a las muchas preguntas que se hace la profesora Hocevar sobre los objetivos de la Cátedra Taurina afirmo de entrada que todas ellas deben ser y serán preocupación de la Cátedra, aunque ellas conducen, y estoy seguro que esa no es la intención de la profesora, que debieran crearse al menos otras cuatro Cátedras de Tauromaquia: Una en la Facultad de Arte, una en la Facultad de Medicina, una en la Facultad de Ciencias Veterinarias que creo se propone para el Núcleo de la ciudad de El Vigía y una en la Facultad de Humanidades. Dice la profesora que 

“Si nos atenemos estrictamente a lo que es la tauromaquia: ¿Se tratará tal vez del estudio y difusión de la lidia de toros en sus varias etapas, la suerte de varas, la suerte de banderillas, la suerte de espada y la variedad de pases del torero?

 ¿O tal vez se trate de analizar el proceso de reproducción y cría del toro de casta o toro bravo?

 ¿O de demostrar científicamente que los animales no sufren y por tanto no puede considerarse una tortura para el toro ser corrido, hostigado y matado en una plaza? 

Tal vez el tema sea más apropiado estudiarlo en una Escuela de biología o de ciencias veterinarias.

 ¿O se tratará tal vez de la historia de los trajes de luces y su confección? 

¿O se tratará de estudiar la historia de la tauromaquia incluidas biografías de toreros célebres o acerca de los orígenes e historia de la fiesta brava en la ciudad de Mérida?

 ¿O se tratará de enfocar la influencia de la tauromaquia en la literatura o en la pintura mediante el estudio de obras como las de Hemingway, Goya o Picasso?

 ¿O se tratará de enfocar la cátedra de tauromaquia hacia estudios en el campo de la criminología con el objeto de establecer cómo inciden las fiestas bravas en el incremento de los índices de alcoholismo, criminalidad y accidentes de tránsito en la ciudad de Mérida?

 O, justamente, tratándose de una cátedra que va a funcionar en el marco de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, ¿se refiere al reciente proyecto de Ley de protección animal actualmente en fase de discusión en la Asamblea Nacional? No creo necesaria la creación de todas esas Cátedras de Tauromaquia que se desprenden de lo que son sin duda pertinentes preocupaciones científicas. Nos basta con acudir al principio de la coordinación académica. Pido disculpas por molestar su atención con esta larga exposición. 

Les aseguro que quedaron muchas más en el tintero. 

Profesor Fortunato González Cruz i En Revista Jurídica de Castilla-La Mancha. Mayo 2006 Nº 40. Pág. 85 ii Claramunt López, F. 

La Mirada del Torero. 1999. Tutor. Madrid. Pág. 229

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