jueves, 25 de febrero de 2021

EL FOTÓGRAFO TAURINO, creador de documentos inenarrables Por Víctor José López EL VITO en homenaje y reconocimiento a Alejandro Vielma

En 1929 don Alfonso de Icaza organizó la Corrida de la Oreja de Oro un evento que marcó el camino exitoso de la ganadería de don Antonio Llaguno, San Mateo. Un cartel con ocho toros de San Mateo y en el cartel de matadores de toros el tapatío Pepe Ortíz, los sevillanos Joaquín Rodríguez Cagancho y Francisco Vega de los Reyes Gitanillo de Triana y el valenciano Vicente Barrera.

 Tarde inolvidable para el hierro de don Antonio Llaguno.

Curro Puya que con un click de Luis Reynoso hizo eterno el lance a Como Tú de San Mateo



En honor al gran fotógrafo Alejandro Vielma
El Notario Gráfico del Nuevo Circo


 En aquella corrida se destacó el toro Como Tu, que inmortalizó el lente del gran fotógrafo Mehado con la fotografía en un lance insuperable -aún hoy alabado-, de Francisco Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, Curro Puya, considerándose la instantánea la más perfecta y una exigente lección de cómo torear a la verónica.
 Vale la pena que nos detengamos ante esta foto, documento inenarrable del lance a la verónica com Gitanillo de Triana, o Curro Puya, como usted prefiera. 



Comenta el periodista Rafael Solana hijo o José Cándido, en la firma de sus crónicas apuntaba que Luis Reynoso fue un integrante más de la célebre “Unión de Fotógrafos Taurinos de México”, creada desde 1928 por Samuel Tinoco, Eduardo Melhado y Enrique Díaz. 


En 1940 aquella sociedad celebró una exposición, en la que convocados los diferentes artistas de la lente, fue posible concentrar un trabajo colectivo con lo mejor de lo mejor. En ese sentido, Rafael Solana hijo o José Cándido, en la firma de sus crónicas apuntaba: "No ha sido suficientemente estimada la labor del fotógrafo dentro de la fiesta taurina. El fotógrafo completa, contiene y afianza al poeta y al pintor, que respaldados por el artista de la cámara, puede pulir y abrillantar las escenas que se suceden en el ruedo, sin el peligro de que, devorado por la fugacidad de un instante, todo vuele hacia la fantasía y se convierta en mera creación imaginativa. El fotógrafo, en los grandes fastos de la tauromaquia, en las hazañas heroicas, en las tardes en que desborda la maravilla de arte que es el toreo, es el notario que da fe, con su respetabilidad, con su crédito público de hombre que sólo trata con realidades, de que aquello que incendió nuestros ojos en una llamarada increíble no fue solamente un ensueño, sino fue una verdad.

 Si el fotógrafo no rescatara pruebas palpables, evidentes, incontenibles, todos los extraordinarios momentos del arte se mezclarían en nuestra memoria hasta convertirse en una sola masa de irrealidad, de fantasía, de sueño". Hasta aquí con esa elogiosa nota que sigue con otros apuntes más, todos ellos convertidos en la justa calificación de tan notable tarea, que por fortuna, ha quedado registrada en infinidad de publicaciones donde la célebre firma “Reynoso” viene a confirmar todos estos dichos, que nos refieren a un auténtico artista de la lente. El mérito de aquellos diletantes de la imagen, de auténticos profesionales en la fotografía, permite recuperar un pasado que nos parece todavía más representativo en la medida en que esos registros adquieren una dimensión especial, y que recreamos porque muchas de ellas alcanzaron el centro mismo de una suerte, de la “fugacidad de un instante” –Rafael Solana dixit-. Loor a Luis Reynoso.

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