De SOL y SOMBRA.
Los versos de Pepe Alameda describen el ritmo y la precisión de la fiesta taurina la cual ha sido tema cinematográfico por excelencia:
Con amplitud de palacio,
y rigor de minutero,
debe ajustar el torero,
su tiempo por el espacio
ni de prisa ni despacio.
El cine ha tenido contacto desde sus inicios con el toreo, quizas porqué tanto el toreo como el cine son dos ritos colectivos, ¿en qué se diferencia el público que va a la sala de cine del que va a la plaza de toros? En que a los dos los dirige y les produce sensaciones la lidia del director y el matador.
Grandes directores como Orson Welles se identificaron con los toros desde su primer contacto. Contaba la viuda de Chucho Solórzano (padre) que ellos trajeron a Welles a México a la ganadería de “La Punta” para empezar a filmar It’s all True, un proyecto que el director dejó inconcluso.
En México muchos directores de cine se sintieron seducidos por la fiesta brava también, entre ellos Juan Ibáñez, uno de los más importantes de la segunda mitad del siglo veinte en México.
La trayectoria fílmica de Ibañez fue breve pero inolvidable. Su obra mas importante fue Los Caifanes (1966) quizás el mejor filme mexicano de la década de los sesenta.
Fue en 1971/72 cuando Juan Ibáñez amigo de la infancia del apoderado taurino Jorge Cuesta (quien actualmente radica plácidamente en Acapulco, retirado de los ruedos) y con quien se darían sus primeros acercamientos con la fiesta brava, fue por esa amistad por la que surgió la idea de dirigir el documental al que tituló “Los caprichos de la agonía”, en donde el diestro neoleonés Manolo Martínez cuenta parte de su vida, cuyo argumento es una danza constante con las obsesiones que la muerte es capaz de producir en diversas circunstancias, por lo que un torero de semejante calibre como lo fue este “mandón”, dentro y fuera de los ruedos, era el indicado para expresar lo que representan también los múltiples tonos que el miedo (miedo al fracaso, o miedo a la muerte) produce a lo largo de una carrera intensa como la que en vida representó la figura polémica de Manuel Martínez Ancira.
Y todo ello lo entendió a la perfección Juan Ibáñez quien pudo recoger en este importante trabajo el contraste de la vida y la muerte, el temor y la absoluta confianza de sí mismo; el fracaso y la gloria apenas experimentadas en unas horas donde un hombre cotidiano y mortal, se convierte materialmente en un dios inmortal, o en el demonio eterno.
Es el Toreo el que nos permite que una tarde tras otra, podamos celebrar el triunfo de la Humanidad sobre los elementos naturales, como lo demostraba Manolo Martínez en Los Caprichos de la Agonía de Juan Ibáñez.
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Los Caprichos de la Agonía (1972)
Dirección y Guión: Juan Ibañez
Fotografía: Ramón Muñoz, Alberto Sánchez, Armando Betancourt, Alfredo González.
Edición: Carlos Contreras.
Reparto: Manolo Martínez, Cecilia Pezet, Rosa de Castilla, César del Campo, Fernando Soto Mantequilla, Fernando Osés, Amedee Chabot.
Locación: Presa Guadalupe, Monterrey; Ganadería Las Huertas, Tlaxcala y Ciudad de México.
Twitter @Twittaurino
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