2 JAVIER GARFIAS 2
Para ORDÓÑEZ Y CAMINO
Por Víctor José López EL VITO
La primera confesión la escuché en Ronda. La noche del día en la que Julio Robles, Curro Vazquez y Ortega Cano lidiaron una corrida de Joaquín Buendía. Fue el empresario de aquel festejo el maestro Antonio Ordóñez y reunidos Pepe Dominguín, Victoriano Valencia, Julio Robles y Curro Vázquez, el maestro, tras una charla de toros y de las soluciones que él, Ordóñez, proponía para salir de la situación que vivía la cabaña de bravo en España hizo referencia a varios toros destacados, en su brillante paso por los ruedos…
- Ninguno como aquel toro de Lima.
-Fue una corrida para conmemorar los dos siglos de la Plaza de Acho.
- En esta misma plaza me había retirado, pero un amigo muy amigo como fue Graña (don Francisco Graña) me pidió torear aquella corrida.
-Fue una corrida de toros de Javier Garfias. Habían contratado a El Viti, a Camino y a El Pireo.
-En el sorteo me tocó un toro mexicano, un toro de Javier Garfias con mucha presencia. Un tío, en dos palabras. El toro fue sensacional. Tanto, que la faena realizada borró nubarrones de mis desencuentros en corridas de la Feria del Señor de los Milagros.
- Tan bien estuve con ese toro mexicano que siento su faena fue la mejor realizada en mi vida como torero.
ANTONIO ORDOÑEZ Carnaval de Garfias Por Francisco Luis Villanueva Orihuela
Fue hace cincuenta años, un 20 de febrero de 1966 en el marco de las conmemoraciones por los doscientos años de nuestra plaza limeña del Acho, que el Maestro de Ronda realizó la que es considerada, por los aficionados de antaño y los muchos herederos de los mismos, la faena más sublime que se haya ejecutado en el albero del Rímac.
No en vano Manuel Solari Swayne, nuestro “Zeñó Manué” escribió entonces: “Se dice en Lima, y con razón, que la faena de Ordoñez es histórica. Y lo es. Porque con una sencillez impresionante, practicando el toreo puro –adelantando el engaño, cargando la suerte, jugando suavemente con los brazos, corriendo la mano, templando, mandando, rematando pulcramente los pases- logró lo que sólo consiguen, jugándose el tipo a cara o cruz, encandilar a la multitud, arrebatarla, hacerla delirar. Allí está la ovación incontenida coronando doscientos años de historia”.
Y es que, en el verano de 1966, con motivo del Bicentenario de Acho, se organizó un ciclo ferial de tres corridas de toros y un festival. Partieron plaza aquel domingo 20 de febrero –último festejo- Antonio Ordoñez, Paco Camino, Santiago Martín “El Viti” y Manuel Cano “El Pireo” para estoquear ocho astados de las ganaderías de Javier Garfias (mexicana) y La Pauca (peruana). Los toreros y sus cuadrillas hicieron el paseíllo desmonterados, en muestra de respeto a la plaza de toros más antigua de la América taurina.
Cabe precisar que el Maestro de Ronda había vuelto a los ruedos un año antes, luego de tres años de un retiro que decidiera en nuestra Feria del Señor de Los Milagros de 1962, una temporada de contrastes para Ordoñez, porque obtuvo el Escapulario de Oro pero a la vez derramó lágrimas de auténtica vergüenza torera mientras el señor aficionado Fernando Graña Elizalde bajó al ruedo del Rímac para cortar la coleta del rondeño cerrando una tarde en la que fuera abroncado estrepitosamente, y acaso fuera razón suficiente para decidir en ese momento su alejamiento de los ruedos.
Razón quizás que, por aquel entonces, hacía correr el rumor que don Antonio no quería volver a Lima, que Lima no quería a Ordoñez, que Acho no le perdonaba nada al torero favorito de Ernest Hemingway.
Sin embargo, el peso taurino y el peso de su historia se impusieron, y precedido de su intacto cartel de lidiador extraordinario, el Maestro fue convocado para hacer el paseíllo en dos corridas, la primera y la última, de aquella Feria Bicentenaria.
Queda en la anécdota que el torero de Málaga celebró su cumpleaños en nuestra ciudad, el día 16 con la mente puesta en el compromiso que representaba su reaparición en nuestra plaza.
Y llegó el señalado día. Era el domingo 20 de febrero de 1966, don Antonio Ordoñez pisaba otra vez aquel patio de arena para cruzarlo y dejarse ver por el portón de cuadrillas del Acho, enfundado en un destellante traje azul y plata. Hizo el paseíllo sintiendo la mirada de los 14,000 espectadores que abarrotaban la plaza, sintiendo acaso la necesidad de devolverles con orgullo taurino y enjundia, su arte. Todos fueron testigos de su hambre de triunfo apenas desplegó su capote para saludar con sus inconfundibles verónicas al primero de aquella tarde, “Carnaval” de Garfias. Lo que vendría después sería la cumbre del torero, apuntada líneas arriba en la prosa más que señera de “Zeñó Manué”. Sólo resta decir que la faena obtuvo las orejas y el rabo del bravo toro mexicano y por sublimar el arte del toreo en esta Catedral americana, se llevó como recuerdo un “Torito de Pucará”, símbolo peruano y trofeo otorgado al triunfador de aquella temporada única del Bicentenario de Acho. Pasarán 200 años más para que otro diestro pueda contarlo en su palmarés, dicen que el rondeño comentó aquella vez. Esa era la importancia.
Han pasado cincuenta años desde aquella tarde, ya consagrada como efeméride taurina en los anaqueles de nuestra historia, se siente y se vive hoy más fervorosamente frente al silencio doloroso en que han sumido a nuestra plaza la ignorancia y la indiferencia para con su historia de parte de aquellos que tienen las riendas de su administración impidiendo con su ineptitud que su arena, burladeros y tendidos sean testigos de festejos taurinos que rememoren la gesta de Ordoñez.
Hoy, cincuenta años después de aquella temporada bicentenaria de faena gloriosas, los aficionados que amamos nuestra tradición taurina evocamos con orgullo ese domingo 20 de febrero de 1966 colmado de expectativa, ilusión, olés y afición, esa misma afición que ha logrado mantener intacta la pasión que nos compromete a no dejar pasar jamás el recuerdo de tardes como la que ésta crónica ha querido reseñar para todos aquellos aficionados que llevamos enclavada la historia de nuestra plaza de Acho en lo más profundo de nuestro corazón, de nuestros sentimientos taurinos.
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Bombardeado a preguntas y develando olvidados recuerdos, el Maestro Paco Camino reunido con los integrantes de la Peña Taurna Ventaurino y respondiendo a Juan Pablo García Huizi respondió a la usanza de su estilo con la tizona: en corto y por derecho. -Fue la faena a Navideño, un gran toro de Javier Garfias
Fue a finales de la temporada de 1977 que toreó Camino mano a mano con su rival en los ruedos de México, Manolo Martínez. Durante la tertulia, recordó el maestro tardes de apoteosis en México. Como aquella en el Toreo de Cuatro Caminos, con los berrendos de Santo Domingo el domingo 31 de marzo de 1963.
Era la "despedida" de Paco Camino de la afición mexicana, Regresaba a España para iniciar su campaña en las plazas de su patria. El cartel que la empresa ofrecía se formó con toros de Santo Domingo para Juan Silveti, José Ramón Tirado
Fue la de 1963 una gran temporada la de México porque 27 de enero de 1963 cortó el rabo al toro “Novato”, de Mariano Ramírez en la Plaza México. Ya trasladada la temporada a El Toreo, la noche del miércoles 27 de marzo, en Cuatro Caminos, había realizado una importante faena a un toro de Pastejé, de regalo, llamado "Catrín", al que solamente cortó una oreja por un desastroso manejo de la espada, pero al apéndice sumó seis vueltas al ruedo.
Pero, la faena de Navideño en palabras de Paco Camino ha sido la faena de su vida. Faena que recordaremos en la emocionada crónica de Pedro Julio Jiménez Villaseñor.
PACO CAMINO, Navideño de Garfias por Pedro Julio Jiménez Villaseñor
Para tener los datos de la tarde a referir recurro a un excelente taurino, a Paco Terán, buen amigo y admirador de los toreros buenos, de los toreros con arte, no puedo tener mejor asesor.
Mi inquietud se da puesto que se cumplen años de una faena que tocó lo excelso, la perfección, la de "Navideño", el 18 de diciembre de 1977, lógico que fue en la feria navideña en la plaza "Santa María" de Querétaro, el mano a mano de Paco Camino con Manolo Martínez y toros de "Javier Garfias", el arquitecto de semejante belleza lo fue el bien llamado "Niño Sabio de Camas", Paco Camino.
Brincan de inmediato los recuerdos, los escucho con la muy natural envidia por no haber estado presente y Paco Terán me confía. - "Estaba presente todo el México taurino y varias de las glorias del toreo nacional ya retiradas, esa faena se la brindó al maestro Lorenzo Garza ,que estaba en el callejón. Esta obra cumbre ha pasado a la historia como la mejor faena que Camino realizó en México y, a decir del entonces su apoderado, Manolo Chopera... "...fue la tarde más grande que ha tenido Paco Camino en su vida".
Por supuesto que su servidor ha visto la película, solo así la he disfrutado, Paco continúa.
- La gente lloraba de alegría, entre los aficionados, los empresarios, los toreros, los subalternos, los ganaderos, los mozos de espada, los apoderados, el propio torero, que se sentía feliz y gozaba intensamente lo que hacía, consideró que era el día que mejor había toreado de su vida.
-Por lo mismo es que todos coincidimos en que la gracia y genialidad rubricaron esa faena del sevillano, así lo mencionan en el programa de Ignacio de Cossío, el de conocida dinastía intelectual, en el programa radial español "Los Toros en Onda", después de apreciar el mencionado video que el mismo Paco Terán hizo recordando las gestas de las que hoy les platicamos, y agregan que fue un dechado de perfección, el maestro de Camas dijo posteriormente:
- Hoy he inventado el toreo".
Un tarde que jamás se va a olvidar, una tarde que afortunadamente esta en video y así podemos recordar y disfrutar a 32 años de su estructurada perfección, el toro bueno y bien lidiado, faena lograda por un torero que esta en la historia del toreo mundial. Don Francisco Camino Sánchez
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