Hace mucho que me planteo esa pregunta. Primero porque quería tener argumentos contra quienes se me iban encima tan pronto manifestaba yo mi gusto por la fiesta brava.
• Como consecuencia de la situación anterior, quería encontrar una justificación que me diera una respuesta contundente que terminara con las polémicas que desataba mi afición y me permitiera salir mejor librada. En otro momento buscaba poder compartir mi afición con alguien que me importa. Poder transmitir mi sentir y mi experiencia en la plaza de manera que le permitiera ―aceptar‖ la fiesta sin tanta resistencia.
Finalmente, quería responder a una pregunta todavía más profunda y que ya no tenía que ver con nadie mas que conmigo. Mi relación con la tauromaquia profundamente estrecha, tanto pensar los toros y antes tanto sentir la fiesta da como resultado un sentido de la vida totalmente taurino. Mi fascinación por el toro bravo pertenece a la dimensión táurica pero aterriza en lo taurino. Debo señalar que en mi casa y de modo totalmente consciente casi no se come carne y busco ofrecer a mis hijos fuentes alternativas de proteínas para enseñarle a mis hijos que existen muchos más modos de nutrirnos que limitarnos a los productos de origen animal, eso nos reduce el abanico de opciones alimenticias. Tengo dos perras, dos gatas, un conejo y una yegua. Ninguno ha sido comprado, tres regalados y tres recogidos de la calle. No estoy a favor de la compra de mascotas, no concibo que se les compren a los niños mascotas a manera de juguete y la convivencia con nuestros animales es bastante sana. Lejos están mis hijos de una lógica de Disney que vende la idea de que los animalitos son ―buenos‖ y los humanos los ―malos y tontos‖. Mis hijos saben que es insensato acercar la cara a los animales que no conocen, y tocar animales desconocidos sin antes dejar que los huelan o atosigarlos con cariños y ternura que los animales no piden y pueden tomar como agresión. Es tan frecuente ver a niños pequeños acercar la cara o manos a animales ante la mirada extasiada de los padres que luego suele tornarse indignada cuando el animal rehúye al niño en el mejor de los casos, y en otros responde con una agresión. Nos hemos olvidado de la biología y de la convivencia con la naturaleza. Los animales no se acercan la cara unos a otros más que en señal de pelea, el cuello estirado, mostrando los dientes, quizá gruñendo... Qué diferencia puede podría percibir un animal (caballo, perro, gato...) entre la actitud de un depredador y la de un niño que estira su cuello, muestra sus dientes en una sonrisa y se acerca a ellos con las manos-garras extendidas para acariciarlo. Ojo papás. La apuesta es una convivencia respetuosa. Si humanizamos a las mascotas y animales muy probablemente nos sentiremos decepcionados o sorprendidos cuando muestren sus instintos.
Mis mascotas están esterilizadas, el conejo y la yegua no. No son mascotas, son animales domésticos que es diferente.
• Menciono todo esto porque era parte de lo que me hacía preguntarme, ¿Por qué soy taurina todavía? ... Y siempre me venía a la mente la siguiente respuesta, porque la fiesta brava “es otra cosa”.
• No son pocas las ocasiones en que me han preguntado:¿Cómo te pueden gustar los toros?... Eso es crueldad, mientras quien pregunta degusta unsirloin o su filete o su t- bone, o sus tacos y de paso patean al perro que se acerca a mendigar comida al puesto. O que después de soltarme una cátedra de civismo y ecología para condenar severamente mi gusto por la fiesta brava, me dicen, ¿Oye no sabes quien querrá a mi perro?... Ya me tiene harta, ocupa mucho cuidado, o me sale muy caro o ya me fastidió... Y peor aún cuando les escucho decir yo prefiero a mis perros que a los humanos ( o a los gatos, o a vaya usted a saber que animal ). ¡Claro! Comprendo que piensen así. Una mascota no te cuestionará, no tendrá un discusión contigo, no te hará ver que estás siendo intolerante o egoísta, o imprudente o necio con tus padres, tus hijos, tu pareja, tus amigos... No. Mientras le sirvas comida seguirá mostrando su preferencia por tí.
En esta falsa idea de la música, la arquitectura. Se trata de una práctica cultural conformada de diversos actos comunicativos que poseen un sentido de modo aislado y en conjunto, tal como ocurre con los signos o símbolos de un texto escrito.
Considerando lo anterior, resulta sorprendente la ausencia de estudios más profundos sobre la tauromaquia. En esa dirección, sin embargo, hay que destacar el interés que el filósofo español José Ortega y Gasset demostró por la fiesta brava. Desde el mito religioso hasta el origen del toro en el reino animal, desde el significado de la fiesta en la idiosincrasia española, hasta las relaciones humanas con los toreros, de todo ello se ocupó el filósofo. Su posición ante la fiesta es muy especial, si se tiene en cuenta, como él mismo lo expresa, que no fue un "aficionado" a los toros. Pero dice: "he hecho con los toros lo que no se había hecho, prestar mi atención con intelectual generosidad, al hecho sorprendente de que son las corridas de toros espectáculo que no tiene similaridad con ningún otro, que ha resonado en todo el mundo y que dentro de las relaciones de la historia española en los últimos siglos, significa una realidad de primer orden”.
Considerando esta importancia de los toros en el mundo hispano, Ortega y Gasset lamenta que no se le haya dedicado el suficiente análisis como fenómeno cultural:
Sobre las "corridas de toros" se han publicado no pocos libros, algunos excelentes, producto de un esfuerzo meritísimo. Pero han sido compuestos desde el punto de vista del "aficionado", no del analizador de humanidades. Siempre sentí como algo penoso e indebido que no se hubiese estudiado con el mismo rigor de análisis que cualquier otro hecho humano éste que es de muy sobrado calibre. No es, pues, cuestión de afición o de desafección, de que parezca bien o parezca mal este espectáculo tan extraño. Cualquiera que sea el modo de pensar sobre él —y el mío es hasta ahora completamente inédito— — no hay más remedio
La situación ha cambiado un poco: hay una gran cantidad de textos publicados respecto a la tauromaquia o la fiesta brava, en su mayoría son biografías de toreros, estudios sobre la genealogía del toro bravo, descripciones sobre las corridas de toros, novelas, ensayos sobre su valor artístico, crónicas de festejos o análisis de la problemática que envuelve la fiesta. Y son pocos los textos que rebasan el plano meramente descriptivo o que no se concentran en defender o atacar su pertinencia social e incluso legal. Pero también existen textos que abordan sus aspectos rituales, su carácter de festivo, el
• cuatro y hasta cinco veces, seducido por la muleta que conduce el Matador. Esta belleza, ésta sonrisa de la naturaleza es la sobreabundancia de fuerza que no arrasa sino que avanza suavemente nos hace sentir pletóricos. Recordemos que la belleza es, ante todo, una seducción para existir, de manera trágica, pero plena.
Toro y torero comparten un lenguaje, un lenguaje que el matador tiene que descifrar para poder comunicarse y hacerse entender por el toro. Esta comunicación se manifiesta a través de una danza, se nos muestra como un baile, como una coreografía. Evidentemente usa él sus conocimientos y su técnica, pero también sus intuiciones y sentimientos. La faena no podría ocurrir si el torero no sintiera un profundo amor por el toro, si no adorara en él toda su fuerza y belleza, si no reconociera la magnificencia de su oponente. Por ende, tiene que crecer durante la lidia y alcanzar la altura de su oponente.
Hoy por hoy, no tengo la intención de justificar mi gusto por la fiesta brava, ni de convencer a nadie. Los toros me han dado la oportunidad de ver el mundo, de saberme viva y una con el mundo, por eso señores, lejos de atacar y cuestionar respeto profundamente la actitud contraria a la mía, saber que la vida pasa una vez y se va en un suspiro, me ha hecho mas tolerante y respetuosa de las ideas de otros. Porque si bien tengo la certeza de ser una con el mundo, también la fiesta brava me ha dado la certeza de que no soy la única, y de que no poseo la verdad. Estoy consciente de que
• hay otros que no piensan o sienten como yo, y eso es indispensable. Enriquece a la comunidad. La diferencias no nos separan nos unen, cuando que hay disposición y voluntad.
Soy taurina porque la fiesta brava me da la posibilidad de visualizarla no solo como una experiencia estética, sino como exigencia ética de vida.
Que me vaya la vida en el intento por vivirla, la vida es tauromáquica.
Y lo único que nos quita el poder de estar vivos, más aún de sentir que estamos vivos es el no saber que vamos a morir. Todos estamos en este paso por la vida solos ante el toro de la existencia.
La vida como la tauromaquia es una FIESTA, con todo lo que ello implica: irrupciones inesperadas, excepcionales que no sobrevienen mas que una vez‖8 efímeras pero intensas ráfagas de placer y gozo que pueden dar sustento a toda una vida. En los toros aprendí a sentir y me di cuenta que el dolor no es condición de la existencia, sino solo uno de los modos en que podemos sentirnos vivos. Es una reacción. El sufrimiento en cambio es una elección y mientras hay vida hay oportunidad de aprehender.
GACETA TAURINA
Director: • Salvador García Bolio ―GARBOSA‖
director@bibliotoro.com •
Primera Revista Taurina Electrónica en el Mundo” (Agosto 1996).
500 AÑOS “...viendo correr ciertos toros...” 1526 – 2026
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