lunes, 21 de septiembre de 2020

EFRAÍN GIRÓN, TORERO DEL HOLOCAUSTO Por Víctor José López EL VITO


Efraín, Rafael Hernández y Rafael Girón, aclamados por la afición de Caracas la tarde de las 7 oejas y el rabo a los toros de Santo Domingo.


Torero de seca expresión, aunque clara. Efraín Girón con el capote fue auténtico y emocionante en banderillas. Con esa muleta supo escribir la palabra maestro con la mano izquierda. Han existido pocos toreros tan emotivos, tan de verdad, poderoso e intuitivos como Efraín Girón, el espada que escribió con la zurda su trayectoria. 
Después que sus hermanos César y Curro Girón, hicieron historia, Efraín, de importantes triunfos en Las Ventas, vivió  la parte más difícil que le guardaba el destino.
Fue el torero con mayor número de triunfos en Las Ventas de Madrid. Después de la confirmación de César y Curro como figuras del toreo, el resto de los venezolanos no ha podido desplazarle de su bizarra posición. No fue fácil ocuparla. 
Efraín se presentó en Las Ventas como novillero en 1962: tres tardes en 1962 y dos en el 63 ,para un total de 5 novilladas, 7 novillos lidiados y una oreja. 
A partir de 1964 Efraín Girón hizo el paseíllo en Las Ventas 18 tardes como matador de toros, corridas en las que cortó 7 orejas para un total de 10 apéndices en la primera plaza del mundo. Diez en 23 actuaciones.
 Fue el cuarto de la dinastía de siwete hermanos, un sitio en la genealogía dificil de comprender o de entender en las apreciaciones freudianas. César su ídolo, repretable Curro, consultor y confesor Rafael. fue Efraín torero de corridas duras y, sin embargo, no aparece en su palmarés el nombre de Miura en lsus  carteles de Madrid. En cambio su nombre está escrito en la vuelta a Las Ventas de la ganadería de don Agustín Mendoza y Montero, el célebre Con de la Corte,  que se anunció con pompa e interés el jueves de Corpus de 1965 con Joaquín Bernadó y Víctoriano Valencia el regreso luego de una criba de la acreditada divisa del Conde de la Corte, llevaba 13 años fuera de los programas de Madrid.  En realidad, no era la voluntad de la empresa de Madrid, sino la del propio ganadero. Si no iba a Las Ventas y a  Sevilla era  porque don Agustín, hombre muy peculiar, se vanagloriaba repitiendo que “yo mando mis toros donde me da la gana”. 

Efraín leía con más regularidad los nombres de Passanha, Tassara, Gomendio, Albaserrada y Guardiola Soto, que los muy famosos y deseados apellidos andaluces de los Domecq en su abanico de divisas. Fue torero para las tardes de verano,  verano del Festival de la Policía del que nunca faltó en el cartel aquellas cálidas tardes del verano sangriento al que se refiere Ernst Hemingway “cuando iban a morir los toreros machos”. Toreros machos para don Ernesto eran  Luis Miguel y Ordóñez, mientras que los de mucha vejiga revoloteaban por caminos diferentes sin Horacios ni Homeros que les exaltaran las epopeyas escritas en esas plazas de verano, con tendidos plenos de turismo de entra y sale. Puede considerarse a Efraín Girón un torero del holocausto, uno que se negó ser combustible de esa injusta pira.
 A Efraín no le recuerda la memoria del recuerdo, por propia culpa. Y es injusto no recordar al Girón de las 5 orejas y el rabo la tarde de los berrendos de Santo Domingo en Caracas,  porque prefieren acordarse del toro de regalo lidiado por Curro Vázquez. 
Perdieron la memoria como máximo triunfador de las ferias de San Cristóbal, Mérida con el toro de Tierra Blanca -la tarde de la presentación de Sebastián González en los escenarios taurinos nacionales- y Maracaibo porque "era un Girón", y eso es una ventaja. El aficionado no recuerda los éxitos sobre sus hermanos en la plaza agustina. Triunfos varios en distintas confrontaciones de los Girón. Las plazas de Barquisimeto, Mérida, Maracaibo y San Cristóbal,  guardan en las gavetas de sus anales muchos triunfos y tardes de gloria de Efraín,  superando toreros importantes de España, México y Colombia.  
Se dejó Efraín, se perdió en el abandono, donde se pierde la diafanidad de su toreo en la mediocridad del entorno de la calle. 

Olvidamos sus tardes iniciales, aquellas en Ejido, en la plaza de don Augusto, padre de los Rodríguez Jáuregui cuando ellos también iniciaban el camino del toreo en Venezuela.

Hoy lo recordamos, como del holocausto extraemos el sacrificio que se convierte en piedra angular en el desarrollo de las libertades de una sociedad,

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