Lo tenía todo listo para reaparecer en Ronda: cintura fina, perfil afilado y mirada penetrante. La fiera ya olía su presa. Había preparado el corazón para volver a pisar el único terreno que conoce. Sólo entiende la vida a milímetros de la muerte. Artista vestido de gladiador, sentía que su alma se diluía encerrado y alejado del único que le comprende: el toro.
La cancelación de la Goyesca ha sido un mazazo.
Sí, es una desilusión para toda la tauromaquia. La decisión de la Junta de Andalucía de reducir el aforo imposibilita el espectáculo. No nos dejan más remedio que tener esperar a que lleguen mejores momentos, que seguro los disfrutaremos aún más.
¿Pensaba que esto podía llegar a ocurrir?
Yo me había preparado como nunca. Era un día muy importante. Tenía previstas cuatro corridas para esta temporada. Aunque no fueran muchas, para mí tenían muchísima importancia y el compromiso era total. Si el destino lo ha querido así, no queda otra que tener que esperar.
Intuyo por sus palabras que da la temporada por perdida.
Son momentos en los que hay que tener el respeto suficiente por lo que está ocurriendo en el mundo. Debemos afrontar esta pandemia con el compromiso que requiere. La verdad que después de lo que ha ocurrido, prefiero esperar.
¿Cómo había llevado el confinamiento?
Aquí, en casa. Como todo el mundo. Con incertidumbre, sin saber si torearía este año. A veces me levantaba con ganas de torear, otras sin ganas de nada. Sentía que esto era una pesadilla. A veces cogía la muleta y parecía que no sabía. No tenía ganas. Creo que a todos nos pasó algo así. Deseábamos que llegara el día que nos abrieran las puertas para sentirnos libres. Creo que la libertad es una de las mejores cosas que tenemos en nuestras vidas.
Cuando se confirmó lo de Ronda cambiarían los ánimos.
La mente cambia por completo: el hecho de vivir sin un porqué, sin un sentido; levantarte todas las mañanas sin una meta… Los toreros estamos acostumbrados a tener un objetivo cada cierto tiempo, corridas que tenemos a la vista. Cuando no las tenemos, te sientes vacío y todo se convierte en una rutina. No es bueno ni para el cuerpo, ni para el alma, ni para uno mismo.
El cartel era el más fuerte de toda la temporada.
Todos los carteles tienen algo especial. Sobre todo cuando es tu reaparición y hace mucho tiempo que no toreas en España. Es el mismo cartel de Sevilla y quizá por eso generó un poco de morbo entre los aficionados. Estaba Aguado y estaba yo. Tenía ganas de vivir sensaciones bonitas. Las presentía y por ello me sigo preparando día a día.
¿Hay un nuevo Roca Rey por ver?
Las cosas cambian con el tiempo, para bien y para mal. Siempre hay cambios. Tanto la persona como el artista o torero. Me preocupo para que esos cambios sean para bien y que el nivel siempre suba, aunque haya pasado por momentos difíciles: la lesión, el confinamiento, la incertidumbre, muchas dudas… Es bonito cuando la fecha se aproxima.
¿Se evoluciona durante un parón?
Piensas mucho, ves vídeos y aprecias cosas que antes no valorabas. Esos pequeños detalles son los que después terminan redondeando las grandes faenas.
¿Podemos destacar alguno?
Torear más despacio. Cuando tienes un toro delante y quieres hacerlo todo, hay que arrollar la razón. Esas ganas de triunfo te llevan a acelerarte por momentos. Con el tiempo y la experiencia dominas ese ímpetu. Y consigues una técnica que te hace imprimir el ritmo que verdaderamente quieres. Llevar al toro a la velocidad que deseas. Es lo que más me preocupa día a día: que los toros cojan la muleta y que no se vayan, sino que se deslicen. Obviamente, eso requiere un plus de concentración y estar dispuesto a que en cualquier momento el toro te pueda girar la cara. Es ahí, con el toro pasando despacio, cuando realmente cuesta trabajo torear.
¿Y lo ha conseguido realizar durante esta preparación?
En cuanto te centras y concentras, y con una preparación más a fondo, notas como vuelves a comprometerte con el animal. Notas que vuelves a pisar ese terreno del toro que tanto pesa. Y más después de tanto tiempo. Aunque el mayor peso que he tenido fue el hecho de no ponerme delante de un toro. Tenía incertidumbre y me decía a mí mismo: «a ver si ya no voy a ser capaz de estar dispuesto a morir». Realmente lo estaba, pero sin mentalización ni toro por delante no podía comprobarlo. Lo intentaba imaginar muchas mañanas, muchas tardes… hasta toreando de salón me pensaba que tenía un toro de verdad. Después de volver a probarlo, recobras esas sensaciones que tanto te alimentan el alma. Te vuelves a sentir tranquilo y feliz.
¿De verdad se puede estar tranquilo con esa presión?
Es que a mí me pasa justo lo contrario: cuando debía estar relajado, sin miedo ni presión, estaba con la mayor incertidumbre de mi vida. Y ahora mismo, pasando miedo en el campo y haciendo esfuerzos diarios por mantener una disciplina, me encuentro con la mayor tranquilidad. Esta es mi vida, la que he soñado siempre y la que me hace feliz.
¿Y cómo es esa rutina cuando ya sólo tienes un único objetivo en tu mente?
Empiezo por la mañana con un preparador físico que viene a diario. También tengo un nutricionista y voy 2-3 días en semana al fisioterapeuta por todas las lesiones que llevo. Por las tardes siempre toreo de salón. Me gusta acabar el día con lo que más me gusta. Aunque todo cambia si hay tentadero: ese día no hago ejercicio ni entreno de salón. Prefiero reservarme para poder hacer un esfuerzo al cien por cien. Intento tomármelo como un día de corrida. Me va bien y siempre lo hago así.
¿No cabe tiempo para una distracción?
La distracción no es buena. Existe una gran diferencia entre la distracción y el relajo. Distraerte de tu día a día es malo, sobre todo en una profesión en la que te estás jugando la vida. Pero después de hacer esfuerzos, tras meses de entrenamiento, o después de una corrida con tanta presión acumulada, es importante tener momentos de tranquilidad. Porque el cuerpo así lo siente, tu alma lo nota y tu cabeza revienta. Momentos que puedes compartir con tu familia, seres queridos o como los quieras tomar. Los sacrificios deben tener una recompensa sí o sí. Si no, no te motivas.
¿No le pesa cargar con la responsabilidad de la fiesta?
Creo que todos tenemos parte de responsabilidad en lo que vaya a pasar de aquí en adelante. Aunque no puedo negar que es bonito cuando el peso recae un poco sobre ti. Es motivador saber que todo por lo que has soñado y por lo que has luchado va teniendo su recompensa. Y es importante que esa responsabilidad no se convierta en presión y te pueda. Que sea siempre mayor la motivación porque estás consiguiendo ese sueño.
¿Se mantiene la misma admiración por ciertos toreros cuando compartes tantas tardes con ellos?
No. Dejas de admirar algunas cosas porque ya las ves normales, pero empiezas a admirar otras mucho más grandes porque tú las estás sintiendo. Y te das cuenta de lo que han conseguido ellos. Esos momentos tan duros o bonitos por los que tú estás pasando y que sabes que ellos ya los han pasado. Digamos que es una admiración más grande. Y es bonito torear con ellos, por esa entrega y pasión. Por esas cosas es una profesión que no se puede comparar.
Me gustaría que se mojara: ¿cuál es el cartel que más le motiva?
Es que no lo sé. Me vas a decir que no me quiero mojar, pero es como yo lo siento. A mí me motiva mucho más que para anunciarme me den a elegir una ganadería antes que un cartel. Al fin y al cabo, con el toro estás tú solo. A los compañeros los respetas por igual. Cada uno torea a su forma y lo hace bien a su manera. Pero ya te digo, a mí me motiva muchísimo más la ganadería, que sea una que transmita, de esas que las ves en el campo o en fotos y dices: «esta corrida va a tener lo que la gente quiere ver, esa emoción y ganas de coger la muleta. Es lo que me motiva y en lo que pienso. Cuando estoy armando la muleta delante de un toro no pienso en «Juanito Pérez». Pienso en él, en el toro. Antes que preocuparme por ciertos toreros prefiero pensar en cómo me puede embestir esa ganadería, como puede salir a la plaza, si es grande o chica, si tiene los cuernos muy grandes, si me va a dar miedo…
Ha tenido un recuerdo en redes sociales para el Rey Juan Carlos.
Siempre he tenido mucho respeto y cariño por la Casa Real. Han asistido a muchas tardes en las que he toreado. Creo que es un hombre inteligente, y si él ha tomado esa decisión, pues tiene todo el derecho de hacer lo que crea conveniente para su vida, su salud y su familia.
¿Dónde se imagina su futuro: España o Perú?
En los dos sitios, si se puede. Ambos me gustan. España me acogió como nunca pude imaginar y me enorgullece tener la doble nacionalidad.
Maestro, ídolo e ilusión de la tauromaquia con veintidós años
La reaparición de la máxima figura del momento tendrá que esperar. Trece meses sin pisar un ruedo español, desde que cortara su temporada 2019 por Sanfermines. Empezaba ahí la pandemia taurina: la cancelación de su campaña tuvo un durísimo impacto económico. Las taquillas se desplomaron tras aquel varapalo. Llevaba diecisiete corridas de toros y rozó el pleno: dieciséis tardes en las que se colgó el cartel de «no hay billetes». Toda la responsabilidad a la espalda de un maestro que no esconde su DNI: 22 años. Hace cuatro que llegó a la cúspide y desde entonces despierta tanta admiración como recelo. No es nada nuevo, ya lo recogía el crítico de ABC Gregorio Corrochano en su libro «¿Qué es torear?», en el que reflexionaba sobre las exigencias de los públicos de hace un siglo: «Esta clase de toreros son los que polarizan toda la responsabilidad. Parece que los demás no tienen nada que ver con nada. En la época de Guerrita, todas las antipatías son para Guerrita. En la época de Gallito, éste era el responsable de todo».
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