Guillermo Sureda, periodista, crítico taurino e intelectual autor de libros y responsable de la sección de toros del semanario Sábado Gráfico, fue el primer crítico que apostó por Santiago Martín El Viti, el torero salmantino. La historia le dio la razón y El Viti ha sido considerado luego por la mayoría de la crítica y de la afición como un gran exponente del arte de la lidia. El último de los libros de Guillermo Sureda se titula Tauromagia recomendado por algunos de los miembros de la Peña Ventaurinos. Es exponente de su posición teórica ante la fiesta, que contempló y analizó siempre desde un punto intelectual, lo que no excluía un lenguaje vulgarizador y ameno en la exposición. En sus numerosos artículos y ensayos, Sureda hizo una labor de gran eficacia en favor del espectáculo taurino y abrió caminos para el mejor estudio del arte y la técnica que integran la tauromaquia.
Hoy traemos a nuestros lectores el que fue el más famoso de todos su artículos, no de sus libros, sino de sus maravillosos artículos en que el exalta el rango de maestro de otro salmantino, Pedro Gutiérrez Moya, Niño de la Capea.
Pedro Gutiérrez Moya "Niño de la Capea"
Mi querido y admirado amigo: Se ha dicho que es inútil que pretendamos convertirnos en nuestro propio historiador, porque el mismo historiador es un ser histórico. Por eso conviene, a veces, refrescarle la memoria al prójimo. De ahí la necesidad que, como crítico de toros, tenía que escribirte esta carta. Me acuerdo de cuando en tí estaba, todavía, todo en agraz… aunque la simiente estaba ya echada. Y arraigada. Tu toreo era prometedor, pero con muchos defectos: excesiva velocidad en los engaños, es decir, falta de temple; zapatilleo alarmante, antes del muletazo, para provocar la arrancada del toro; un cite, en general, demasiado encimista; una clara tendencia a una labor “orejil”, que podía conducirte – y a veces te conducía – a un toreo cómodo y barato, etc. Todo esto mezclado con afición, valor y cabeza. ¡Menuda mezcla! Pero ha pasado el tiempo y, paso a paso, el niño se ha convertido en hombre y, pase a pase, el “Niño” en una auténtica realidad. decía que Camino era el único torero en activo que tiene vitola de auténtica figura;ahora debo añadir que tú estas en camino de tenerla. Tus actuaciones generales del año pasado ( 1974) y, sobre todo las de este año ( 1975) en Castellón, Valencia, Barcelona y Sevilla, donde has sabido romper la barrera del “charrismo” y alzarte con el triunfo, así parecen confirmarlo. Creo que estás saliendo del “orejismo” a ultranza y del zapatillazo. Creo también que tu toreo se ha templado y que se templará todavía más , a medida que tu cuerpo se relaje toreando y deje de retorcerse, en ocasiones todavía. Tampoco ahogas, como antes, a los toros. De modo que la mejora es notable. Te falta, claro está, la solera de los grandes toreros, pero ella sólo se adquiere pisando muchas plazas . La solera, tanto en los toros como en los vinos, se tiene con el tiempo, como con el tiempo logran dar ancha sombra las hermosas encinas de tu tierra, por mí tan querida. Vamos a ver si nos entendemos. Eres el mejor torero de tu generación, y tú no lo sabes. Sin embargo, no creas que has llegado ya, no creas eso, entre otras razones porque un torero, como todo artista, ” no llega nunca”. Estas en la senda de tu madurez y tendrás que luchar contra tu enemigo: tu gran facilidad para las cosas del toreo. No te asombres. La facilidad, en sí misma, es buena siempre que se domine, que se supedite a otras virtudes mayores. Quiero decir que tendrás que estudiarte, que analizarte, pensando dónde está lo bueno y dónde está lo malo, dónde lo auténtico y donde lo falso, dónde el arte y dónde el oropel. Y elegir, siempre. Elegir, por ejemplo, entre hacer un esfuerzo y coger bien la muleta y cogerla mal, como la coges con la mano derecha, con el estaquillador casi perpendicular a la arena, en vez de paralelo a ella. Elegir entre ir al toro muerto directamente al tercio para provocar el saludo o esperar, como se ha esperado siempre, a que el público te haga salir. Elegir entre la inteligencia y la listeza. Me gustaría hablar ahora de la diferencia que hay entre ambas, pero el espacio me lo impide. Sólo te diré que la inteligencia se le convierte a uno en un gran torero; la listeza , en un torero ratonero. No es lo mismo; es casi lo contrario, lo opuesto. Yo no he conocido a ningún listo que haya llegado a ser un gran torero. Esta es la diferencia, y tu ya me entiendes… Por lo demás ¡ qué hermoso futuro se abre ante tí! Sé de tu afición y me cuentan que cuando llegas de descanso a Salamanca, te vas al campo a torear o a correr, o a pensar, y dejas, como debes dejar, el mundanal ruido; me aseguran que te gusta el dinero, y eso es bueno para ser figura; dicen que tienes casta y eso todavía es mejor. Yo no te he visto en Sevilla, pero me afirman quienes te vieron que toreaste un toro magistralmente bien: valiente, serio, centrado, templado, ligando el toreo y obligando a embestir a un toro que tenía mucho que torear. ¡ Ese es el camino que tu debes seguir cada día, en todas las plazas donde torees! ¡Ya sé , ya sé que no es cómodo, sino duro, difícil, a veces duro, difícil, a veces terriblemente ingrato! Pero es el único porque vale la pena, a la larga, transitar! Animo. Espero que en San Isidro cuajes dos o tres toros como el de Sevilla y salgas de la feria madrileña convertido ya en figura que puedes ser.
Te lo desea de todo corazón tu amigo. Guillermo Sureda.
Nota del Editor.- En San Isidro, más tarde que el cartero entregara la carta, don Pedro Gutiérrez alcanzó la cumbre del toreo encerrándose con seis de Victorino Martín, realizando faenas muy importante, al extremo de haberse convertido en refencia, y abrió, una vez más la Puerta Grande de la Plaza de Toros Monumental de Madrid, Las Ventas del Espíritu Santo.
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