martes, 18 de agosto de 2020

AQUELLA TARDE DE “EL CÓNDOR” Por Víctor José López EL VITO


CHIMALPOPOCA Y MOCTEZUMA fueron dos soberbios toros de Pastejé con los que César Faraco escribió su tarde más completa en Caracas. El escenario fue el Nuevo Circo, sus compañeros de cartel y testigos de la epopeya fueron Pedro Martínez "Pedrés" y Manuel Benítez "El Cordobés". La radio , cuando la radio promovía los toros, pregonaba el slogan de la corrida:”- Trece de suerte torera, domingo para Pedrés. Por gracia pinturera, Faraco y El Cordobés”.

Fue la soleada tarde caraqueña del 13 de diciembre de 1964.(Foto GARCÍA SOLIS)

 

Los trepidantes años sesenta orgullosamente lacrados con los nombres de una generación de líderes mundiales. Líderes que destacaron en la política universal, el caso de Kennedy, Krushev y Fidel. La música basta con recordar a los Beatles y en el fútbol a Pelé. No existe otro como Muhamad Alí, capaz de ensogar el boxeo en la lucha contra la segregación y a favor de la Justicia.

La fiesta tuvo su ícono, y este fue Manuel Benítez “El Cordobés”. Revolucionario auténtico, personaje de marcada influencia, de tanta importancia que, hasta por sus más enconados detractores, se le reconoce haber propagado la fiesta como nunca antes se sembró y se reconoció.

América vivió el cordobesismo con pasión, y de América fue Caracas una de las plazas más influidas por la fiebre de Manuel Benítez. El debut de El Cordobés en Venezuela fue en el Nuevo Circo , el 17 de noviembre de 1973. Se organizaron dos corridas de toros para presentar al fenómeno de Palma del Río. Lo hizo junto a Pedro Martínez Pedrés y Miguel Mateo Miguelín. Este último, murciano afincado en Algeciras, debutante en Venezuela. Con ellos el aragüeño Alfredo Sánchez carta nueva del toreo criollo, y cara fresca que se jugaban las empresas en los carteles fuertes.

Nada ocurrió, como tampoco pasaría nada en las nuevas presentaciones de Benítez. Una de estas corridas muy sangrienta, con percances graves a Sérbulo Azuaje y el chiclanero Emilio Oliva, que hasta la extremaunción recibió en su convalecencia. Fue una corrida nocturna, con presencia del presidente Raúl Leoni, el papel agotado y la locura por ver a Benítez. Fue una noche en la que El Cordobés fue abucheado,ante complicados, y encastados, toros de San Mateo.

Iba Manuel Benítez por el desquite el 13 de diciembre de 1964, y lo rodearon de un inusitado ambiente propagandístico. La radio pregonaba el slogan de la corrida:”- Trece de suerte torera, domingo para Pedrés. Por gracia pinturera, Faraco y El Cordobés”.

César Faraco, arrumado en el baúl de los recuerdos fue contratado por ser más antiguo que Pedro Martínez y El Cordobés. Benítez exigió siempre toreros de más antigüedad de alternativa en sus carteles.

César Faraco sorprendió ante el primer lagunero de la corrida, “Chimalpopoca” al que le cortó una oreja. Pedrés escuchó sendas broncas en sus toros y El Cordobés pasó de puntillas por la arena de San Agustín.

Con el cuarto toro de la corrida, un toro de Pastejé, bravo y encastado, El cóndor de los Andes remontó vuelo tan alto con este toro “Moctezuma” de Pastejé, que Caracas no tuvo techo para su triunfo.

Fue la faena de su vida en Venezuela,esta de Faraco a“Moctezuma”. Un toro zaino. abanto de salida, y distraído en los capote. Toro muy emocionante en varas, propinado tumbo y empujando con bríos las monturas.

César Faraco brindó al palco de reporteros gráficos, su primero lo había brindado al público. Matizaba el andino las circunstancias y sus brindis eran elocuentes mensajes que lo convirtieron en héroe sentimental. Inició la faena a “Moctezuma” en los medios, citó de lejos al bravo toro, y desde los medios a donde llegó garboso y vendiendo su vida para reunir en el corazón de la arena muletazos templados, latidos de emoción, se encendieron los tendidos de pasión localista y triunfalista.

Una gran faena, no hay duda, faena cumbre que el andino coronó con la espada. Llave para abrir de par en par la puerta grande del Nuevo Circo de Caracas.

Los caraqueños fueron a ver a Benítez y descubrieron una joya olvidada en el cajón de los recuerdos, César Faraco.

 

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