Juan Bellido, Chocolate |
Me encontraba en el tendido en la plaza de toros en Madrid. Aquella tarde toreaba un gran torero y buen amigo Joaquín Bernardó. Torero catalán que toreó muchos años toreo en México. Aquella tarde fue su ultima actuacion en la plaza de Las Ventas. El festejo se iba desarrollando sin mayores incidencias hasta que salió el cuarto toro, que le correspondía al maestro catalán. El toro salió caminando paso a paso y se paró en la mitad del ruedo, los subalternos le llamaban desde el tercio, solo que el toro rascando la arena ni un paso daba. Además se engallaba y rascaba la arena. El toro tenía buena presencia, de peso andaba por los 580 kilos. Bien puesto de pitones. El banderillero con insistencia le llamaba y el toro amagaba arrancarse, pero a los dos pasos se paraba. Los que estábamos en el tendido veíamos un peligro y el ambiente que se palpaba era de algo inesperado. Con los envites del torero y que el toro había amagado, el maestro Bernardó, al mirar que el toro no acudía a los capotes para que llegara al tercio, le dijo a su primer banderillero que fuera y lo sacara de los medios y lo trajera al tercio. El banderillero, Chocolate como se le conoce le miro y afirmando con un movimiento de cabeza, y diciendo ¡ si maestro ¡ Se dirigió sin titubear, con paso firme al encuentro del toro que en los medios esperaba, se produjo un silencio. Ese momento me hizo poner a la orilla del asiento. !Qué grande es el ruedo de la plaza de Madrid,¡Al llegar a una distancia de unos 6 metros el banderillero con su capote bien cuadrado dio un grito con firmeza y el toro engallado buscando y mirando con la cabeza engallada y rascando la arena me parecía que le hacía señas que se acercara. El torero acortó la distancia y otra vez con el capote cuadrado cubriendo su cuerpo, con insistencia un grito de su boca salía !Aja toro¡ … y el toro mirándolo, con la cabeza levantada, como buscando a quien lo retaba, de pronto arranco amagando embestir pero, a los dos pasos otra vez se paró y rascaba la arena. El banderillero, sin irse moviendo y aventado a la cara del toro su capote. Esperaba la embestida y, otra vez, otro amago de enbestida. Con nervio, el toro planteaba, y ahí se encontraba ese torero aguantando sin miedo a que la fiera arrancara. Al fin, el toro sintiendo que el torero se encontraba en su terreno embistió. El torero le marco la salida, la cual tomó el toro, pero se volvió a parar y, el banderillero, dejándole el capote en los belfos al toro, aguantando le volvió a citar. El toro acometió otra vez. El capotazo fue templado y largo. El toro siguió embebido en el lance desengañándose, para volver a embestir muy templado, entregado a donde el capotazo lo dejara . Con dos capotazos más el banderillero lo dejó Chocolate en el tercio para que, su maestro Joaquín Bernardo iniciara su trasteo Muchos aficionados nos levantamos y rn homenaje le aplaudimos la labor a tan extraordinario subalterno, de nombre Juan Bellido “Chocolate”.
Sin duda un gran recuerdo de esa tarde en la plaza de toros de las ventas en Madrid en el año 1982. Como muchas otras donde la emoción que te produce cuando un toro con presencia, nervio, raza y bravura al saltar al ruedo y al enfrentar a un buen torero. La sangre la sientes correr por tu cuerpo las manos te sudan la boca se seca y tantas otras sensaciones que te estremecen al salir un toro que al conjuro del hombre que lo reta y ambos producen emociones ante la embestida y la quietud del torero, el ritmo armonioso del cuerpo y el movimiento de manos marcando, jugando y midiendo el ritmo del temple arrancando un ole que sale de muy dentro del alma, esa emoción vibrante que te produce la sensación de peligro aunado a la belleza producida en conjunto de toro y torero llamado arte viviente en una corrida de toros ....
Saludos desde la ciudad de México.
Manuel del Prado “El Triste”
julio de 2020
Saludos desde la ciudad de México.
Manuel del Prado “El Triste”
julio de 2020
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