Néstor Melani-Orozco
De Mi Libro.
"UNA LÁGRIMA EN EL MÁRMOL"
Escritos en la Cuarentena
Hay un silencio en la plaza de toros de Acho, en el distrito limeño de Rimac. Esta plaza, como el circo de los reyes incas, o la gracia permitida al Dios Sol, la luna y fiesta del Señor Cristo de los Milagros de Lima. Talla del Cuzco, barroca tan afín a nuestro Crucifijo Tachirense de La Grita. La plaza de Acho es de 1766, con piedras y aún el simbolismo del conquistador Francisco de Pizarro. Banderas rojas y blancas y el cóndor real avistando los secretos sagrados de Atahualpa.
Y sobre su palco se quedó : "A mi tan solo me quedan penas y amarguras en la vida"..
Frase escrita por José de Espronceda de "Lágrimas a una estrella" y en su centro circular se enterró en 1816, por Dios la Espada del califa Rojo. Allí donde hace 500 años Francisco de Pizarro lidio un negro toro y desde su lanzamiento a caballo demostró las suertes del rejoneo. Y el caballo más corcel que esclavo se dejó morir en la plaza india. En un dolor tan grande como humano. En un grito de tantas eternidades. Hechos que se saben y se viven desde el barrio de Miraflores mirando el océano Pacífico. Casas de piedra y molinos de arrastre con barro del Cusco y cielos de estrellas. Porque allí está Ayacucho, con su puerta al sol donde un Dios rebelde gritó y Sucre, General Venezolano logró la libertad del reino de los incas. Donde España dominaba con su crueldad. Allí el virrey de la Serna fue derrotado un 9 de diciembre de 1824. Con la gloria del Potosí, y el Mariscal de La Mar Díaz fue el insigne general de la guerra del Perú.
Pasado un año de aquel sagrado momento en la historia de sur América. El 9 de diciembre de 1825. El libertador Simón Bolívar invitó al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. A Su maestro Simón Rodríguez. Al general José de San Martín libertador de Argentina, a Bernardo de O'Hoginnes padre de Chile, al pueblo de Lima, la oficialidad del ejército libertador, les invitó ese día a celebrar una Corrida de Toros en aquella plaza de Acho. La plaza de Pizarro. Junto a la banda de los milicianos indios y la soltura de un cóndor real, después de los siete toros muertos. Para conmemorar el primer aniversario de la Batalla de Ayacucho.
Maravilloso recuerdo. Con luces y palmas, le regaló al Mariscal de Ayacucho ese día la medalla del sol, hecha en oro de los incas.
En la historia taurina de Febres-Cordero existen pequeños apuntes de Bolívar taurino, está en los libros de la biblioteca de Mérida. Un día del 2004 el cronista Julio Villamizar me llevó a leerlos. También en Pamplona, Augusto Ramírez Villamizar los narró y en los apuntes de Cossio están los testimonios desde la versión de héroes asistentes a las monumentales del mundo.
Es digno saber que la Fiesta sagrada de los Toros es la ceremonia que unió culturas. Se entregó a la virgen de los gitanos. Llevó sus Cristus de amor de los toreros y se vino de los circos romanos para ser sefardita y entre árabes y España vieja vino a América.
..."Bolívar fue en Madrid muy joven con Antonio Mayo a la plaza del Rey. Cómo fue a contemplar los grabados de Goya en la eternidad de la fiesta brava"...
Valla la historia!
Viva una Corrida de Toros con luces eternas... Silencios perdidos después del amor...
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