domingo, 7 de junio de 2020

“MADRID, 19 DE MAYO DE 1994 No te vayas Curro Vázquez por Paco Apaolaza




“MADRID, 19 DE MAYO DE 1994 No te vayas, torero. Curro Vázquez cortó una oreja en una faena mayestática a su último todo en San Isidro. 
Ya, 20 de mayo de 1994 Permíteme, torero, que te haga partícipe de la angustia, la mía, la de tantos; permíteme que también te haga partícipe de la alegría, la mía, la de tantos por esa oreja, por esa salida de tu plaza, el flequillo pegado, la cara de relajo, hecho un tío, hecho un torerazo, con el aura de torería resplandeciendo en la noche de perros en la que te ha tocado cerras la Feria y decir adiós a esta con un murmullo sereno, unos muletazos antológicos con todo el peso de mil posos toreros. 
Estamos angustiados porque lo vemos ta cerca y cuando una voz, punto desgarrada, te ha gritado: “No te vayas, Curro” el amargor se nos ha subido, repito, a mucho más allá de la garganta. 
La lección Ya sé, ya sabemos, que cuando alguien toma la firme decisión de irse no va a dejar de hacerlo porque se lo pidan los aficionados, los amigos. Ya lo sé. Pero hacerlo es nuestra obligación, decirlo, pedirlo simplemente porque la fiesta no puede prescindir de ti, que eres un punto de referencia básico, y más básico hoy, que has pegado una lección difícilmente inolvidable. No has salido por la puerta grande, pero qué leche importa, torero, si has toreado como no creíamos que se pudiera, por el ruedo, por el todo, por todo. El quite al cuarto, esas tres verónicas y esa media, tenues y sin embargo aplomadas, tu inquietud por cuidar al toro, para que no lo estropearan, hacía pensar que sí, que, a pesar del día, nos íbamos a enterar de lo que valía un peine. 
El trasteo sacándolo pafuera andando, el relajo con que te has puesto delante y luego esos muletazos, torero, con la mano derecha, limpios y con ritmo, y otra vez la torería. Parecías al citar un torero de alternativa tierna por el entusiasmo, y en el remate parecías un torero de tu edad. Toda una vida en un muletazo y por extensión en una serie. Y, de repente, el pecho por delantera como la bandera del sosiego y la muleta en la izquierda, ¡qué angustia, torero, no poder parar ahí, de saber que queda poco, que te vas, que terminabas tus sanisidros! Y qué gozo de sentir, repito, con sosiego esos seis naturales fluidos, fáciles, felices, fríos, lentos como hielos flotando a la deriva que decía el tremendo Aleixandre. La oreja Después, los ayudados; después el pinchazo, la oreja regalada al Jaro, para dar una vuelta al ruedo, descalzo y con el capote y la montera como distintivos de su profesión. Y todo eso, torero, pensando como pienso que esta corrida no se debería haber celebrado y que Lamarca, el presidente, debió suspenderla a pesar de tu opinión como director de lidia. Pero ya sabes que ese presidente no tiene autoridad para ejercer la misma. Mucho me temo, torero, que Finito no haya sacado conclusiones de su toreo y que uno de los últimos reflejos del espejo de tu torería que dice y repite otro amigo, Manolo Vidal, hayan pasado desapercibidos y solo se echen de menos cuando ese espejo se rompa, es decir, cuando te vayas. 
Fíjate que yo creía sinceramente que Ojeda tenía, todavía, muchas cosas que decir en esta temporada de reaparición pero, por lo visto, no tiene el bolo pa líos y no lo ve nada, pero nada claro. Lo terrible es que quiso, lo malo fue que le saliera un todo con argumentos –el de Cuoto, quinto-, no el tuyo primero que se desangró y no tuvo más remedio que pararse, el pobre. Insisto en que quiso y la primera serie tuvo cierta relevancia, ¿no?, pero luego se le obnubiló la cosa y ese toro, al que había que mandar, le pudo. En el segundo tampoco me gustó por su inseguridad. Torero, que de verdad no me acuerdo de Finito, no por nada, ni por su mala suerte en el lote sino porque la lluvia se lo llevó en su primero y las ganas de terminar en su segundo, bastante desagradable. Tengo que terminar, maestro, y sigo con la angustia, con la alegría de que te hablaba e insisto que la corrida no se debió dar aunque te empeñases personalmente. Torero, maestro, no te vayas. 
Un abrazo fuerte, nos veremos por el norte. Paco Apaolaza.

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