lunes, 20 de abril de 2020

ALEJANDRO ALGARA, UN TENOR DE SEDA Y ORO

 


Alejandro Algara y Agustín Lara en los momentos de la creación musical, legado inolvidable a la Fiesta de los Toros.

El telón de la biografía de un personaje del tamaño de Alejando Algara ha cerrado hoy sábado su paso material. Oficialmente, acaba su paso terrenal hace ya tiempo detenido aquejado por la edad y el peso de tanto haberse brindado. Con su partida no solo la canción o la música en México deben estar de luto, me temo que la tauromaquia debe estarlo para añadir, a este abril azul, una pena más entre todas las que van. 

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA.

Sería una noche en el hoy lejano mes de noviembre de 2001, en la antigua Torre Domecq de Coyoacán, centro de innumerables e inolvidables eventos taurinos en la Ciudad de México, hoy, lamentablemente, olvidados como desaparecida, taurinamente, está la antigua Torre en que tuviera lugar la presentación de un libro importante, hoy agotado. Aquella vez, Manuel Capetillo Villaseñor alumbró su “Más Allá de la Leyenda”

Y entre los siempre distinguidos invitados de Don Antonio Ariza Cañadilla se encontraba, en sencilla elegancia, Alejandro Algara.

Claro está, se encontraba en mucha cercanía y camaradería con el festejado puesto que años antes, había cantado el pasodoble “Capetillo” con música de ni más ni menos que del exitosísimo Mario Molina Montes en aquel disco bien nombrado “Diez Toreros y Una Plaza de Toros” por la Monumental de Jalisco, Nuevo Progreso de Guadalajara, un long play hoy tristemente en el olvido gracias la enorme ignorancia que reina en la burocracia discográfica.
Que siempre ha golpeado en México talentos como Algara.
Que los enlatan o los condenan a la mera retrospectiva seleccionada.
Pero en Alejando Algara hay una excelencia interpretativa difícil de encontrar en el entorno musical mexicano. Su obra muestra un tenor lírico capaz ya sea de impregnar de clase, muchas veces, de fantasía, el más sencillo de los arreglos que no siempre se encontraron a la altura de su categoría o la más modesta de las letras en emocionante viaje sonoro. Supo no solo estar a la altura de grandes obras, sino sublimarse y crear un universo propio a partir de la interpretación que en muchos se escucha forzada y sobre estudiada, en Algara tenemos siempre la percepción la naturalidad de facilidad y desparpajo.
Curiosamente, un pasodoble que no forma parte de los “Diez Toreros y Una Plaza de Toros”, es el dedicado por Jaime Rojas Palacios a Raúl Contreras “Finito”, una composición entusiasta, encomiable, aunque sin las excelsitudes musicales de los pasodobles que Algara anteriormente había interpretado, pero con el que consigue realzar el animoso sentimiento de Rojas Palacios y su admiración al torero de Chihuahua triunfador de ese final de los sesenta.
En cada entonación de Algara hay el regodeo que ponen los taurinos al apasionarse.
Y eso lo que siempre le hemos escuchado decir a la cantante “Estrella”, Magia Rangel, para cantar hay que proyectar la intención adecuada pues no se puede abordar la alegría de una letra con la mascarada de la exageración trágica, sería lo mismo que atravesarse en vez de cruzarse con el toro. Ser impertinente en el canto es romper con el arte. Con Algara la única impertinencia, si acaso, es el tiempo en el que le ha tocado desplegar sus mayores facultades.
Parece que su encuentro con Agustín Lara que, necesariamente, le marca para siempre, habría podido pasar en cualquiera de las épocas del “Músico-Poeta” y su sello, su forja cultural, habrían sido de la predilección del maestro que era capaz de hacer pero también deshacer las voces, como nos hará saber “El Bardo de la Taurina” en su “Embrujo y Fantasía”, obra de próxima aparición realizada con los lienzos de Francisco Álvarez y que cuando nos hizo la deferencia de participar, inmediata y obligadamente supimos que Algara implicaría uno de los personajes de necesario y absoluto estudio para abordar el tema.
Aunque Algara no estaba ya en condiciones de manifestarse por entero, sabemos que el cantante capitalino pasó de ser intérprete-alumno a discípulo-ahijado de Lara.
De ser intérprete exclusivo a casi confidente y pleno depositario de sus excelsitudes.
Los grandes compositores perfectamente a quién dar qué canción. Lara era uno de ellos, basta escuchar “Nadie” con Amparo Montes o, para volver a los medios, “Valiente”, el pasodoble de “El Soldado”, con Alfonso Ortiz Tirado, personaje fundacional y con el que, Algara sostendría casi como homenaje interpretando varios de sus éxitos, incluyendo “Españolerías”, para confirmar a qué nos referimos: sí, él hace las voces, pero también las deshace.
Sin embargo, la aparición, primero de Algara, después de Javier Solís, representa una sacudida a la obra de Lara ya demasiado “vista”, en términos taurinos, para la segunda mitad de los cincuenta. Es entonces, cuando redescubre la jovialidad en Algara, da con su aire de modernidad y suavidad, vigor musical y añade con swinglos elementos que van no solo a revitalizar sino a redimensionar y volver a la palestra de la entonces actualidad, su obra española y taurina, que databa de 1931, cuando el Dr. Ortiz Tirado le estrena “Sevilla”.
Algara, su voz en plenitud, su templadísima cuadratura, su entonación taurina, bordarían una nueva obra sobre la ya conocidísima.
Y eso que no le dejaron salir en la mítica portada verde, toda fue para Agustín.
Ni cantar “Madrid” o “Españolerías”, o “Cuerdas de Mi Guitarra” o “Novillero”, era la época en que aún era un discípulo, por cierto, muy aventajado.
Es a ese disco llamado “Svite Española” de 1957, cantado por Alejandro Algara, acompañado por la “Orquesta de Solistas de Agustín Lara”, orquestado y arreglado por Jesús Ferrer y dirigido por Lara, al que en buena medida se le debe el inicio de la revalorización del pasodoble que en México escuchamos hoy corrida a corrida. Luego vendría Javier Solís con Arcadio Elías y el “Mariachi Nacional” a rematar el giro total que hasta el día de hoy oímos domingo a domingo con el disco “Fantasía Española”, mucho más digerible para la generalidad y que cuenta con varias piezas cumbre, igualmente, dignas de la inmortalidad pero que son abordadas a través de otro terreno musical.
Alejandro Algara entablaría, primero sin imaginarlo, claro está, pero después dando la pelea, un mano a mano musical y taurino con Javier Solís, en un deleite sonoro que como diletantes taurinos es maravilloso paladear. Pasaron seis años para que Javier Solís diera rienda a la imaginativa hispano-taurina de Lara, después Algara no se quedaría con las ganas de, por fin, cantar “Españolerías” y “Novillero”. Así, podemos oírles alternar con “Murcia”, “Granada”, “Silverio”, “Valencia” y, principalmente -les invito a hacerlo- escuchar en mano a mano, “Toledo”, una difícil pieza que, de manera muy poco elegante y en perjuicio de Javier Solís, la disquera mutiló de la edición del disco compacto, a pesar de que lo enlistó como parte de los cien mejores de la historia.
Flaco favor.
El mano a mano musical quedaría en suspenso para la mitad de los sesenta. A la muerte de Javier Solís, la cosa quedaría, como tantas cosas en México, solo en la imaginación.
No olvidemos nunca que el último pasodoble escrito por Agustín Lara, el dedicado a “El Cordobés”, en 1964, polémico desde su concepción como resultado del choque de dos mundos y dos épocas, fue cantado y, quizá, rescatado, por Algara. En cambio, es muy poco recordado, es más, hay a quien le pasa de noche, la maravillosa interpretación de “La Carmen de Chamberí” cuya hermosa y sensacional historia también contará “Bardo de la Taurina” en su próxima publicación literaria y quien no sometió al olvido la brillantísima pieza que trae consigo uno de los momentos más toreros de la obra de Lara.
Algara le pasaría algo similar pese a su programa de televisión, “El Show de Alejandro Algara”, posterior a la aparición de la “Svite”. Parece que no con poco le cobraron haber sido el preferido y el exclusivo cantante de la obra lariana. Ahí queda su breve pero intenso e inolvidable paso por el cine o sus incontables apariciones televisivas donde hay verdaderas joyas como aquella hermosísima “Mi Todo” que interpretara en una aparición en el “Club del Hogar” y que le valió una ovación de lujo empezando por Francisco Fuentes “Madaleno” y rematando con Daniel Pérez Arcaraz en el Canal 4.
Joyas que están, de menos… olvidadas.
O perdidas. Como su paso en Polonia en el Festival Sopot o su aparición en la Olimpiada de Tokio del mismo 1964, de las cuales, al parecer, solo hay retazos.
Menos mal que la Afición taurina rescató su aparición en aquel programa nocturno en los noventa donde se dio a cantar los más pasodobles posibles, de “Silverio”, uno de sus mejores intérpretes, a “Novillero”, rematando con “Manolo Martínez” del regiomontano Abelardo Leal y que Algara mismo señala haber estrenado en la Santa María de Querétaro en los años dorados de los encuentros martinistas con Paco Camino. Documentos que están en la red y que dan cuenta, ya incluso en los años de veteranía, de su donaire, arte y maestría al cantar pese a que habían pasado, en aquel momento, más de cuarenta años de su debut.
Ahí Algara se da sin reservas incluso adornándose con toreo de salón, incluyendo quites, pases de trincheras y remates por desdenes y serpentinas, no por nada en algún momento le hizo al toro y, menos mal, una vaquilla nos dio un gran cantante. Cantó, como indicamos, a Manolo, pero igualmente a Curro Rivera y a Eloy Cavazos, como cierre de una época donde aún, pese a ya no existir Agustín Lara, seguía habiendo pasodobles.
Quizá porque aún había figuras.
Decía María Félix, a la que le hizo un programa fabuloso en televisión y logro reunirla tiempo después con Agustín en vivo, al grado de, cosa rara, ponerlo nervioso, que ya no había pasodobles porque ya Agustín se había muerto.
Quedaban, entonces, los intérpretes.
¿Quién cantará ahora a España desde México? ¿Quién brindará su voz a los toros y a los toreros?
Justo hoy en el confinado y azul abril. En el momento que Alejandro Algara ha muerto.
Descanse en paz.
Twitter: @CaballoNegroII.
Alejandro Aurelio Algara de Carlos y Menéndez, “Alejandro Algara” (México, D.F. Enero 25, 1928 – Ciudad de México. Abril 20, 2020) cantante y presentador mexicano murió en la madrugada de este sábado en su domicilio a los 92 años. Célebre cantante mexicano hizo patente su afición por la Fiesta grabando diversos discos dedicados a España y a la Fiesta de los toros. Le sobrevive su esposa, Sra. Mónica Prado. Descanse en Paz.

El LP de la segunda edición de la Suite Española de Lara cantada por Alejandro Algara emitida en 1988.

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