Le agregaron pimienta al descafeinado encierro de Laguna Blanca Foto Federico Montes |
Los toreros
sacaron las mayores posibilidades de lucimiento de un encierro descafeinado,
donde los dos últimos astados salvaron en parte el honor de la divisa. *** Al
final, ambos espadas saldrían en hombros, más por su voluntad y decisión en
aras del triunfo que por el contenido de la tarde.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos:
Federico Montes
MÉRIDA (Enviado
Especial).- La primera de las citas de la edición de este año de la Feria del
Sol ha estado condicionada en su mayoría por el juego en conjunto de los toros
corridos. Solo al final, los dos últimos astados, en parte dieron pie a las
mayores emociones de una tarde que iba camino al despeñadero en cuanto a trascendencia
se refiere. Y eso que a lo largo del festejo hubo interés indiscutible de ambos
espadas por no dejar pasar resquicio alguno para el lucimiento. Pero es que con
toros tan a contra estilo, poco más se podía hacer, sino estar decoroso, como
lo demostraron los señalados espadas, Escribano y Colombo.
Poco público,
mucho cemento vacío en la Plaza Monumental emeritense, en la cual así mismo se
apreciaba mucha apatía en la taquilla horas antes del festejo. Es que poco
motiva, estimado lector, que una ciudad como Mérida llame a toros en la situación
que se encuentra, literalmente la gente sobreviviendo como puede. Allá las
mentiras que se hacen así mismo empresarios y palmeros de oficio, donde así
mismo al aficionado y taurino merideño se le ha corrido por la desastrosa gestión
de una empresa que es un símil a como está el gobierno nacional. Bloqueada por
todos los flancos, se apaña como puede, ante la indulgencia de autoridades municipales
y regionales, quienes poco ven más allá de sus narices… A poco que les
interesa.
Así y todo, ante
el primero de la función Manuel Escribano hizo las veces de enfermero, pues las
endebles fuerzas de salida del chorreado en verdugo del hierro lagunero,
condicionó su trasteo. El medido castigo en varas, además del florido quite en
los medios por chicuelinas, tafallera, caleserina y media verónica, serían lo
más meritorio de su actuación, pues en banderillas cumplirían sin mucho mérito
ambos coletas, clavando trasero y caídos los garapullos; el mejor de estos, el
que cerró tercio, de adentro a las afueras por parte de Escribano, en todo lo
alto, “asomándose al balcón”. Pero en la muleta, a pesar de su esperanzador
inicio, cambiando por la espalda los primeros viajes del astado, poco más pudo
hacer, pues el toro además de su descompuesta embestida, racaneó sus envites a
la poderosa muleta del sevillano por ambas manos, no quedando otra que
justificarse. Al segundo viaje con el acero, de tres cuartos traseros, se le despacharía,
para que fuese arrastrado ante el silencio de los presentes, por un percherón
remiso, esperpento de tiro de arrastre, que hubo de ser reemplazado sobre la
marcha en el curso del festejo. Una de cuantas improvisaciones, tanto de
empresa como del palco presidencial, más proclives al cotilleo que sus
verdaderas funciones.
El tercero fue
peor que su hermano anterior para Escribano, pues a la par de lo mal picado que
fue por Segundo Salgado, se le uniría su escaso recorrido con las telas. En
banderillas cumpliría Manuel y poco más, pues su labor muleteril fue mero trámite,
para despenarle de estocada desprendida y trasera, para luego ser silenciado.
En el que
cerraba lote, más opciones se le vieron desde el alegre saludo por verónicas en
el tercio. El mínimo castigo en varas, ni para una muestra hematológica, dejaría
el anovillado ejemplar preparado para el alegre y vibrante tercio de
banderillas que protagonizaron ambos espadas, donde hicieron gala de facultades
y conocimientos de terrenos para clavar rehiletes, en especial un par de Escribano
por los adentros, de enorme exposición. Y así, con el ambiente preparado, de
rodillas en los medios se prodigó comenzar labor, la misma que hilvanaría en
especial por naturales en series de enjundia, llevando largo y templadas las empalagosas
y noblotas embestidas del jabonero burel, las que complementó por la diestra en
tanda maciza y rotundas, las mismas que valieron lo justo y necesario para
colocar a los presentes de acuerdo, tras la firmeza de plantas demostrada por
el rubio coleta de Gerena. Las dosantinas y los cambios por la espalda fueron
el complemento para aliñar su trasteo. Los tres cuartos de ración toricida caídos
y traseros valieron para que el toro doblara y con ello la pañolada que obligara
a Usía a mostrar el par de pañuelos que daban salvoconducto a la salida en
hombros.
Rodillas en
tierra saludó con el percal Jesús Enrique Colombo al segundo de la tarde, bello
castaño claro, el cual poco colaboró con las intenciones de capa del joven
coleta. El buen puyazo de Alfredo Guimerá valió para ver un buen tercio de
rehiletes de ambos diestros, para ya entrados en la faena de muleta Colombo por
doblones iniciara labor, entre las rayas del burladero 1 y 2. Por la derecha
templaría y llevaría “tapado de tela” al sosote ejemplar, donde el complemento
de emoción que le faltaba a su embestida la colocaría el diestro en mención,
con claras intención de triunfo desde el minuto 1 de actuación. Una sola tanda
por la zurda fue suficiente para dar cumplimento a todo lo hecho por Jesús
Enrique, para de esta manera, de tres cuartos de espada, traseritos y tendidos,
fueran suficiente para el corte de una oreja, por petición mayoritaria del
soberano
Su segundo
astado no le dejaría estar a gusto a Colombo, pues su ásperas arreones con la
que se decantó en la muleta, le hicieron por momentos estar atropellado al
joven torero taribense. Antes se había explayado en vibrante tercio de
banderillas desde todos los terrenos del ruedo. Pero como comentábamos, con la
muleta, voluntad y poco más se le vio ante el galimatías que supuso los viajes
del astado a la muleta. El espadazo en lo alto, con el complemento de un
descabello le dejó en tibias palmas su labor.
Y con el que
cerraba plaza, comprometido tras ver como Escribano aseguraba su salida en hombros
en el toro anterior, salió Colombo a por todas, frente a un toro que auguraba
emociones que se fueron diluyendo a medida que transcurría su trasteo
muleteril, al pasar nuevamente en el tercio de varas en solo meto tramite, apagándose
a la tercera tanda de la misma, viéndosele por momentos encimista al coleta, dadas
las condiciones del toro, que pedía más sosiego y distancias entre tanda y
tanda. No queda en duda los deseos de agradar del torero, pero una cosa es eso,
y otras las condiciones que posibilitaba la res. Al final, viendo los presentes
todo lo antes acontecido, no era menos que justicia que luego del fulminante
volapié, trasero y tendido con las que se fue tras la espada, se rindiera a la petición
de la oreja que le abría la Puerta Grande, y con ello acompañar a Escribano en
una tarde, donde ya quedó dicho, el mérito del éxito de la tarde recaería en la
voluntad y disposición de los toreros.
FICHA DEL
FESTEJO
Plaza de Toros
Monumental “Román Eduardo Sandia” de Mérida.
Sábado 22 de
febrero de 2020. I corrida de la Feria del Sol.
Con poco menos
de un cuarto de plaza (aproximadamente 3800 personas) en tarde soleada y fría
al final de la misma, se lidiaron reses de LAGUNA BLANCA (Euclides Sánchez), en
su conjunto dispares de presencia, variopintos de pelaje, anovillados los dos últimos;
1º, descastado y falto de fuerzas; 2º, soso y noblote; 3º, parado y descastado;
4º, bravucón y áspero; 5º, noble y con recorrido; 6º, noble que se vino a
menos.
Pesos: 438,
458, 447, 430, 450 y 436 kilos.
Mano a mano
MANUEL
ESCRIBANO (Verde oliva y oro con cabos blancos): Silencio, silencio y dos orejas.
JESÚS ENRIQUE
COLOMBO (Blanco y oro, con cabos blancos): Oreja, palmas y oreja.
INCIDENCIAS:
Destacaron en la brega Eduardo Graterol y Mauro David Pereira, y en la vara, buen
puyazo, no reconocido por los presentes de parte de Alfredo Guimerá. *** Dos horas y 10 minutos duración de festejo. ***
El festejo comenzó con un retraso injustificado de 25 minutos de la hora
establecida. *** Presidió festejo Omar José Quintero, quien se desempeñó con
criterio ecuánime.
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