COLOMBO Y «SALVATIERRA», PROTAGONISTAS DE UNA TARDE DESCAFEINADA
Triunfal actuación
por segunda tarde consecutiva del joven espada, con el corte de tres orejas, en
especial tras la lidia en suerte de un bravo pupilo de la ganadería titular,
que a la postre se le perdonaría la vida. *** Poca fortuna para el resto de
espadas actuantes, en especial para el emeritense Guillén, quien pasaría a la
enfermería tras ser espectacularmente volteado. Nazaré dejaría los mejores muletazos
de la función, mientras que Serna se fue inédito.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos:
Federico Montes
MÉRIDA (Enviado
Especial).- Los toros de la señera ganadería caroreña de Los Aránguez en parte
han salvado su honor a su paso por la segunda corrida de la Feria del Sol 2020.
Solo salvó el honor de la divisa el corrido en cuarto lugar, un bravo y noble
astado, el más armónico y en tipo del lote, que a la postre demostraría sus
buenos presagios en la muleta de un expresivo y variado Jesús Enrique Colombo,
quien le cupo el mérito de indultarle.
Previamente le
había lucido en capa, banderillas y muleta con la atlética condición que le
caracteriza, para al final convertir este hecho en el más trascedente del
festejo, el mismo donde lamentablemente el espada emeritense Alexander Guillén
tuvo la cara amarga de ser aparatosamente volteado por el burel que abría
plaza, para recibir fuerte paliza que llevaba en sí la luxación del codo izquierdo,
que le imposibilitaría seguir en la arena. Por su parte los espadas sevillanos
Antonio Nazaré y Rafael Serna poco pudieron lucir, dada la poca colaboración y antagónicas
condiciones de sus astados que despacharon, en tarde donde poco más de un
tercio de plaza se dio cita en el monumental ruedo merideño.
El festejo comenzó
gafado, tras las aviesas intenciones con las que se prodigó de salida, desde el
mismo capote de Guillén el abreplaza, voladas con soltura y elegancia,
rematadas de media en el tercio de matadores. Mal picado por el piquero de
turno, el quite nuevamente con media y revolera hacia intuir lucimiento, pero
no fue así, pues una vez en la muleta el toro desarrollaría un marcada
tendencia a vencerse por el pitón derecho, probando disposición del torero por
aguantarles las probaturas. No sería sino hasta el inicio de la tercera tanda
cuando se lo echaría a los lomos, no perdonando la errónea colocación del
torero, buscándole con saña en el piso el certero burel, recogiéndole de nuevo,
y con ello propinarle soberana paliza que dejaría grogui al torero y con el
codo izquierdo luxado, inmediatamente llevado a la enfermería de donde no saldría
tras el parte del colega Luis Alfonso Molina quien confirmaba dicha lesión y
otras lesiones menores. Le despachó pasando fatigas Nazaré, tras varios viajes
con el acero, siendo silenciado.
El orden de
lidia se alteraría tras este incidente, por lo que Nazaré lidiaría el que saldría
en tercer lugar tras corregirse el anuncio de la tablilla, en trasteo en la que
como fue la tónica de la tarde para la mayoría de los astados corridos, la
nobleza y sosería de las embestidas se acompañaba de su nula entrega en
humillar a las telas. Aprovechando esta rendija el diestro sevillano de Dos
Hermanas dejaría pinceladas de su toreo, en muletazos meritorios por la diestra
y poco más. El espadazo contrario y tendidos, así como dos descabellos le
dejaron en silencio su actuación
Mucho más
meritorio y a reconocer las tandas por la derecha que dejaría en la retina ante
el que hizo sexto Nazaré. Sin duda las mejores series de muletazos, a pesar de
que el cotarro no se enteraría del todo de los mismos, ni siquiera el palco
presidencial para amenizarle a destiempo con el pasodoble torero, teniendo que
echar mano del repertorio populista para que le tomaran en cuenta. Previamente habíamos
visto un sabroso manojo de verónicas de recibo, chicuelinas y cordobina con
aroma a toreo caro. El tumbo del toro en el caballo y la mínima sangría que se
le hizo, casi testimonial, dieron pie a una labor muleteril preñada de
muletazos pintureros, frente a la noble pero pajuna embestida de la res, a la
que se le supo ofrecer distancia, temple y toques para sacarle el mayor
provecho posible, acompasando brazos, cintura y ritmo al recorrido del animal.
Una pena que dos viajes con el acero antes de necesitar de dos descabellos
dejarían en tímidas palmas su quehacer, lo más artístico de la función.
De verdad que
los astros se alinearon para que Rafael Serna la tarde de este domingo pasara
de puntilla del ruedo merideño. En parte se justificó con el que hizo segundo
de la tarde tras correrse turno de lidia, en faena donde acompañaría con empeño
y deseos las noblotas e insulsas embestidas del morlaco, en especial por la
mano diestra. Pero lo pesado con el acero y el verduguillo le hicieron
emborronar lo poco bueno que se le había visto.
Peores cotas encontraría
con el irreglamentario sobrero quinto bis, que tuvo que despachar en contra de
su voluntad tras devolverse por mansurrón el titular, cuestión que solo cabe en
el criterio de un palco acéfalo de personalidad para incluso ellos mismos
saltarse a “la torera” sus propios conceptos reglamentarios de la lidia. Así de
mal estamos ¡¡¡vaya por Dios!!! El manso que le suplió poco o nada mejoraría el
panorama de su hermano devuelto a corrales, en fin un innecesario trance que
bien nos pudimos ahorrar con un poco más de sentido y respeto por esta plaza
señores de la que otrora fue ilustre Comisión Taurina del Municipio Libertador
del estado Mérida. Tras dos viajes con el acero se le silencio.
Y con el que
cerró plaza, poco más de lo mismo se le vería a Serna, un anovillado astado que
permitiría una labor de intermitencias y altibajos artísticos por parte del
torero, con pases más a la galería que otra cosa a resaltar. Nuevamente dos
intentos con el acero fueron necesarios para silenciársele su lúgubre paso este
año por la feria merideña.
Por su parte a
Jesús Enrique Colombo la suerte por la mañana le correspondería el más armónico
y serio astado que los hermanos Riera se trajeron de Carora como lo fue el
noble, bravo y encastado «Salvatierra» N° 28, el cual desde el mismo capote
florido de Colombo se decantó a embestir como una locomotora, en plenos medios
de la plaza. La larga cambiada de Jesús Enrique fueron el acicate para
inmediatamente colocar en vereda a los presentes, luego las chicuelinas al paso
con las que se llevó al caballo donde Alfredo Guimerá recetó un medido y
certero puyazo en “la yema” dejaron preparado para que JEC se luciera en un
vibrante tercio de rehiletes, haciendo alarde de sus envidiables y portentosas facultades.
Iniciando labor muleteril sentado en el estribo, así arrancó una faena preñada
de virtudes, como fueron el largo recorrido además de codicia y nobleza del
astado, así como la variedad y entrega del torero, por ambos pitones en
especial por la diestra donde en su mayoría se basó, en los plenos medios del
ruedo. La petición de indulto no se hizo esperar, lo que unido a la calidad del
astado, el que más rápido que tarde se asomara el pañuelo naranja antes que JEC
se perfilase por si acaso con su contundente “rifle” que es su brazo derecho
para con el estoque. La vuelta al ruedo junto al joven ganadero Riera resumía la
tarde en su apartado triunfal.
El que cerraba
su lote, un anovillado ejemplar, nuevamente la falta de celo y recorrido, defendiéndose
ante las telas, condicionaron a que JEC echara mano de su versión más populista
y tremendistas en un trasteo deslavazado y superficial, donde la pirotecnia la montaría
el joven espada taribense, con popurrí musical incluido para tal efecto, quien contaría
con el beneplácito de los presentes para aplaudirle lo bueno, lo regular y lo
malo. Al final, el contundente uso y provecho del estoque le valdría y certificaría
el corte de una oreja, de mucho menor calado de las que hasta el momento se habían
otorgado en el ciclo, pues ya habíamos entrado en barrena en cuanto a
exigencias por parte de Usía, tal y como lo había dejado evidente en el curso
del festejo.
La salida en
hombros al final del festejo de Jesús Enrique Colombo le colocaba el dintel
triunfal de un festejo, donde la excepción la colocaría un toro, el mencionado «Salvatierra»
lo demás, dejaría mucho que desear en el tintero de una plaza, y público en
general, más proclive al triunfalismo que de costumbre. Así se le ha mal acostumbrado,
cuando como este domingo se ven tardes de rebajas en cuanto a exigencias se
refieren.
FICHA DEL
FESTEJO
Plaza de Toros
Monumental “Román Eduardo Sandia” de Mérida.
Domingo 23 de
febrero de 2020. II corrida de la Feria del Sol.
Con poco menos
de un tercio de plaza (aproximadamente 4800 personas) en tarde soleada y fría
al final de la misma, se lidiaron nueve toros de LOS ARÁNGUEZ (Hermanos Riera),
(el 5º bis sustituto de uno de su misma ganadería por manso y parado) en su
conjunto dispares de presencia, el mejor presentado fue el 4º, y los más
anovillados, fueron el 7º y 8º; noblotes en distinto grado y a menos en la
muleta, destacando por su recorrido el señalado 4º, en más en tipo, el cual fue
indultado, llevando por nombre «Salvatierra» N° 28 de 491 kilos, negro mulato;
1º y 8º, soso, parado, desarrollando peligro; 2º, 3º, 6º, noblote sin humillar;
5º bis, mansurrón y parado.
Pesos: 483, 481,
467, 475, 430, 446, 435 y 430 kilos.
ALEXANDER
GUILLÉN (Grana y oro con cabos blancos): Herido cuando lidiaba de muleta el que
abrió plaza.
RAFAEL SERNA (Corinto
y oro, con cabos blancos): Silencio, en los tres astados que despachó.
ANTONIO NAZARÉ
(Verde esmeralda y oro con cabos blancos) Silencio en el que mató por Guillén,
silencio y silencio.
JESÚS ENRIQUE COLOMBO
(Corinto y oro, con cabos blancos): Dos orejas simbólicas tras indulto y oreja.
Salió en hombros.
INCIDENCIAS:
Destacaron en la brega Eduardo Graterol, Mauro David Pereira y Gerson Guerrero,
y en la vara, buen puyazo de Rene Quintana y Alfredo Guimerá. Extraordinarios
pares de Ramón Contreras y Francisco “Chico” Paredes, ante toros complicados
para llegarle a la cara*** Tres horas y 24
minutos duración de festejo. *** Presidió festejo Omar José Quintero, quien se
desempeñó con esperpéntico proceder, cambiando un toro mansurrón cuando se
lidiaba en el tercio de banderillas, indicando el cambio de tercio de varas sin
autorización expresa y solicita del matador y concediendo acompañamiento
musical de las faenas sin criterio justificado. Un desastre en pocas palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario