UN GRAN TORO DE “LA PAUCA”
por MANUEL GONZÁLEZ / Afición Perú
La nobleza de un toro de un toro de lidia es a veces impresionante y le queda a uno en el alma para toda la vida.
En la década de los 70, casi durante todo el año, se programaban festejos taurinos en Acho, entre novilladas, festivales y espectáculos de categoría de toreros cómicos, sobre todo en la época del verano limeño y aunque hoy parezca mentira los tendidos de la plaza siempre se veían muy concurridos por los aficionados, hablamos de media plaza para arriba.
En ese contexto, es que en 1974 concretamente en el mes de febrero, si mal no recuerdo se dieron tres novilladas de postín, en donde novilleros peruanos de la talla de Fernando Bares, Raúl Aramburú Tizón, Carlos Velazco, Félix Mondragón y César Llanos entre otros congregaron en la primera plaza del Perú, a un buen número de aficionados. Siendo la revelación de aquella corta pero interesante temporada de tres novilladas los novilleros Fernando Bares y César Llanos.
Estas novilladas fueron organizadas por tres aficionados que sin ser empresarios taurinos, tuvieron la ilusión de ofrecer este ciclo. Ellos fueron Andy Rodríguez, un taurino venezolano afincado en Lima, Don Enrique Ego Aguirre, aficionado práctico de polendas desde la época del “Tentadero de La Legua”, y don Manolo Pajuelo, quien nos dejó uno de los mejores libros de consulta sobre la “Feria del Señor de los Milagros”.
La verdad es que no recuerdo en cuál de las tres tardes fue, salió un novillo de muy bonitas hechuras de la ganadería de La Pauca de nombre “Cholito”, y que le correspondió en suerte al novillero César Llanos, y la verdad que cuajó una importante faena a pesar de su poco rodaje en aquel momento: César Llanos un torero muy valiente, cuya tauromaquia se parecía a esa gran figura del toreo como fue Miguel Mateo “Miguelín”. Al final de su labor la afición pidió el indulto del bravo “Cholito” y la autoridad lo concedió.
“Cholito” fue llevado al “Tentadero de Lacaya”, (hoy una parte de Lomas de Villa), donde Don Enrique Ego Aguirre, Manolo Pajuelo y Andy Rodríguez, lo tenían alquilado y recibían toros de esta ganadería chumbivilcana de media casta para ser vendidos desde Lima a todo el Perú taurino.
Y es en esta parte donde entro yo en la historia.
“Cholito” fue puesto en los corrales de “Lacaya”, junto a otros toros durante un tiempo, pero como ya comentamos líneas arriba, estos toros se fueron vendiendo y “Cholito” se fue quedando sólo en un corral.
“Lacaya” además fue el lugar donde todos los días Gabriel Tizón y yo entrenábamos, y prácticamente pasábamos todo el día allí.
“Cholito” al final se quedó sólo, y cada vez que se me ocurría me acercaba al corral con un poco de alfalfa, y detrás del muro le trataba de dar de comer. Al comienzo cuando me veía acercarme, no había alfalfa que le importase y se arrancaba hacia el lugar donde yo estaba, tras la protección del muro del corral.
Pasaron los días, luego las semanas y “Cholito”, como que ya había tomado algo de confianza me aceptaba el puñado de alfalfa que le llevaba, pero claro está, yo siempre detrás del muro, comprenderán que un toro bravo, es un toro bravo y a veces hacía el amago de pegarme un cabezazo.
Así fueron pasando las semanas y algunos meses y cada vez que podía me acercaba al darle de comer a “Cholito”, quien a su vez fue tomándome más confianza.
Un día, y tengo que confesar de manera muy irresponsable, abrí la puerta del corral y me senté en el comedero con bastante alfalfa, casi media paca, y el toro se fue acercando de a pocos y yo algo nervioso de que se vaya arrancar, cuál fue mi sorpresa que llegó hacia donde yo estaba y comenzó a comer tranquilamente. Esta operación la repetí varias veces, con el mismo resultado, incluso cuando ya abría la puerta del corral, “Cholito”, se acercaba a comer su alfalfa.
Quiero añadir, a esta, que para mí es una bonita historia que ahora comparto, que, si se acercaba cualquier guardián o quien fuese, “Cholito” se arrancaba como buen toro bravo.
Un día don Enrique Ego Aguirre me pidió que lo acompañase a “Lacaya” por equis razón, y cuando estábamos allí, don Enrique que siempre llevaba su cámara de fotos que la adoraba (que al final se la acabaron “choreando” en una corrida en Acho), le dije que me acompañara al corral donde estaba el toro “Cholito”, y le pedí que se colocara en un lugar donde el toro no lo viera, y así fue, abrí la puerta del corral con mi buena porción de alfalfa y “Cholito”, con la sorpresa de don Enrique, se fue acercando hasta comer de mi mano, y allí es donde surgió la foto que les comparto.
En resumen, el toro bravo desde que nace hasta que muere, siempre será bravo, pero además el toro de lidia tiene nobleza, que fue la que con el tiempo me permitió poder darle de comer así en su corral.
“Cholito” al final fue vendido a una ganadería del sur del Perú como semental, y nunca más supe de él.
Esta es la historia de “Cholito” y yo, un noble toro de “La Pauca” que fue indultado en Acho.
http://aficionperu.com/tauromaquia/noticiasycronicas.php…
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