viernes, 20 de diciembre de 2019

PARTE DE GUERRA EN VEZ DE CRÓNICA por Sergio Hidalgo

 



José Mauricio por Sergio Hidalgo.

Por José Alberto Vazquez Benítez.
Con los ojos húmedos en lágrimas bajó José Mauricio la rampa hasta la puerta de cuadrillas, para realizar la tarde del domingo lo que más que una crónica, merece ser escrito como un “Parte de Guerra”, de verdad épica la hazaña del Torero Capitalino, que bien pudo haber sido de 4 orejas 4, de no pinchar a “Clavellino“ su primero de los de la conjunción Barroso y Álvarez que lidian como “Barralva”.
Su segundo, hermoso colorado, ojos de perdiz, pasado de cornamenta, “Malagueñito” de  nombre, sí se fue al destacado sin orejas, las 2 fueron levantadas muy en alto por José Mauricio Moret. Otro que con lágrimas en los ojos, desde el cielo debió haber disfrutado – al igual que nosotros – esa tarde, fue el inolvidable Pepe López Hurtado, Matador, de los poco frecuentes empresario, apoderado, invaluable e inolvidable amigo, quien tuvo la virtud de ver en el joven Moret, entonces un bizarro chaval lo que ya es en realidad un auténtico Gallo de pelea con la cresta bien prendida y las navajas bien amarradas.


En compañía de Manuel del Prado "El Triste" y de la revelación de la Temporada Grande en la México y del año taurino en América, José Mauricio triunfador con Barralba el domingo en Insurgentes, en la Asociación de Matadores de Toros

Mucho tiempo hace que esto no se veía, y si renglones arriba escribimos que José Mauricio bajó por esa rampa con lágrimas en los ojos, su salida el cruzar bajo el monumento “El Encierro”, ha sido verdaderamente triunfal la vieja y muy sobada frase de ¡Suerte Matador! Realmente viene valiendo, cuando el Matador se tira con absoluta verdad encunando el pecho en medio de los pitones, y vaya que el güero de ”Barralva” bien armado y astifino estaba. Para quienes cuestionaron la 2 orejas 2 acertadamente por el juez otorgadas, justo es decir que bien las merecía. Esa manera de tirarse a matar bien las vale; por el recuerdo de Pepe López Hurtado, por el triunfo de Mauricio y por la cercanía de Navidad, ¡Venga, vamos a cantar las chanzonetas…!
Y, de la del 12 de Diciembre:
Un desconocimiento absoluto del reglamento…las Banderillas Negras se ordenan cuando el Toro es francamente manso y lo demuestra al volver 2 veces 2 la cara al caballo y debe ser devuelto. Pero sí Ya no hay más toros de reserva, en corrales, entonces se queda el Toro y se le ponen Banderillas Negras. No era el caso. En La México hay 3 reservas 3…Y, luego lo devuelven y más pior…los cronistas dicen que es “Doble Agravio” a la ganadería…¡Qué horror! Bien se pudo ver también prueba del concepto recién descrito de: “Toros que tienen la bravura detenida” para describir la mansedumbre de algunos que fueron muy tardos al embestir, y otros que embestían “adormilados”…¡Válgame Dios bendito!
Ya que estos Puyazos se convirtieron en verdaderos “Putazos”; el tema obliga, ya lo hemos dicho: las TV narraciones son ahora una verdadera farsa: ante el hecho ocurrido, gran bronca en el tendido de sol, arriba del palco de ganaderos – curiosa coincidencia – bronca surgida por el descontento, uno o dos espectadores bajaron del tendido al callejón; entre golpes y manotazos. Y el exjoven Murrieta  trajo  a colación lo ocurrido con Lorenzo Garza, dijo el narrador: que en una  de sus tremendas broncas, un espectador – luego de célebre fama – el poblano Emilio  Maurer bajó de manera similar del tendido para agredir al regio, siendo que fue exactamente al revés, fue Garza quien estoque en mano se subió al tendido y con la espada de matar persiguió a Maurer en respuesta a sus agresivos gritos.
De  ahí que  el cronista de época José Jiménez Latapidon Dificultades bautizó a Lorenzo como “El Ave de las Tempestades” evocando al petrel,  ave marina que ante Tempestades, truenos y tormentas, sale de casa combativa.     
Me despido con la cautivadora narrativa de la descripción de un detalle en la vestimenta del Zarco que nos hace Ignacio M. Altamirano: “Y por dondequiera plata en los bordados de la silla; en las aciones, – correas – en las tapafundas, en las chaparreras de piel de tigre que colgaban de la cabeza de la silla, en las espuelas…La luz de la luna hacia brillar todo este conjunto y daba al jinete el aspecto de un fantasma con una especie de armadura de plata, como un picador en la Plaza de Toros”.

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