En el mismo punto en que se fue, vuelve… para pegar un petardo. En un nivel que ni la peor pesadilla podría imaginar, regresa… con el prestigio trastocado y rompiendo las ilusiones de miles. Incluso las nuestras. Descarrila Begoña no solo a la Temporada Grande, que recibe un nuevo frentazo de realidad por segunda ocasión consecutiva y en una misma semana, además saca de contexto un concepto que pone en entredicho la idea de Fiesta Brava que ofrece el actual régimen taurino mexicano. Banderillas negras incluidas, Begoña escribe una de las páginas más oscuras que puedan haberse dado en casi setenta y cuatro años de historia en la Plaza México, cargándose los intentos de Roca Rey, Luis David y de Sergio Flores quien recibe un obsequio en forma de oreja que evidencia la nula entendedera de la Autoridad de Plaza acompañante el petardo ganadero y autor de uno aún mayor en el campo regulatorio. Pagina negra en la historia taurina de la capital mexicana.
Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Plaza México.
Sufrida, lamentable, es la Corrida Guadalupana de este año. Cosa que es dolorosa.
Podríamos decir que es para el olvido, que hay que dar vuelta a la página. Lastimosamente, será esto algo muy difícil de olvidar. Begoña regresa, queremos pensar, no con sus mejores armas, no con el mejor tequila de la casa. Quisiéramos creer que los bravos se quedaron en la ganadería, que hay una hechura mejor que lo zancudo, lo cariavacado o lo basto, que lo astisucio de los pitones que muestra prácticamente toda la corrida. Que aun hay bravura.
Y que, igualmente, hay una idea y un concepto de mayor profundidad taurina por parte de una Empresa que coopera para que la cosa salga terriblemente mal. De siete toros que, increíblemente, saltan al ruedo, cuatro terminan por llevarse el arreglo floral de unos burladeros que, por tercer año consecutivo, inciden negativamente en la lidia. Hace un año el de Xajay de Morante, hace dos el prometedor cárdeno de Villar del Águila de Manzanares. Lo que ocurre con el quinto, cuya hechura, pese a todo, prometía, es un resumen gráfico del festejo: una bolsa negra tapa la cara de un toro recién salido.
La megalomanía, la decisión de preponderar la forma y no el fondo, hunde toda intención.
Se forja público, no afición. Gana la ocasión, no la afición.
Y ante ello, con la falta de hechura y la ausencia de casta, sumado a la edad que las reses notoriamente traen consigo desatan los peores demonios que la mansedumbre puede aportar. Así tenemos que Sergio Flores opta por dar los adentros ante la protesta del primero, se nota inteligente, aunque enganchado en el remate, ante las reacciones de la edad al no emplearse, un toro que sospecha lo que deja atrás y tardea que es brevemente picado y que en banderillas no muestra alguna cualidad.
Flores se nota firme y valiente con la derecha ante un toro que se queda corto y que en los pases de pecho con la diestra se emplea más. Se anuncia un mejor pitón izquierdo. Pero el tlaxcalteca no termina por atemperarse por ese pitón y el toro, que distraer y que no vemos en los medios, a la primera imprecisión en el toque, demasiado brusco por momentos, descompone cualquier posibilidad, ni siquiera en los cambios de perfil.
Simplemente ayuno de bravura.
Ausente de casta. Pitos totales.
Pinchazo, aviso y puchero al puntillero por parte del torero.
La esperanza, Roca Rey, se las ve con un toro levemente más típico de esta casa. El cárdeno segundo baja en tamaño, afortunadamente, respecto del primero. Es apenas más reunido, Roca Rey trata en todo momento de que el de Begoña embista. Y lo consigue a la verónica, los mejores lances de la tarde. El toro, tras desmontar al piquero, más por casualidad al echar la cara arriba, comienza a venir a menos y a buscar la querencia. Las chicuelinas muestran valor y a la cabeza del toro rebanar el remate donde desarma al torero. La cosa que se subraya al perseguir al banderillero medio ruedo y con alegría al sentir los toriles.
De milagro escapa el subalterno.
Luego Roca Rey tira del pase cambiado. Se lo juega y es probable que el inicio de faena abone poco a un toro que no completa la embestida, cuya ausencia de raza le impide tomar la muleta y encelarse por bajo. El peruano consigue dos tandas estimables de derechazos, donde subraya el mando buscando cincelar una embestida que es peor por el lado izquierdo pese al cite perfecto, respetándole la línea del peruano. Incluso en los dos primeros naturales el toro tiene todo para embestir, el camino está trazado.
La falta de casta, se insiste, dice no. Roca Rey presiona pero nada de fondo puede haber para la vuelta a la derecha, con el toro que aprende por completo a colarse a sentir que por bajo puede hacer daño. Andrés Roca Rey, pese a la buena intención, no tiene más. Mal con la espada y deja dudas, infundadas, en el tenido.
De ahí, derrumbe total de bravura y de juego.
El primero de Luis David, tan manso y débil, anuncia lo que vendría después.
Frentazo al hidrocálido y para la Afición que simplemente no podemos verle.
Vendría el único episodio medianamente valioso de la tarde. Sergio Flores se las ve con un cariavacado y protestado de salida cárdeno, por feo y falto de remate, que sale sin prestar mucha atención. Flores, de nuevo, se nota enganchado en los lances naturales pero ajusta perfecto y dando los adentros luce recogiendo y en gran rebolera donde la cintura juega muy torera en plenos medios. Luego el temple que muestra al llevar al caballo en dos intervenciones, pues el toro se descoloca, es muestra de que sin ese proceder el de Begoña habría pasado inédito.
Buen puyazo pese a los cabezazos, un toro que complica la labor de Luis Alcantar al defenderse y que provoca la salida al tercio de Gustavo Campos. La gente entra en calor deseosa de aplaudir.
Flores se dobla perfectamente. El toro, pese a la tentación de flojedad, repite.
La gente se ilusiona.
Y aunque esa esperanza, verde y oro, como el color de la divisa, comienza a paliar dada la falta de raza en el toro, los derechazos de Flores tienen emotividad, son tres tandas pero, para cuando la muleta en la mano izquierda es absolutamente necesaria, el toro resulta no ser agradecido, protesta, cabecea, se defiende y espía. Todo lo que un toro bravo no tiene. Entonces el de Apizaco tira de todo lo que puede hacerse, pases cambiados en lo corto, cambio de perfil y es cuando el toro busca las tablas y la querencia.
Torna en peligroso y entablerado, Flores saca los valientes pases por alto pero mata mal, perpendicular y contrario.
La gente, que no pide en mayoría el trofeo, recrimina la concesión.
Y el infierno se desata.
Comienza con el ya mencionado destrozo del quinto al adorno del burladero, muestra inequívoca de que esta Plaza México busca la apariencia, abandonando la esencia. Daña la bolsa negra al quinto, de mejor hechura que el resto. Imposible para Roca Rey que hace el esfuerzo pese a no tener oposición que le haga frente.
Prosigue con el histórico y horripilante sexto turno. Un toro feo, tapa su capa cárdena y la cabeza el tipo y la falta de armonía. Canta por fandangos y tarantas, sale por peteneras su mansedumbre hasta tres veces en la contraquerencia, una más en la querencia y la Autoridad toma la decisión, pese a estar el toro picado, de castigar no solo a este toro sino a toda la corrida con las banderillas negras. A nuestro juicio exageradas de principio pero, estrictamente, la lidia del toro en banderillas con salto al callejón tras el segundo par, primero de negras, es prueba definitiva de lo correcto de la decisión.
Facultad sumo discrecional de Usía.
Y el escándalo.
La coba callejonera, la corte de bufones palaciegos, no sabe cómo desacatar la orden de la presidencia de la corrida. Hace la pantomima Ángel González hijo, fatal con el capote y cómplice al no poner las negras en primer instancia junto con la gente de la Unión. Las banderillas de lujo quedan de lado y todo acaba en un broncón terrible con un Juez que, sin fundamento alguno, completado el tercio, impide que el manso se lidie con la muleta. Una empresa que corre para todos lados y unos coristas, que no cronistas, quienes seguramente, algo encontrarán, buscarán justificar el cómo y el por qué de este desastroso festejo que incluye una bronca en el tendido. Lamentable.
La razón de tanto desatino ha sido quizá la infidelidad al tipo clásico de esta ganadería.
Derribada hoy ante el golpe de realidad.
El año pasado preguntamos en Taurinísimo, qué acciones concretas tomarían las cabezas de la empresa tras el fiasco ganadero de la Corrida Guadalupana de hace un año. Doce meses después, los peores fantasmas se materializan y la Temporada pierde el rumbo.
Napoleón mencionó en la mañana de Waterloo que no porque Wellington hubiera vencido ligado triunfos consecutivos era un buen general ni la Coalición, un buen ejército que “este asunto será como tomar el desayuno”. Este, de Begoña y La México, un Waterloo ganadero, requerirá más que una Isla de Elba o algo más que un poco de suerte.
Urge un convencimiento que la grandilocuencia no es el camino para recuperar la taurina esencia, hoy perdida.
Si alguien la ve, favor de traerla, aun quedan dos y medio largos meses por delante a la alicaída Temporada Grande.
Twitter: @CaballoNegroII.
RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza México. Temporada Grande 2019-2020. Séptima corrida del Derecho de Apartado. Corrida Guadalupana. Menos de media plaza en tarde de espléndido clima, con leve viento en ciertos momentos de la lidia. Mala iluminación. Fatal en grado escandaloso la Autoridad al cambiar, sin fundamento alguno, al manso sexto luego de ser correctamente condenado a banderillas negras pese al desacato inicial de la cuadrilla del tercer espada, situación que debe ser sancionada.
Tableros y burladeros innecesariamente intervenidos que terminan afectando la lidia, principalmente estos últimos que dañan y tocan a prácticamente todo el encierro. Se colocan banderillas de lujo a los primeros cinco, no obstante, el color de la divisa es verde y oro, le colocan pares, verde y amarillo.
7 toros, 7 de Begoña (Divisa Verde y Oro) el séptimo lidiado antirreglamentariamente como sobrero por equivocada e infundada decisión de sustituir al manso sexto completado ya el segundo tercio. Desigual y feos de hechura, aparatosa y grande en lo general. Varios salen al ruedo enterándose, como el segundo. Este último y el cuarto son protestados levemente de salida por zancudo y cariavacado, respectivamente. Escandalosamente mansos, descastados y desrazados pese a que varios tumban circunstancialmente la cabalgadura; débiles, tercero, quinto y sexto. Con un momento de cierta acometividad segundo y cuarto pero tendientes siempre a la sosería y a no completar las embestidas saliéndose del engaño al final del muletazo, doblando contrario varias veces. Pitados todos, salvo el cuarto que dividió, en el arrastre. Manso hasta el grado de saltar la barrera tras el segundo par de banderillas, el sexto que fue condenado correctamente a banderillas negras dada su extrema mansedumbre. El quito sufrió la desgracia de, al rematar en el burladero de matadores, toparse con el adorno floral al que deshizo pero que le costó llevarse la cara tapada por una bolsa negra que necesariamente lastimó su juego.
Sergio Flores (Azul Noche y Oro) Silencio tras Aviso y Oreja con Protestas; Roca Rey (Blanco y Plata) Silencio tras Aviso y Silencio; Luis David (Nazareno y Oro) Silencio y Silencio.
Festejo para el olvido de las cuadrillas, imprecisión y desatino por parte de los picadores, incluyendo Salomón Azpeitia que pica fatal al primero, derribado David Vázquez ante el segundo. A pie, terriblemente mal colocados Rafael Romero hijo, Ángel Martínez, enganchado con el capote, lo mismo que Diego Martínez, simplemente fatal en la brega. Ángel Martínez premeditadamente no dejó en el morrillo el primer par de negras por la intromisión del propio Delegado de la Unión de Picadores y Banderilleros, Christian Sánchez, de no colocar las mencionadas banderillas de castigo en desacato a la Autoridad y en contravención al buen arte de torear y al Artículo 120 del Reglamento, entre otras tantas tropelías cometidas por las cuadrillas.
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