Cali hace un descubrimiento:
México tiene un torero
Diego San Román cercena con la espada el que pudo ser un triunfo rotundo tras dos emotivas faenas a toros distintos. Gitanillo cortó una oreja y Sebastián Hernández silenciado. Variado encierro de Venus Zarzur.
San Román con el 2º. Foto: Camilo Díaz |
Los utreros de Alhama, trajeron lámina, casta en diversa intensidad, pero no la suficiente fuerza. Por eso no rompieron del todo, sin embargo, cuatro arrastres fueron aplaudidos. Los dos primeros con mayor razón por su mucha clase. 433 kilos de promedio, astas finas y veletas, cinco negros, dos de ellos salpicados y un castaño fueron las señas de su identidad Domecq.
Los dos momentos cumbres de la tarde fueron las dos faenas del queretano Diego San Román. Sembrado, forido y muy mexicano con el capote, tanto en los saludos como en los quites. Tapatías, orticinas y brionesa en el uno y tres altaneras, revolera y brionesa en el otro, con pata firme y en jurisdicción pusieron la plaza en modo rumba. Luego, con la muleta estuvo torero, por encima de las antagónicas condiciones de los novillos. Al primero lo paró, templo, mandó y le cargó la suerte administrándole con acierto el escaso vigor que atenuaba las acometidas y acortaba las tandas. Mas con el mérito de apostar siempre a su favor, tanto, que de la cuarta saliò con la taleguilla cortada. El público era suyo y el triunfo también cuando dio en hueso dos veces, antes de la estocada total ineficaz y los dos golpes de cruceta que se llevaron las orejas y la Puerta Señor de los Cristales. La ovación en los medios le dijo cuanto habían disfrutado su toreo.
El quinto, zancudo, incierto, áspero y al final parado le obligó al arrimón y al hacer la estatua éntre las púas, largamente, desafiantemente, pero siempre dueño de la situación. Todo lo puso él novillero levantando un furor de música y voces, cuando de nuevo pinchó antes del espadazo que le permitió recibir la oreja y una petición no atendida de otra. La clamorosa vuelta y al final la docena de niños tras él pidiendo autógrafos quedan como testimonios de su calado en el corazón de Cañaveralejo.
Gitanillo de América II, abrió quizá con el de más calidad en la tarde, aunque como todos nublado por la debilidad. Pero el talante impetuoso y populista lo lleva más por los efectos que por las honduras. Raudo y entusiasta acompañó los generosos viajes en tandas ligadas de a cuatro, bien medidas y con el justo uso de la media altura logrando prolongar la faena más allá de lo que el motor del animal presupuestaba. El volapié y la estocada delantera pero letal, ganaron el trofeo. Con el otro, bronco y bravucón no se halló y su estéril y distante porfía chocó a un sector exigente. Pinchó dos veces y mató entre protestas.
Sebastián Hernández no tuvo el mejor lote, pero este tampoco tuvo al mejor Sebastián. Perdido en dos faenas deslavazadas; en la del mansobronco sexto, desconcentrado, perdiéndo la cara y siendo cogido por su culpa en dos ocasiones que hubiesen podido ser muy graves. Terminó asestando pases contra la barrera poniendo la piel como aval. Pegó un estocadón de oreja. Se la pidieron y no se la dieron. Eran las paces tras los pitos que le tocaron en el tercero
Tarde de sol y poco público. Un cuarto justo de plaza. Pero tarde rica en incidencias. Con trofeos, contento, volteretas y un descubrimiento para Cali.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 26 2019. Plaza de Cañaveralejo. 1ª de feria. Sol. Un cuarto del aforo. Utreros de Alhama, bien presentados, flojos y de juego repartido.
Gitanillo de América, oreja y pitos.
Diego San Román, saludo y oreja con petición de otra.
Juan Sebastián Hernández, silencio y silencio tras ptición de oreja.
Incidencias: Saludó Ricardo Santana tras parear el 2º
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