De sangre y oro se vistió Caballero porque de sangre están escritos sus últimos pasos en esta Monumental. Así lo recordó él brindando a García Padrós, el doctor que ya le atendió en sus dos últimas visitas. Pero no hay cornada que borre la actitud de Gonzalo. Inmóvil se quedaba entre las astas de los pitones retando la embestida del segundo Valdefresno. Por el izquierdo no le cogió Caballero el ritmo a la embestida y el trazo de la muleta quedó desdibujado. Tras exponerse en una tanda por bernadinas de gran riesgo cuadró al animal. Éste no perdonó, levantó la cabeza en cuanto sintió la espada y cogió de lleno a Gonzalo, que quedó prendido de un pitón durante eternos segundos. Al caer se dolía a la altura de la ingle y fue trasladado inmediatamente a la enfermería. El parte médico confirmaba una cornada «muy grave» de 30 centímetros de verdad y dureza. Fue derivado al Hospital San Francisco de Asís.
Una auténtica exhibición dio Colombo en banderillas antes de brindar a su compañero herido. Un recital de clavar, pasar, quiebros y lidia a cuerpo limpio. Los tendidos agradecieron ese derroche de energía y entrega después de la angustia vivida en el toro anterior, y acompañaron al diestro en unas primeras tandas de compás muy abierto, con la muleta baja y de largo recorrido. El toro tenía la virtud de arrancarse con facilidad y larga distancia. Aunque la intensidad de la faena no fue a más, tras una buena estocada público y palco le concedieron un trofeo.
El venezolano intentó repetir su actuación con los rehiletes ante un toro que recortaba más en los trayectos y que terminó arrollándole dramáticamente mientras ejecutaba el tercer par. El diestro cayó de cabeza pero con la fortuna de quedarse entre las patas del astado, por lo que ninguno de los derrotes pudo alcanzarlo. Visiblemente mermado, cojeando y con síntomas de desorientación Colombo brindó el quinto al público. Quería la Puerta Grande. Si el de Valdefresno ya había mostrado complicaciones en el capote, más puso en la muleta a un torero sin plenas facultades, al que desarmó y cerca estuvo de volver a coger. Al no conseguir una conexión con el tendido que le garantizase el segundo trofeo Colombo se fue a por la espada y se deshizo la muleta. La apuesta quedó en pinchazo. Precisamente, después, con muleta en mano y marcando los tiempos dejó una formidable estocada de efecto fulminante, que posiblemente de haberla firmado en su primer intento, bien le habría valido la Puerta Grande. El palco, que fue abroncado tras importante petición, penalizó el error de aceros y decisiones dejando todo en vuelta al ruedo.
Cobraba Eugenio de Mora la oreja de San Isidro en el día de la Hispanidad, en el que se interpretó el himno nacional. Una oportunidad en la que al veterano diestro toledano le tocó lidiar con un primer ejemplar de Valdefresno que no auguró muchas opciones desde los primeros tercios, en los que además de raza al animal, faltó dirección de lidia. Aún así, el toro sorprendió en la primera tanda por el derecho, por el que repetía humillando y tendía a acostarse. Pero el viento y la falta de fondo del animal mandarían al traste las intenciones de Eugenio, que acabó alargándose hasta el aviso. Como si nada pasó el cuarto toro, al que le faltaron muchas condiciones, por lo que el toledano no pudo ni acercarse a la intensidad alcanzada por sus compañeros de terna. «Gañanito II» cerraba el discreto paso de Eugenio por la Monumental y prácticamente la temporada madrileña, aunque mañana se celebrará la final del certamen de novilladas sin picadores «Camino hacia Las Ventas», que abrirá el novillero con caballos Carlos Aranda. Las reses correrán a cargo del hierro de Jandilla. El sexto de Valdefresno vino a confirmar un descastado encierro en el que Colombo gozó del lote con mayores opciones. Tras un trasteo de altibajos Eugenio de Mora se liaría con los aceros y volvía a ser silenciado en el último.
Ficha
Las Ventas (Madrid). Día de la Hispanidad. Toros de Valdefresno, desiguales de presentación. El 1°, falto de raza y empuje; el 2°, sin franqueza; el 3°, con movilidad y recorrido; el 4°, descastado; el 5°, bravo; y el 6°, flojo y noble. Más de media entrada.
Eugenio de Mora, de azul rey y oro, casi entera, aviso (silencio); estocada (silencio); cuatro pinchazos, media (silencio).
Gonzalo Caballero, de sangre de toro y oro, entera, herido (oreja).
Colombo, de celeste y oro, buena estocada (oreja); pinchazo al entrar sin muleta, gran estocada (vuelta al ruedo).
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