152 minutos y 500 trapazos
Juan Leal, Román y Luis David fueron tres de los cinco toreros que protagonizaron un spot promocional de la empresa para avivar la Semana Grande taurina. Como refrescante reclamo pop por La Concha. O porque el vídeo no caló a la audiencia, o precisamente por lo contrario, la convocatoria en Illumbe apenas superó las 3.000 personas.
Ahora, que las almas cándidas que asistieron respondieron incondicionalmente a todo. Y aplaudían las voluntades, las cosas riesgosas de los espadas y otras inenarrables. Muchos telonazos y no menos remanguillés, puñaladas y sartenazos. Un infierno de 152 minutos y 500 trapazos. La corrida de Torrealta no se quedó atrás en esta cumbre de vulgaridad. Pilar Prado también aparecía en el anuncio. Pero Pilar es un sol que no tiene culpa de nada.
A Leal le pidieron la oreja después de un portentoso sablazo pescuecero en salto piscinero. No tragó el presidente y el chaval, que de la noche a la mañana ha aparecido en un puñado de ferias, se cobró una vuelta al ruedo por su cuenta con un desahogo imponente. Una minucia al lado de las otras dos que se pegó -sí, dos vueltas al ruedo como si hubiera firmado una apoteosis ninguneada- tras hacerse con una oreja ramplona del cuarto, muerto de estocada también delantera pero más decente.
Mucho en común tuvieron las dos faenas. Tanto con el bondadoso primero de escasísimo celo y pobre fondo como con el rajado último de su lote. El caos estructural presidió sus obras. Y los arrojados arranques de rodillas. De rodillas gana, esto es cierto. Al hombre le quieren colgar el sello de valiente. Es el arrebato, no más. Un arrebato espoleado. En pie se faja poco. Luego camela a la parroquia con el lío pretendidamente ojedista. Más que traérselos, se los saca de encima. Metro y medio. Un desplante en la pala del pitón mirando al tendido, allá en los albores de la interminable tarde, levantó clamores.
Como Luis David con un espadazo caído que aspiraba a ser en la suerte de recibir y se quedó en el encuentro. O ni eso: LD se salió de las vías y agarró los blandos con un puñetazo. El musculado jabonero era un tío astifino hasta las cepas. De la vieja categoría de Torrealta no hubo rastro. Ni por fuera ni por dentro. El movimiento de este quinto acababa siempre en un tornillazo violento. Sin ritmo alguno. El mexicano le pegó un saco de pases hasta que atacó al final. Un ataque esquinero. La rivalidad en quites con Juan Leal se hacía ya muy lejana. Las chicuelinas y las zapopinas de Adame frente a las saltilleras de Leal. Intervenciones de gallitos en un corral polvoriento. A últimas premiaron al azteca por la contundencia de su acero o así.
Todo transcurría en ese plan barato. La desigual y basta corrida iba acorde al espectáculo. Para compensar el trapío del jabonerazo enlotaron al anovilladote sexto. Ni clase ni bravura en sus tristes líneas. Luis David dio otra tunda bíblica que desembocó en la poncina. Pinchó y nos regaló unas manolas al por mayor. Qué suerte la nuestra.
Román camina ahora mismo por un sendero de espinas. La cornada de Madrid es un fantasma en su cabeza. Quiso hacer de tripas corazón con un escurrido jabonero muy aplaudido de salida -por la pinta-, manso y huido. Que nunca descolgó en una faena que basculó hacia tablas. Y persiguió Collado la quietud con el mazacote y bruto quinto. Tan agarrado al piso. El calvario verdadero llegó cuando encaró el volapié...
A las 20:32, 152 minutos y 500 trapazos después de que sonasen los clarines del averno, las bocanas de salida se antojaban las puertas del cielo.
TORREALTA
Juan Leal, Román y Luis David
Plaza de Illumbe. Viernes, 16 de agosto de 2019. Tercera de feria. Unas 3.000 personas. Toros de Torrealta, tres cinqueños (2º, 3º y 4º), muy desiguales en sus bastas hechuras; sin clase ni fondo; 2 º y 4º se rajaron.
Juan Leal, de malva y oro. Estocada pescuecera y muy atravesada y dos descabellos (petición y vuelta). En el cuarto, estocada delantera (oreja y dos vueltas).
Román, de azul pavo y oro. Estocada atravesada y cinco descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, pinchazo y media estocada desprendida. Aviso (saludos).
Luis David, de azul marino y oro. Estocada caída al encuentro (oreja). En el sexto, pinchazo y media estocada rinconera (ovación de despedida).
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