Día grande de Colombinas y media Sevilla en los tendidos. Morante y Aguado en el cartel, dos toreros en los que la afición tiene puestas sus complacencias, uno de vuelta y otro llegando. No se puso el no hay billetes; se quedaron vacías algunas localidades de la andanada. Todos los elogios fueron para el joven que cuajó al tercero en una faena que recordó a las de Sevilla.
El primero de Albarreal era alto, estrecho, escurrido. Impresentable después de que se hubieran rechazado unos cuantos en el reconocimiento. El presidente debe ser de los que le gusta al de La Puebla. Además, blando y sin clase. Demasiado para Morante de la Puebla, que ya con el capote sufrió una colada que lo puso en guardia. No hubo faena. Lo que hubo fue una penosa suerte suprema.
Espoleado porque Aguado había formado un lío grande en el tercero, salió a torear de capa al cuarto y esculpió cinco verónicas inmensas y una media a pies juntos. Lo llevó al caballo a una mano en una estampa añeja. Morante quiso pero el toro acusó falta de casta, se paró y allí quedaron algunas pinceladas de calidad. Desencanto en la plaza.
David de Miranda es el nuevo ídolo de Huelva. Su primera tarde tras el triunfo madrileño fue de triunfo. El primero de su lote, blando y descastado, lo avisó dos veces por la izquierda. Se gustó a la verónica ganando terreno en cada lance. La suerte de varas fue simbólica. No se picó al de Albarreal. La faena fue de toreo diestro, más ajustado en los primeros compases, para echar al toro hacia fuera al final, encantó a la plaza. Las manoletinas y una buena estocada puso en sus manos la oreja. Hay comunión entre Huelva y el torero de Trigueros. El quinto fue devuelto porque superó lo permisible en cuanto a fuerzas. Salió un sobrero de Torrealta. Manso como el sexto de la corrida del viernes, parecía burriciego. Una papeleta para Miranda. Uno del tendido se puso a cantar a destiempo. El chaval estuvo sereno e inteligente. Lo consintió, le dio su tiempo y fue robándole pases de mérito con la derecha. Acabó parado el manso. Se echó la muleta a la zurda. Todo voluntad, insistió mucho en la cara del animal, más cerca del mulo que del toro.
La lidia del tercero provocó el delirio en la plaza. Ante un toro con clase, Pablo Aguado dictó un curso de toreo de una calidad excelsa. Ya las verónicas tuvieron empaque. El galleo por chicuelinas, una maravilla. Lo mejor estaba por llegar en una faena de muletazos sublimes por ambos pitones. Buen toro para el toreo soñado, a compás, jugando con las muñecas y la cintura, todo con naturalidad, siempre la figura compuesta para rematar con cambios de mano, trincherillas o pases de la firma. Toreo eterno y la plaza entusiasmada. De nuevo marró con la espada una faena que podía haber sido de premio grande. La vuelta fue clamorosa.
De nuevo eternizó la verónica en un quite al sexto. A un animal sin fuerzas le aplicó un temple supremo a media altura en derechazos tan estéticos como eficaces. El toro era una miseria que en manos del sevillano propició una faena exquisita, todo muy despacio y muy torero. Los naturales de frente a compás hicieron rugir a La Merced. La estocada fue tremenda, por fin, y salió a hombros entre el gentío a gritos de 'torero, torero'. Pablo Aguado está y se le espera
ALBARREAL
Morante de la Puebla, David de Miranda y Pablo Aguado
Plaza de toros de Huelva, 3 de agosto de 2019. Casi lleno. Cinco toros de Albarreal y uno (5º bis), de Torrealta, discretos de presencia. 1º, chico, blando y sin calidad; 2º, blando, descastado y dócil; 3º, muy noble y con calidad; 4º, sin fuerzas ni casta; 5º bis, manso y sin casta; 6º, noble sin fuerzas.
Minuto de silencio por José Luis García Palacios. Saludaron en banderillas Manolo Contreras y Pedro Muriel.
Morante de la Puebla, de teja y azabache. Tres pinchazos y otro hondo (pitos). En el cuarto, pinchazo y estocada baja (saludos).
David de Miranda, de rioja y azabache. Estocada (oreja). En el quinto, estocada muy baja y descabello (saludos).
Pablo Aguado, de corinto y oro. Dos pinchazos y descabello (vuelta al ruedo). En el sexto, estocada (dos orejas). Salió a hombros.
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