JAVIER CASTAÑO |
Brillante actuación de los banderilleros
Joao Ferreira y Fernando Sánchez
.
Pasó el diluvio, volvemos a la normalidad. Con los albaserradas de José Escolar,cárdenos, abiertos de pitones, llega uno de los platos fuertes. Los tres diestros que se ponen delante de «esto» merecen un indudable respeto; más, si han toreado poco, este año.
El encierro ha sido el más rápido, por ahora: 2 minutos, 13 segundos. No ha habido heridas por asta de toro pero sí dos contusionados (un británico y un norteamericano). Por la tarde, los muy serios toros dan un juego desigual: complicados, primero, cuarto y quinto; nobles, segundo, tercero y sexto.
Después de siete años, vuelve a Pamplona Fernando Robleño. La tarde de la lluvia, citaba yo la frase de José María Marco: «A mal tiempo, buena cara». Así se llama el primero de esta tarde: «Buenacara» empuja en el caballo; vuelve rápido, desarrolla sentido, en la muleta. Fernando resuelve la papeleta con solvencia. Mata a la segunda. El cuarto, muy serio, largo y alto, supera los 600 kilos, se asoma por encima del burladero; derriba al caballo pero no se entrega ni humilla. Los pitones asoman a la altura de la cabeza del diestro, que no se amilana, «traga» mucho, pero el toro se desentiende. Aprovechando el viaje, mete el brazo entre esas dos «perchas». Le ha tocado el peor lote y lo ha resuelto con dignidad: no cabía más.
Ésta es, me parece, una de las primeras corridas de Javier Castaño, esta temporada. Empezar con los de Escolar, en San Fermín, «tiene tela». Acierta Pamplona acordándose de él: lo merece por su clasicismo y la superación de dificultades. En el segundo, muy abierto de cuerna, pica bien Pedro Iturralde; con los palos, Joao Ferreira pone al público en pie, cuadrando en la misma cara y mostrando unas facultades excepcionales, al saltar la barrera. Brinda al gran Miguel Indurain. Muletea Castaño con suavidad y conocimiento a un toro que resulta manejable. Sin acordarse de que aquí, el año pasado, una res de esta misma ganadería le hirió gravemente, al entrar a matar, logra una gran estocada, de efecto espectacular, que le hace ganar la oreja. Lidia con facilidad al quinto, que se queda corto, tobillero. Vuelven a saludar, en banderillas, Joao Ferreira y Fernando Sánchez, con dos estilos muy diferentes pero magníficos, los dos. En la muleta, el toro hace hilo, se le viene al pecho: es una «prenda», como el primero. Bastante hace Castaño al no perder los papeles y matarlo a la primera.
Es evidente que Pepe Moral torea bien pero, en San Isidro, no ha demostrado hallarse en el mejor momento; sobre todo, con la espada. Lancea con gusto al tercero, de salida espectacular; conduce con temple y clasicismo las nobles embestidas, un poco sosas. A la hora de matar, vuelven las dudas y pincha, antes de media estocada. Al sexto le pegan fuerte, en varas. Moral intenta alargar las embestidas con derechazos suaves, que el toro acepta. Acierta con la espada a la segunda.
Abiertos de pitones
Una corrida muy seria, encastada; toros abiertos de pitones (de punta a punta, a algunos no les falta mucho para un metro). Robleño no ha tenido opción alguna. Moral intenta volver al buen camino; debe mejorar, con la espada. Sobreponiéndose a todas las circunstancias, incluido el parón por una grave enfermedad, Javier Castaño se ha mostrado como un excelente profesional, ha cortado un trofeo de mucho mérito. Su estocada ha conjugado valor y conocimiento. Dentro de los hombres de plata, Joao Texeira y Fernando Sánchez han tenido una actuación extraordinaria: un aliciente más para contratar a este torero, que siempre se ha preocupado de dar espectáculo, con una gran cuadrilla.
Después del diluvio, Noé lanzó una paloma, que volvió con una ramita de olivo en el pico, como símbolo de nueva esperanza, porque la cólera de Dios ya se había apaciguado. La oreja de esta tarde debiera significar esa ramita de olivo, después de haber soportado varios «diluvios» –en el ruedo y en la salud– para el buen profesional que es Javier Castaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario