sábado, 6 de abril de 2019

SANTIAGO ABASCAL REVOLUCIONA LAS PLAZAS DE TOROS Por Rosario Pérez / ABC Madrid


Santiago Abascal, con los ganadores del XI premio Taurino ABC, Juan José Padilla y Andrés Roca Rey
Santiago Abascal, con los ganadores del XI premio Taurino ABC, Juan José Padilla y Andrés Roca Rey - Ángel de Antonio


Después de darse un baño de masas en Fallas y La Magdalena, el líder de Vox, cuyo padre fue maletilla, apoyó la Fiesta en el XI premio Taurino ABC

  
«No voy poder ir a verte más. Lo paso mal. ¡Asustas!» Cercano y natural como su torero predilecto (Morante), Santiago Abascal se dirigió así, entre la broma y la admiración, hacia Andrés Roca Rey, ganador del XI premio Taurino ABC junto con Juan José Padilla. El líder de Vox felicitó a los dos galardonados, que posaron junto al político que revoluciona los tendidos. Porque si Padilla es el héroe al que aclaman y Roca se ha alzado como la figura que mueve masas y conmueve el corazón del público, Abascal es hoy el político más aclamado en una plaza de toros. «Nunca se vio cosa igual», dicen los abonados más veteranos. Entregado a la batalla taurina, un lema alumbra su camino: «El que resiste, vence». Y parte de la resistencia taurina, tan harta de «bandazos, de brindis al sol, de posturas tibias, de bienquedismos de quita y pon, de insultos y de desprecios absolutos» -expresiones todas del pueblo taurino-, ha depositado su fe en Abascal, al que algunos llaman «el salvador». Y a modo de «elegido» lo adoran en los cosos a los que acude: Vistalegre, Valencia o Castellón, donde querían hasta auparlo a hombros.
Si en las Fallas formó un alboroto, en la reciente Feria de La Magdalena coreaban su nombre no ya solo entre faena y faena, sino entre serie y serie: «¡Santiago, presidente; Santiago, presidente!» El Sol y la Sombra de un arte que nunca entendió de colores políticos -hay aficionados de izquierda y de derecha- y que no quiere que la Fiesta se politice. Pero que, por encima de todo, ama su bandera, que no es otra que la del toro bravo, seña de identidad de España. Entre la división de opiniones que siempre existe, en algo se pone de acuerdo la mayoría: la irrupción de Vox en Andalucía (con su apoyo a la tradición taurina) ha puesto el toreo en primera línea de fuego. Los toros importan más de lo que algunos querían reconocer. Y Abascal fue el primero en tener cabeza preclara para ello con un aliado sin parangón: Morante de La Puebla. Abascal, cuya afición le vienEdesde la cuna -su padre toreaba de maletilla como atestiguan añejas estampas que muestra con orgullo-, defiende la tauromaquia sin complejos, como defiende la tradiciones y el mundo rural, que los tres van de la mano en la Fiesta Nacional más universal. Cuando el director de lidia de Vox apareció anoche al Cavia de los Toros, en la biblioteca abecedaria las miradas se dirigieron hacia él. Muchos quisieron inmortalizar una foto con él, como Pablo Lozano, la muleta de Castilla. Abascal, que llegó con retraso al haber asistido antes a la presentación de «Santiago Abascal. España vertebrada» (de Sánchez Dragó), compartió mesa con toreros como Litri y Cristina Sánchez. Maestros y ganaderos de lidia se acercaban a él, pero también él lo hacía, como un aficionado más. Se hablaba de toros, de España y de política. Y de San Isidro, con la reciente campaña de la feria en ebullición. Santiago Abascal comentó que, de no ser por su agenda política y sus responsabilidades familiares, tal vez se abonaría. Eso sí, irá alguna tarde a Las Ventas, la primera plaza. Como asistirá a otras: casi con toda seguridad, Guadalajara, este domingo, será la próxima, con el torero de La Puebla del Río en el cartel.
Santiago Abascal y Adolfo Suárez Illana se saludan, con Padilla y Roca de testigos
Santiago Abascal y Adolfo Suárez Illana se saludan, con Padilla y Roca de testigos - Ángel de Antonio
Tras la isla flotante de natillas del postre, llegaron los selfies y las fotos, de móvil y profesionales. Al igual que Adolfo Suárez Illana -un político con corazón de torero (es aficionado práctico), seguidor y «hermano» de Juan José Padilla, espejo de superación en el que mirarse, Santiago Abascal se retrató con los premiados y conversó con ellos. Hasta llegar el encuentro entre ambos políticos: el PP y Vox, los dos partidos defensores de la Fiesta, unidos por los toros en la Casa de ABC. Se estrecharon las manos y se saludaron cordialmente. Y posaron para la cámara de Ángel de Antonio, que inmortalizó un momento calificado como «histórico» entre los invitados, que durante el cóctel se habían retratado también con Adolfo Suárez, otro fiel muchas tardes de toros y que conversó animadamente con profesionales y aficionados. A su vera, Miguel Abellán, el torero del PP -ilusionado con su aportación como matador de toros en la política-, como ahora Serafín Marín (tras el desplante de Ciudadanos) lo es de Vox.
Adolfo Suárez, con los dos premiados
Adolfo Suárez, con los dos premiados - Ánge de Antonio

De los partidos de Pedro Sánchez, el presidente con querencia a los chiqueros de un Falcon, y Albert Rivera, el político al que auparon a hombros en la Monumental de Barcelona, no hubo respaldo alguno a la Fiesta. Espantá. Como la de Pablo Iglesias: horas antes dijo en televisión que él haría un referéndum taurino y votaría «Sí» a la prohibición. Lo triste es que la cuestión se planteó «echando por delante» a un niño... Inocencia frente a una afición resabiada con los partidos que, no solo han dado la espalda, sino que han buscado la abolición de un espectáculo legal. En esta enorme plaza de toros que es el mundo entero, donde el que no torea, embiste (Sánchez Mejías), que la ley máxima, la de la libertad, lo sea para todos.

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