martes, 2 de abril de 2019

LAS REVOLUCIONES NO ESPANTAN Por Víctor José López EL VITO


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FUE LUIS SÁNCHEZ "DIAMANTE NEGRO" EL PRIMERO DE LOS GRANDES EMBAJADORES DEL PUEBO DE VENEZUELA EN EL EXTERIOR


Uno de los propósitos del chavismo desde los primeros días de la revolución, fue acabar con todo nexo con la identidad de los orígenes de la venezolanidad. Notable ha sido la infatigable lucha que Podemos  ha desarrollado en España en contra de los toros.  Igual ocurre con López Obrador en México y con similar actitud de Correa en Ecuador.

Entre las metas del chavismo está el destruir vestigios de la  identificación con las raíces hispanas, entre ellas la Fiesta de los Toros.

 El chavismo contó con la complicidad de profesionales del toreo, ya fueran matadores de toros, dirigentes de los gremios profesionales o toreros subalternos en Venezuela para lograr sus propósitos. Creo que casi logran sus metas, aunque aún quedan vestigios de los que podría resurgir con más fuerza, autenticidad y verdad la Fiesta de los Toros en Venezuela.
Hay antecedentes en Venezuela de nuestra lucha, y muchas anécdotas que entrelazan la historia política de la nación con los toros. Han sido frecuentes los recursos del lenguaje taurino para explicar situaciones como aquel famoso “volapié” de Caldera, Pepi Montes de Oca y Luis Herrera en reunión de los copeyanos en El Poliedro de Caracas. 

Entre las anécdotas que nutren la historia está la de aquella tarde de octubre del año 48, cuando Luis Sánchez Olivares “El Diamante Negro” se presentó de matador de toros en Caracas, en las esquinas del corazón histórico de la capital de Venezuela se atrincheraban los soldados del Ejército Nacional.  Los militares recién habían dado al traste con el gobierno democrático del Maestro Rómulo Gallegos. Narran los testimonios  de aquella “revolución” que los tanques en las calles invitaban al cumplimiento del Toque de Queda e instaban a los soldaditos cumplir la orden de disparar primero y averiguar después a todo lo que se moviera sin salvo conducto. Hubo suspensión de garantías constitucionales, lo que además de causar serios contratiempos en la vida de los ciudadanos, provocós trastornos en los proyectos empresariales de Raúl Acha Rovira que era el empresario y  anunciaba un mano a mano con “El Diamante Negro”. Fue el debut del moreno como ídolo de multitudes en el Nuevo Circo de Caracas.
- “Hay que ver el nervio de estos militares —se quejaba Luis Sánchez— venir a dar un golpe de Estado la víspera de mi debut en Caracas”.
 La corrida de toros se celebró: en vez de dar inicio el festejo a las cuatro de la tarde, se adelantó a las dos. Y la plaza se llenó, el papel se agotó ante el imán taquillero del ídolo del toreo, “El Diamante Negro”.
Sin embargo, salvo episodios violentos en los cuatro años siguientes, la vida republicana venezolana ha sido apacible y pacífica. Los venezolanos se enorgullecen de una continuidad democrática inquebrantable, desde 1958. Año del derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez, fallecido hace pocos meses atrás en su palacete de La Moraleja en Madrid. Hoy, la fiesta de los toros está, como ocurrió a finales de aquella temporada de 1948, trastocada, revuelta y desconcertada como vive la nación venezolana: una protesta cívica multitudinaria se ha enfrentado con la Ley de la Desobediencia Civil, al proceso revolucionario que Nicolás Maduro sostiene sobre bayonetas y una Constitución violada por sus cuatro esquinas engordando militares  y militarizando despóticamente al país, echando la violencia a las calles para contrarrestar la solicitud de una definición electoral de la situación política del país.

El libro por editar del proceso contrarrevolucionario está lleno de anécdotas, momentos  que se convertirán en anécdotas, leyendas o historias ejemplares, dependiendo siempre hacia qué punto de la radicalización se incline el fiel de la victoria política. Hubo un momento que nos recordó al enfrentamiento del mutilado Millán Astray, en la Universidad de Salamanca, cuando el legionario le dio “vivas a la muerte”. Sucedió cuando el alcalde Mayor de Caracas le reclama al coronel Alcalá Cordones el secuestro de la Policía Metropolitana por la Guardia Nacional, y exige entrar en el cuartel de policial. El  alcalde le dice estar amparado por la Constitución, a lo que el coronel responde que él tiene en sus manos el poder de la fuerza para impedir cualquier exigencia constitucional.
Cuentan, los que lo vivieron, que una tarde que bombardeaban Toledo toreaba Cagancho por mágicas y maravillosas verónicas. Dicen que el gitano no se dio cuenta que caían bombas cerca de la plaza, cuentan también que los escasos parroquianos que admiraban la lentitud del toreo de Joaquín prefirieron seguir gozando del arte del torero que espantarse ante la acción bélica. Antes no lo creía; ahora sé que pudo haber sido cierto, porque estoy convencido que las revoluciones no espantan al toreo.



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