lunes, 29 de abril de 2019

FERIA DE SEVILLA Rafael Serna: una oreja en honor del padre Por Carlos Crivell


Derechazo de Rafael Serna este domingo en la Maestranza JOAQUÍN ARJONA 
Calor ambiental con ráfagas de viento en la segunda corrida del abono sevillano. Era el festejo oculto. Fuera de la feria y sin cámaras de televisión. Para remate, un día de elecciones con los rumores circulando por los tendidos. Se lidió una corrida de La Palmosilla, que volvía después del buen debut del pasado año. Los toros tarifeños, un conjunto dispar de presencia, acusaron nobleza y pocas fuerzas. Entre tullidos salieron tres bravos, segundo, cuarto y sexto. El cuarto, de nombre Malquerido, además de bravo tuvo clase. 
El festejo fue largo a pesar que de no hubo avisos. La bravura de los toros fue solapada por sus escasas fuerzas. Salieron dos sobreros y podían haber salido cuatro. Así las cosas, los detalles toreros surgieron a cuentagotas. 
Se lidió el primero cuando podía haber sido devuelto. Bolívar puso de manifiesto su oficio ante un toro sin chispa. El colombiano estuvo breve como detalle inteligente. Se lo había brindado a Rafael Serna, que con su lazo negro vivió una jornada emotiva por la ausencia de su recordado padre.
El segundo fue bravo en el caballo. Empujó con fijeza y se dejó castigar. El debutante Luis David toreó con buenas maneras a la verónica y se lució con las zapopinas. El toro bravo echó el freno en la muleta. El joven mexicano toreó con decisión y variedad, pero también demasiado cerca del toro. Algunos naturales fueron muy templados. La faena careció de continuidad.
Devuelto el tercero por inválido, salió un sobrero de más seiscientos kilos, un armario. No importó que se derrumbara en el segundo puyazo. Serna miró al cielo en el brindis. La nobleza descastada del animal solo permitió al sevillano algunos muletazos de buen corte. No le dio distancia ni lo sacó a los medios. A media tarde la gente hablaba de resultados electorales.
El cuarto fue un toro de hechuras preciosas en Núñez. Estrecho de sienes y tocado de pitones, fue bravo en dos varas y tuvo clase. Bolívar le dio cinco tandas aceleradas con la derecha. No fue un toro fácil, pero el curtido colombiano le perdió muchos pasos entre los muletazos. Cuando se la ofreció con la izquierda era tarde. Entre los derechazos, algunos derrocharon buen gusto. La estocada, al encuentro, animó al personal a pedir la oreja. El palco consideró que no había mayoría. 
El quinto rodó en banderillas. Pañuelo verde. Salió un sobrero de Sampedro que no se tenía en pie. Debió volver a los corrales, pero la plaza ya estaba en ese trance en el que casi todo importa poco. Trámite sin posibilidades para Adame. La espada fue letal.
Bravo en varas fue el sexto. La de La Palmosilla fue más brava que vigorosa. El toro llegó noble y Serna pudo demostrar su buen trazo torero en dos tandas de derechazos de calidad. El animal se frenó y al sevillano sólo le quedó andar con gusto y torería por la cara del toro. El espadazo definitivo fue fulminante y la plaza pidió un trofeo que tenía el punto sentimental del premio en honor al padre fallecido, el gran poeta del mismo nombre, el último febrero.

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