viernes, 29 de marzo de 2019

LA CORRIDA DE BOTERO Por EL VITO



Víctor José López
EL  VITO

La identidad del colombiano con el fútbol, sus éxitos en las canchas y el que la pléyade de jugadores internacionales con los que cuenta la Selección Colombia identifican la nación  hermana con el balompié, al extremo que a Selección Colombia surge como favorita entre los pronosticadores  para ganar la Copa América próxima a celebrarse.

Sin embargo la identificación del aficionado taurino colombiano con César Rincón fue de plenitud absoluta en el momento de brillantez profesional del bogotano, como ningún futbolista neogranadino ha logrado alcanzar. Al gran torero se le medía por sus inobjetables conquistas madrileñas y porque su imagen de triunfo opaca la otra cara, la que equivocada tiene el extranjero de la nación neogranadina. 

Colombia exalta sus valores humanos, que son los que la unen en un haz poderoso, que me atrevo considerar ejemplarizante: porque a pesar de todos los avatares que le azotan como país, es una nación hermosa y orgullosa. Hace ya algunas temporadas atrás, entre los muchos privilegios que viví en mi breve estada en Colombia, estuvo el de ir a la plaza de toros Santamaría de Bogotá a la corrida de la presentación de la ganadería de La Carolina, con Miguel Espinosa Armillita Chico, César Rincón y el español Manuel Caballero. Aquella tarde fue privilegiada por haber estado marcada con un acontecimiento: la fecha del regreso de Fernando Botero a la capital colombiana, luego de una ausencia superior a los veinte años. El motivo de la vuelta a Santa Fe de Bogotá, es que Botero exponía su famosa colección La Corrida; y como   Santa Fe de Bogotá vivía su temporada de torosñia escasos días había convertido los Campos Elíseos en pedestal para sus bronces en centro de atención de miradas y comentarios, del público taurino de la Santamaría. 

López Michelsen, Nohemí Sanín, banqueros, connotados políticos como el hijo de Pastrana, Andrés, que se lanzaba como candidato a la Presidencia de la República, llenaban la barrera de la plaza; pero la atención sólo hacía diana en Botero. Más aún cuando Armillita le brindó la muerte del primer toro de La Carolina, con estas palabras:
Para mí es un verdadero honor brindarle la lidia y muerte de este toro a uno de los artistas más grandes de la humanidad, oriundo de esta hermosa tierra de Dios.
Cuando Miguel Espinosa concluyó su discurso, la ovación fue cerrada en emoción y cariño.El maestro Botero no pudo esconder su satisfacción y de pie respondió la multitudinaria muestra de afecto y de admiración, una ovación tan sonora que muchos testigos dijeron que nunca antes un personaje en la Santamaría había sido saludado de manera tan unánime. 

César Rincón, tan admirado por los colombianos como Botero, dijo en su brindis:
Maestro, es un gran honor brindarle la lidia y muerte de este toro a una persona que le ha dado tanto prestigio a nuestro país en el exterior por sus excepcionales virtudes.
Botero, el gran artista, le dijo al torero:
Maestro Rincón, usted es muy generoso conmigo, pero es usted quien le ha dado excelente imagen a Colombia en el exterior.
Pero de todos los discursos el más simpático fue el brindis de Manuel Caballero, quien dijo:
-Respetado maestro, con orgullo le brindo mi actuación ante este toro; pero le pido, por favor, que no le dé de comer tanto a los toros…
     
Mientras decía Caballero su discurso el maestro Fernando Botero manifestaba en su rostro la gracia que le causaba la ocurrencia del manchego y no pudo contener la risa.

Fue una corrida interesante a pesar de la peligrosa mansedumbre de los toros de La Carolina y de la mala fortuna artística de la terna de matadores. Interés que se centró en la disposición participativa del público de Santa Fe de Bogotá. La Santamaría se llenó de bote en bote, desde mucho antes de comenzar el festejo. La corrida estuvo rodeada de expectativa popular. La curiosa expectativa que manifiestan la masas  identificadas con los héroes de los espectáculos públicos, paradigmas sociales que identifican al pueblo con los triunfos nacionales.

En Santa Fe de Bogotá el público sintió el contacto con César Rincón, embutido en sedas azul rey y oro en su camino de entrada a la plaza. En la Santamaría el pueblo de Santa Fe de Bogotá descubrió que Fernando Botero es un ser vivo, distinto al personaje que llega en las imágenes de los diarios y videos de los informativos de la televisión…

 Son Rincón y Botero dos grandes colombianos que hacen realidad el lema de Colombia: Así lo se defiende lo que se quiere.


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