«La cogida
de Enrique Ponce
pudo ser trágica»
A la doble rotura de ligamentos en la rodilla izquierda, se suma la fractura de tibia y de una costilla, lo que deja su temporada en el aire
ABC Madrid
«La cornada pudo ser trágica». Ésa es la expresión que usa Victoriano Valencia, apoderado y suegro de Enrique Ponce, cuando hablamos sobre el percance que sufrió el lunes en las Fallas. Repasamos cómo sucedió, durante la faena al quinto toro, de Olga Jiménez: «Al ir a dar un pase de pecho, el toro se le coló. No le dio tiempo a reaccionar; le metió el pitón, muy astifino. Llevaba la cornada antes de lanzarlo al aire, muy alto. Al caer, con todo el peso sobre la rodilla, se rompió el ligamento anterior; se quedó inmóvil, a merced del toro, que le metió la cara en su cara: pudo haber sido trágico. Menos mal que le hicieron el quite a tiempo. Hemos de dar gracias a Dios, a pesar de todo».
Le pido el parte de novedades. Ha pasado muy mala noche, con fuertes dolores. El parte médico, firmado por el doctor Zaragoza, certificaba que, además de la cornada junto al glúteo, con dos trayectorias (12 y 5 centímetros), tiene roto el ligamento lateral interno y arrastraba ya la rotura del ligamento cruzado. Tiene rota también una costilla y fracturada la meseta tibial. La decisión estaba clara: ¡cuánto antes, en una ambulancia, a Madrid! Allí lo esperaba ayer el doctor Villamor, que, en principio, tiene previsto operar este miércoles al torero. Sobre los plazos de recuperación, comentó que «pueden ser de un par de meses, pero para que el cruzado esté maduro y resistente pueden ser de cinco a seis meses, como hacemos con futbolistas y otros profesionales del deporte».
¿Hasta cuándo fuera de los ruedos?
En una corrida que no parecía de las más duras, ha caído Ponce: ¿hasta cuándo estará fuera de los ruedos? Nadie lo sabe. Los toreros temen mucho más una lesión muscular grave que una herida. La cornada en el glúteo puede curarse en quince días; la ruptura del ligamento obliga a una intervención quirúrgica, que él había estado evitando: con la rehabilitación, puede ocupar varios meses. Los futbolistas que lo han sufrido saben de sobra lo que se tarda en curarse, y, luego, en recuperar la forma. ¡No digamos un torero! Y no olvidemos un dato más: Ponce tiene ya 47 años, ésta es su 29 temporada.
Se lamenta Victoriano: « ¡Iba a ser una temporada tan bonita! ¡Está toreando tan bien!». Tiene razón, pero la grandeza del toreo va unida también a la posibilidades de que estos percances puedan suceder. Enrique lo sabe de sobra, como todos los grandes diestros. Recuerdo yo lo que escribió Ignacio Sánchez Mejías, después de una cornada: «Es algo tan natural, tan lógico... Como decía El Gallo padre, el que no quiera que le coja un toro, ¡que se meta a obispo!»
Otra cosa, mucho más discutible, es si ha sido prudente torear con una rotura del ligamento cruzado; una persona normal opina, sin duda, que es una absoluta locura. Ponce lo ha hecho para poder torear en América, sin que eso le impidiera lograr grandes triunfos. Yo mismo le dije que no lo entendía: me contestó que lo compensaba con otros músculos, igual que había hecho su íntimo amigo Raúl, el gran futbolista. Pero un toro no es un balón… Cuando el toro hace un extraño, hacen falta muchas facultades, además de gran conocimiento. Y Ponce, en este momento, tenía lo segundo, pero no lo primero. En otras condiciones físicas, ¿hubiera podido salir pitando y evitar la cogida? Como el título de la película, «Sólo el cielo lo sabe».
Dentro del respeto al maestro, los aficionados comentan anécdotas de todas clases. Después de matar toros de todas las ganaderías, este percance se lo ha causado, a Ponce, un toro de Matilla, considerado de los «cómodos»: ironías del destino… Y otra casualidad: era la primera vez que Ponce usaba un vestido con azabache, en vez de oro: blanco y azabache, en homenaje al Valencia Club de Fútbol, que el 18 de marzo festejaba los cien años de su fundación.
Está claro que, con su indestructible afición, Ponce estará deseando reaparecer en los ruedos cuanto antes. No debe hacerlo. Ya no es un jovenzuelo y una lesión muscular grave requiere un período de curación y otro, largo, de recuperación. Ha de tener paciencia. Y nosotros, también, aunque deseemos que se cure muy pronto, para seguir disfrutando con su sabiduría y con su arte. Remata Victoriano Valencia. «Que sea lo que Dios quiera».
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