«Buenas tardes, señor empresario. Toreo este día la corrida de don Zutano con Fulano y Mengano, mi dinero es equis, y si usted gana o pierde es su problema»
Se habla mucho estos días del respeto y los derechos de las figuras a elegir ganaderías (faltaría más, que para eso se lo han ganado). En realidad el respeto que últimamente ha practicado alguna figura del toreo es el de «buenas tardes señor empresario, toreo este día la corrida de don Zutano con Fulano y Mengano, mi dinero es equis, y si usted gana o pierde es su problema». Pero poco se habla del respeto de las figuras al toro, a la afición y a sus propios compañeros de escalafón. Y a las empresas. La realidad, pese a esas contadas tardes en las que nos vanagloriamos de tendidos repletos (¡una escasa gozada!), es que las figuras no llevan la gente necesaria, queja general del sector empresarial. El caché de una figura, dicen los antiguos, se demuestra en el ruedo y en la taquilla, y en esta última lo demuestran en contadas ocasiones. Si alguien duda de ello que repase la temporada pasada ferias como Palencia, Aranjuez, Huelva, Guadalajara, León, Segovia… La radiografía del bombo de San Isidro es la radiografía de la situación del toreo.
Se habla de falta de respeto, que no sé si lo hay o no en un sorteo con nueve divisas entre las que se encuentra la flor y nata ganadera.
Y pregunto: ¿los que manejan el timón del toreo se preocupan de que al 70 por ciento del escalafón no le quede ni para pipas después de quitarse el vestido de torear y haberse jugado la vida? ¿Se preocupan de que cada vez haya menos novilladas y, por lo tanto, menos futuro? ¿Se sonrojan cuando ven aparecer toros totalmente indecorosos? Sí, a las empresas también habría que hacerles otras preguntas: ¿Qué pasa con las entradas de algunas plazas a precios de Caviar? ¿Qué promoción hacen de sus carteles (algunos inspirados en la teoría de la fealdad)?
O esa prepotente frase empresarial de «esto es lo que hay, o lo tomas o lo dejas». Aquí cuecen habas por todos lados. Por no hablar de pliegos inviables, que tiene para otro artículo...
Se habla de San Isidro como nunca y Simón Casas ha hecho una jugada maestra (¡críticas a mí, compañeros!). Si el objetivo del productor es salirse del «yugo» de algún torero y de sus dirigentes, parece ser que ha conseguido su propósito. Si en realidad es un movimiento de ajedrez para mejorar los pírricos beneficios de Plaza 1, entra dentro de la lógica empresarial, y si el objetivo del bohemio francés es mirar por el futuro de la Fiesta, pues miel sobre hojuelas. En mi humilde opinión veo más cerca del objetivo la primera y la segunda opciones. Pero claro, ser empresario con el dinero de otro y buscar la utopía sin jugarse alamar ni euro ninguno es muy fácil. Me gustaría ver qué harían los que critican todo si estuvieran en el sillón de Madrid.
Lo que parece evidente es que el verdadero triunfador antes de comenzar San Isidro se llama Andrés y es el Roca REY del toreo actual. Se ha desmarcado del restoponiéndose en un caché y una categoría absolutas e intuyo que, si los toros le respetan, va a salir de la Feria con el cetro del toreo en sus manos, como hace tiempo que nadie lo tenía. Del resto de los participantes en el bombo justo es nombrar aEnrique Ponce que, con menos necesidades que ninguno y con su carrera en un dorado final, ha recogido el guante y ha puesto una medalla más en su dilatado historial.
Parece que San Isidro se sale del sota y caballo, pero cuenta con el Rey(Roca). A Talavante, torero de Madrid, no se le espera este año tras su retirada. Y del resto de figuras ausentes, Morante (un verso libre pese a ir de la mano de una casa con la talentosa fuerza de Matilla) es el verso que rompe moldes por su natural tauromaquia y una de la que más desea ver la afición madrileña... Las ausencias siempre pesan, pero pueden ser gotas en el océano del abono en tiempos en los que se pasa más por ventanilla para ver carteles específicos que para comprar un abono completo. Y los carteles de tres figuras juntas son pan para la figura y hambre para una empresa y el futuro de la Fiesta. Porque es triste y un fracaso para todo el toreo que para tirar en taquilla se tengan que juntar tres toreros que suman medio siglo largo de alternativa. ¿Dónde está la amplitud de miras?
La posibilidad (imposibilidad desde hace unos lustros) de ver a algunos toreros en carteles de postín es otro de los alicientes del «Bombo de Simón». Lo que hace años era habitual hoy es quimérico. Si tiramos de hemeroteca era habitual ver carteles con toreros tan distantes y antagónicos como Espartaco y Tomás Campuzano, Manzanares y El Soro, Julio Robles y Ruiz Miguel por citar algunos ejemplos de no hace tanto…
El otro día, en «El Kikirikí», escuché a Manuel Escribano -que tiene unos cuantos triunfos y unas cuantas cornadas también- comentar que con algunos toreros no se había encontrado ni una vez en estas cinco temporadas que lleva por las ferias. No había reparado en ello, pero suena cuanto menos sorprendente, ¿o solo me sorprende a mí? ¿O tampoco les sorprende la colocación en las primeras ferias de Emilio de Justo, la gran revelación de 2018? A ver si al final el libro de Fandiño va a tener más verdades de las que algunos quieren ver...
No sé si el bombo es ligth, una barbaridad, una barrera, un aliciente o una revolución. Sé que no se habla de otra cosa en los círculos taurinos, habrá que ver luego cómo responden el público y la afición. Simón Casas, con su jugada maestra, ha dado un golpe de timón que puede ser definitivo o anecdótico. Tiene la responsabilidad de no dar la razón a los que le tildan de «charlatán» y ser el empresario que, desde el trono de Madrid y el sillón de Anoet, intentó cambiar el rumbo del toreo para regenerar la Fiesta y dar paso a nuevos nombres que ilusionen. El tiempo dará y quitará razones.
Este jueves (hoy) se celebrará el bombo y seguirá la bendita división de opiniones. Ya se verá cómo funciona la feria económicamente, que al fin y al cabo esto es un negocio. Jugar con pólvora (billetes) ajena a la hora de soñar con carteles seguirá siendo fácil...
Tanto que la otra noche soñé que José Tomás y Morante toreaban en la Cultura y Talavante reaparecía en el bombo.
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