lunes, 21 de enero de 2019

¿LA FIESTA EN PAZ? Por Leonardo Páez.

 San Mateo,

tradición comprometida

 Asamblea, ¿componendas o entendederas?

El ganadero y su hijo Marco.
Por Leonardo Páez.

TUVE EL GUSTO de saludar a don Ignacio García Villaseñor, escrupuloso propietario del hierro de San Mateo desde 1965, año en que su padre, el intuitivo y exitoso empresario de la plaza El Progreso, de Guadalajara, adquirió la mitad de la legendaria vacada y en 1980 el resto. Junto con sus hijos, Nacho es también propietario de las ganaderías de San Marcos y San Lucas.

CON RELACIÓN A su corrida lidiada el domingo pasado en la Plaza México, tarde en que se despidió de los ruedos el diestro capitalino Federico Pizarro y el hidrocálido Gerardo Adame dejó una actuación memorable, García Villaseñor comentó: “Estoy satisfecho con mi corrida; los toros recargaron en el caballo y, unos más y otros menos, permitieron ver en los alternantes su concepto de parar, templar, mandar y ligar, no pegar unipases seguidos. En condiciones climatológicas normales, no bajo el aguacero, ese sexto toro habría sido extraordinario, pues tuvo bravura, estilo y recorrido. Afortunadamente encontró un torero con disposición, actitud y técnica, como Gerardo.

“DECÍA MI PADRE que para funcionar bien como empresario taurino había que fijarse siempre en cómo estuvo la entrada, cómo caminaron los toros y cómo anduvieron los toreros. Son varios los factores que inciden en las pobres entradas que ha habido en los últimos años en muchas plazas, pero uno de ellos, me parece, es anunciar carteles cerrados o ya hechos, con lo que las temporadas y ferias pierden dinamismo y la posibilidad de repetir al triunfador o triunfadores del festejo anterior, estimulando su desempeño y la rivalidad.

TAMBIÉN SE HAN olvidado de manos a mano de ganaderías y los toreros, de plano, ya no se acuerdan de tratar de ser diferentes. Ya no mandan las empresas, sino los que figuran y sus apoderados. Faenas idénticas y de reducido repertorio a toros idénticos de embestida predecible. Urge entonces que la fiesta deje de ser de toreros y vuelva a ser de toros bravos, no pasadores. Si nos olvidamos de la bravura traicionamos a la fiesta, concluyó García Villaseñor, autor también de una interesante tesis sobre la luna llena y su influencia en el comportamiento del toro.

GANADEROS TRABAJANDO podría ser el título a la 86 asamblea anual de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, que se efectuará en San Miguel Allende del 24 al 26 de enero. Organismo fundamental y esforzado pero ciego y sordo al momento actual que vive la fiesta, hace años prefiere no ver, oír ni pensar como gremio acerca de las erráticas direcciones que ha tomado el espectáculo, y decidió sólo actuar al son que le tocan empresas, apoderados y autoridá, con un conformismo desesperante y perjudicial para todos.

UNAS 20 HORAS emplearán para registro, cocteles, buffet, recorrido turístico y suculenta comida ofrecida por el alcalde Luis Alberto Villarreal. Y ya repuestos dedicarán seis horas seis, repartidas entre la asamblea anual ordinaria propiamente, la elección –¿o relección?– de la mesa directiva, y una plática sobre el sector agropecuario y su impacto en la economía del país, impartida por el diputado Oswaldo Cházaro Montalvo, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas.

HABRÁ ADEMÁS LA Corrida de la Insurgencia y un festival taurino con jóvenes ganaderos. Pero de la disminución de bravura, de competitividad y de atractivo de la fiesta actual, de maneras inteligentes de recuperarla o de algún propósito de enmienda, nada. Hombre, ya podían haber invitado a un aficionado pensante e indignado, o de perdis a Catón con una de sus graciosas charlas.

Publicado en La Jornada
 

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